jueves, 25 abril 2024 - 01:26

Conmemoración con un dejo de tristeza. La partida de Enrique Pinti en el Día Mundial del Teatro

Nacido en las celebraciones al dios Dionisio en la Grecia antigua, vino y excesos mediante, el germen del teatro surgía en occidente para ser parte inherente de nuestra cultura.

En 1962 por iniciativa de la Unesco y recordando que después de la Segunda Guerra Mundial todos los 27 de marzo se iniciaba la temporada en el Teatro de las Naciones de París, el Instituto Internacional del Teatro decretó la conmemoración. La idea se planteó para abrir las puestas en escena a más espectadores en el mundo.

La experiencia griega, que tomó forma y sistematicidad hasta llegar a ser asunto de Estado, fue desde la improvisación desinhibida de los partícipes bacanales hasta la promoción del gobierno a través de los concursos de autores y obras una manera política de expresión. Casi todas las obras del género  desde aquella época denuncian algún aspecto de la realidad social, económica y política.

Y justamente hoy se nos fue un humorista político al que vamos a extrañar.

La partida de un grande

Como mediador de denuncias, Enrique Pinti utilizó el humor para exponer cuadros de situación del país. Era profesor de castellano y latín, pero su destino fue sobre todo el espectáculo; por eso fue autor, director, guionista.

Como actor formaba parte de la llamada Nueva escuela de Alejandra Boero. Su rastro aparece en todos los medios artísticos con preponderancia en el teatro. Inició en el llamado Café Concert, el precursor de los stand up actuales. Participó de programas de televisión junto a Gasalla, en el cine con la popular e icónica Esperando la Carroza, Perdido por Perdido, en narraciones de documentales y publicidades.

Con todo, su mejor performance la ha logrado sobre las tablas, en particular con el género monologuista. El Pan y Circo que supo desarrollar durante la dictadura sentó las bases para su obra más exitosa: Salsa Criolla. Diez  temporadas y más de tres mil funciones para relatar de manera disparatada y ácida el origen de la argentinidad, pero sobre todo la impunidad de la política y sus nefastas decisiones.

¡Un hasta siempre, Pinti!

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