viernes, 29 marzo 2024 - 07:24

Un año de pandemia. Todo lo que no había que hacer

Al cumplirse un año de pandemia en Argentina, con un promedio de más de 5000 casos y 100 fallecidos por día, un necesario balance impone cambiar lo que se hizo mal, que es casi todo, para afrontar una casi segura segunda ola. Desde los yerros sanitarios del exministro Ginés, el cierre tardío de aeropuertos, cuarentena prolongada pero sin medidas de fondo como testeos masivos, falta de equipamiento y refuerzos en el equipo de salud, hasta la falta de una política de unificación de todo el sistema de salud bajo control estatal, demuestran que se empezó mal y se siguió peor. La escasez absoluta de vacunas y vacunados, sumada al escándalo de corrupción por el vacunatorio VIP son la amarga frutilla de un postre en descomposición.

Hoy se cumple un año del primer caso reportado de Covid-19 en Argentina, que entrando por Ezeiza se confirmó dos días después. A partir de allí, cuando en el mundo ya se conocía de la alta contagiosidad del virus y su letalidad, empezaron todos los desatinos de un hoy exministro que no acertó ninguna en términos sanitarios. Primero fue que “el virus no tenía posibilidades de llegar al país”, luego que no “lo haría hasta el invierno” o “me preocupa mucho más el dengue” por nombrar sólo algunos de sus desaguisados. Dos semanas después, cuando ya habían ingresado miles de contagiados al país, sin ningún tipo de control o seguimiento, el presidente declara la cuarentena estricta para todo el país.

Fueron esas dos primeras semanas de cuarentena en donde el gobierno tuvo la gran oportunidad de revertir los errores de caracterización sanitarios, contaba con apoyo de la gente y una gran unidad burguesa para tomar las medidas que, aprendiendo de los errores y experiencias del hemisferio norte nos permitieran afrontar la pandemia en buenas condiciones. En lugar de eso Alberto Fernández se ensoberbeció con el crecimiento de su imagen y popularidad, comenzó a dar largas y aburridas charlas con proyecciones multimedias hablando de temas médico-sanitarios de los cuales no tiene idea y creyó que con solo el aislamiento bastaría. Poco y nada hizo para reforzar el Sistema de Salud, su personal y equipamientos. Ni hablar de la escasísima cantidad de testeos que durante toda la pandemia, inclusive hasta hoy nos ubicaron en el fondo de la tabla.

Como no podía ser de otra manera los casos aumentaron, los fallecidos también, el personal de salud se contagió y se agotó, el sistema de salud estuvo a punto de colapsar y de hecho lo hizo en algunas provincias, a fines del invierno. A pesar del relato exitista del comienzo los números mostraban una Argentina que se ubicaba entre los primeros países en número de contagiados y con la peor relación muertos por millón de habitantes, hasta hoy donde superamos los 2 millones de contagios y los 52.000 muertos por Covid-19.

Una cuarentena larga que no fue

Capítulo aparte merecería la propia cuarentena, que desde la oposición de derecha y todo el empresariado empezaron a criticar ni bien pasaron las 2 primeras semanas y empezaron a ver caer sus ganancias. Es que, como siempre dijimos desde el MST en el FIT-U la cuarentena sola no alcanzaba, había que multiplicar los testeos para tener un verdadero mapa del virus y su trazabilidad, había que reforzar al personal de salud todo nombrando miles de médicos, enfermeros y auxiliares para poder licenciarlos de acuerdo a las necesidades y evitar contagios cruzados por culpa del poliempleo. Había también que poner todos los recursos del Estado y la industria al servicio  de la pandemia, produciendo insumos para la misma, así se habrían evitado miles de contagios en el personal de salud por carencia de elementos de protección. Había, por último que unificar todo el Sistema de Salud en uno solo, bajo el control del estado y público para poder contar con la totalidad del recurso humano, infraestructura y tecnología, el gobierno esbozó un intento de “coordinación” que fue rechazado de plano por los empresarios privados y la burocracia sindical que veían amenazadas sus ganancias unos y sus ingresos a las Obras Sociales los otros.

Las vacunas como un ancla

Alberto mientras se aferraba en el discurso a una cuarentena que se deshilachaba, iba cediendo más y más a la presión de la oposición irresponsable de Cambiemos y del empresariado que exigía apertura completa de la economía y libre circulación, esto llevó a que en nuestro país los casos nunca terminaran de bajar y hoy afrontamos la posibilidad cierta de una segunda ola con un personal de salud extenuado y desde una meseta alta de miles de casos diarios. Al ver que se caía su doble discurso con respecto al aislamiento AF centró su estrategia en las vacunas como salvación y curadoras de errores, asegurando que llegarían a fines del 2020 y que ya para febrero marzo contaríamos con millones de vacunados. En su imaginario esto le permitiría retomar la ofensiva, recuperar imagen frente al pueblo y sobre todo pegarle a la derecha que siempre irresponsable y anticientíficamente fue antivacuna.

Pero la historia sería distinta, las vacunas llegaron tarde y a cuentagotas, apenas se había vacunado el 50% del personal de salud, quedando la Argentina en el puesto 50 de países en cuanto a vacunación y saltó la profunda corrupción del vacunatorio VIP que desnudó que empresarios, funcionarios, burócratas sindicales y periodistas importantes se vacunaban a placer antes que el personal esencial. Resultando las mismas, más un ancla que un salvavida para las pretensiones políticas del AF.

Hay que cambiar rotundamente el rumbo

Nosotros somos claros y decimos que todavía estamos a tiempo de cambiar el rumbo y evitar que una segunda ola nos tape y hunda. Insistimos en que hay que multiplicar los testeos para poder ir identificando de manera inteligente los nuevos focos que vendrán para poder aislarlos selectivamente. Hay que poner todos los recursos económicos al servicio de la pandemia, unificando el Sistema de Salud bajo control estatal y público, nombrar todo el personal de salud necesario con dedicación exclusiva y en el tema vacunas hay que anular las patentes que protegen las ganancias de 5-6 grandes laboratorios, para poder multiplicar la capacidad de producción de las mismas. Además hay que suspender todo pago de la deuda externa que se lleva miles de millones de dólares y destinarlos no sólo a la importación de vacunas necesarias, sino a todos los insumos tecnológicos y de protección que aún no se fabriquen en el país. Sólo si tomamos este tipo de medidas podremos hacerle frente a la temida segunda ola que casi seguro nos afectará en este 2021.

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