viernes, 19 abril 2024 - 16:35

Crisis en la corona británica. El príncipe Andrés, pedófilo y destronado

Desde hace más de 15 años, el íntimo amigo del príncipe, Jeffrey Epstein, es denunciado por decenas de abusos sexuales y tráfico de menores para el consumo sexual, entre ellos para Andrew, Andresito para los amigos. En 2019 se cree que Epstein se suicidó en la cárcel. Desde entonces, el duque de York disminuyó sus responsabilidades reales aunque sin abandonar sus apariciones públicas.

Jeffry Epstein y Ghislaine Maxwell es la multimillonaria pareja que antes tenía acceso irrestricto al palacio británico y hoy eclipsa los planes políticos de la reina. Epstein fue denunciado y encubierto en el distrito de Palm Beach en 2005, donde intervino el FBI, que recogió 34 testimonios de menores. Eran captadas por Maxwell y entregadas en las residencias de Epstein para “dar masajes” y satisfacer el apetito sexual del dueño de casa y los invitados a sus fiestas.

Virginia Giuffre, junto con otras víctimas, viene llevando adelante incansablemente diferentes juicios e incluso una demanda civil contra Estados Unidos. La víctima señaló haber conocido a Maxwell en una casa de retiro en donde trabajaba, propiedad de Donald Trump Ella junto a Epstein la retuvieron como esclava sexual desde 1999 a 2002, cuando tenía 16 años de edad.

En tres ocasiones fue obligada a prestar sus servicios como esclava sexual al príncipe Andrés. Desde hace dos años, tras la muerte de Epstein, el príncipe se alejó de las actividades reales públicas. Pero este año, su último intento por ganar impunidad falló: la causa por tráfico sexual encontró culpable a Maxwell y ahora va tras el príncipe. Después de haber negado los encuentros con la menor, en 2001 éste pidió alcanzar un acuerdo extrajudicial, lo que fue denegado por los fiscales federales en Nueva York.

Todo por salvar a la monarquía pirata

¿Qué nos puede extrañar casos como éstos por parte de la monarquía, institución que imponía el llamado derecho de pernada? Nada: era un “derecho” concedido por la ley de Dios a los reyes, que en la noche de bodas podían abusar sexualmente de las esposas de sus súbditos.

Este año, la reina Isabel II planea festejar el mes próximo su “jubileo de platino” al consagrarse como la monarca del mundo con más años de reinado (¡70!) y reteniendo todavía algún grado de popularidad. Después de sobrevivir los cuestionamientos tras la oscura muerte de Lady Di y los escándalos del príncipe Carlos, la reina no quiere que este año se vea eclipsada su fiesta real.

Por eso, ante la negativa de la justicia estadounidense al acuerdo, decidió despojar a su hijo Andrés de los honores militares (fue comandante de helicópteros durante la Guerra de Malvinas), no podrá usar el título de “Su Alteza Real”, nunca más ejercerá un cargo real y lo desplazó de todos los reconocimientos públicos de la familia real. De este modo, el príncipe deberá afrontar el juicio como un ciudadano común y silvestre. Algunos chupamedias sugieren que la reina mantiene cierta “sensibilidad moral”. Lo cierto es que no hay más “moral” que preservar a la monarquía británica, institución feudal a todas luces obsoleta pero que en momentos de grave crisis política sirve para mantener el orden capitalista e imperialista. ¡Abajo Andrés y toda la monarquía pirata junto con

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