viernes, 3 mayo 2024 - 05:49

Peligro latente. Sobre el acuerdo nuclear con China

Con el visto bueno del presidente, Alberto Fernández, avanzan las negociaciones para la construcción de una cuarta central nuclear. China aportara la tecnología y la financiación.

El pasado miércoles 6 de abril el secretario de Energía de la Nación, Darío Martínez, dio a conocer que el gobierno argentino avanzó en negociaciones para la construcción de una nueva central nuclear en el país. En la reunión por videoconferencia estuvieron presentes el embajador argentino en China, Sabino Vaca Narvaja, el director de Nucleoeléctrica Argentina, Isidro Baschar, directivos de la Agencia Nacional de Energía de China (NEA) y la Corporación Nuclear Nacional de China (CNNC).

Los representantes argentinos dieron a conocer que en la reunión se evaluaron los costos para la construcción en nuestro país de una cuarta central nuclear, cien por ciento de tecnología china. Además, se abrió la posibilidad de que Argentina pueda exportar servicios e infraestructura para proyectos nucleares del gigante asiático.

En el comunicado oficial de Nucleoeléctrica Argentina S.A (empresa operadora de las centrales nucleares argentinas Atucha I, Atucha II y Embalse) se detalla que “las negociaciones contemplan la construcción del reactor HPR1000 conocido como Hualong, del tipo Pressurized Water Reactor (Reactor de Agua Presurizada) o PWR por sus siglas en inglés, de 1200 MW de potencia bruta, que combina sistemas activos y pasivos de seguridad”. Se trata de una tecnología de origen chino y que recientemente fue puesta en marcha en el Complejo Nuclear de Karachi en Pakistán.

A su vez, el director de Nucleoeléctrica Isidro Baschar destacó “el rol de liderazgo de la industria nuclear china no solo contribuye y contribuirá de forma significativa al desarrollo del país asiático, sino que representa un aporte fundamental para la consolidación del rol de la energía nuclear a nivel internacional en el marco de los desafíos ambientales que enfrenta el mundo”, dio a conocer el comunicado.

El financiamiento del proyecto estará a cargo de capitales chinos liderado por el Banco Industrial y Comercial de China mediante un crédito cercano a los 8.000 millones de dólares, que abarcaría el 85% del precio del reactor.

A mediados del año 2019, momento en que se dio a conocer la posibilidad de la construcción, el Movimiento Antinuclear de la República Argentina (MARA) junto a otras organizaciones sociales, ambientales y políticas señaló su rechazo a: “que semejante decisión sea tomada de manera inconsulta y arbitraria y exigimos el comienzo de un profundo debate democrático…”.

Neocolonialismo al palo

Las negociaciones con China en materia nuclear no son nuevas, años atrás Cristina Fernández y Mauricio Macri habían firmado acuerdos con el gigante asiático. Ahora el continuador de esa esa hoja de ruta es el gobierno de Alberto Fernández.

Pero el actual proyecto abre enormes interrogantes por motivos claves: poco se conoce de la tecnología Hualong One por su poca experiencia operativa. Apenas cuenta con dos unidades en funcionamiento Central Nuclear de Fuqing (encendida el 27 de noviembre del 2020) y el Complejo Nuclear de Karachi en Pakistán (encendida el 18 de marzo de 2021). La información dada a conocer por el régimen totalitario chino es escasa, requiere de una asistencia técnica para su funcionamiento que es inexistente en nuestro país y hay muchas dudas en relación al régimen operativo del mismo.

De concretarse la construcción, Argentina será un laboratorio de pruebas a cielo abierto. Una clara muestra del carácter neocolonial del acuerdo y confirma la profundización de la lógica de capitalismo especulativo, destructivo y voraz del gobierno del Frente de Todos. El discurso vacío ambientalista queda sepultado por la realidad concreta.

Peligro latente

Hoy en día existen en 442 reactores nucleares en funcionamiento al nivel mundial y 53 actualmente se encuentran en construcción. La fisión nuclear produce basura radioactiva muy peligrosa para el ecosistema y dura centenares de miles de años.  Al momento, ningún país en el mundo ha logrado desarrollar una técnica para lograr almacenar basura nuclear de modo seguro.

Las enormes cantidades de desechos que genera usualmente son enterrados en “sarcófagos” o “tumbas” que requieren vigilancia permanente y por eso muchas veces los países más poderosos pagan a los más pobres para que la almacenen, no la quieren en su patio. Además debemos agregarle el desarrollo armas nucleares que algunos países llevan adelante y que ponen en jaque  la misma existencia de la vida en el planeta.

En ocasiones cuando se pone en debate la cuestión de la energía nuclear la primer imagen que miles asociación es lo sucedido en la planta nuclear de Chernobyl (1986), las bombas nucleares que arrasaron con los pueblos de Hiroshima y Nagasakiy (1945)  y por último y más grave Fukushima-Daiichi (2011).

En el primero las muertes y el enorme desastre ambiental que aún persiste se explican por la burocracia estalinista, el segundo por la irracionalidad bélica a la que intentan acostumbrar los gobiernos imperialistas cada vez que quiere resolver sus diferencias y ampliar su poderío. El último deja en evidencia que el ocultamiento de la información no es inherente a un régimen de gobierno específico, sino que es constitutivo de quienes buscan sostener sus privilegios de clase, ganancias y negociados.

Lo que resulta evidente es la falta de información y de transparencia. Como demuestra la experiencia de Chernobyl[1] y Fukushima, el secretismo es la regla de oro que rodea a las centrales nucleares y es momento de tumbarlo para decir democráticamente ¿qué hacer con las plantas nucleares?

En síntesis, los enunciados de que la energía atómica  es la única opción posible para frenar el calentamiento global son falsos. Para la producción de energía se requiere de la  extracción del uranio y se generan grandes cantidades de desechos radiactivos que provocan emisión de radioactividad a la biosfera en cantidades muy altas. Y además de que un  eventual accidente nuclear  podría dañar por miles de años al ecosistema circundante.

Y, más allá de la opinión personal sobre la energía nuclear, sobran elementos para mantenerse en alerta mientras dicha tecnología siga a disposición de gobiernos y de sectores de poder que priorizan la ganancia por sobre la vida de millones.

Transición energética desde una perspectiva ecosocialista

El capital opera bajo una única orientación: la ganancia máxima, la depredación de nuestros bienes comunes y la contaminación son síntomas inherentes a dicha lógica. Los actuales marcos legislativos son afines a dicha orientación productiva que genera enormes desigualdades sociales y daños ambientales muchas veces irreparables.

De modo que es clave construir nuestra propia hoja de ruta para el beneficio de la clase trabajadora, la juventud y los pueblos del mundo. Desde nuestro lugar y con una perspectiva socialista creemos que:

  • Es falsa la premisa de que unos pocos tengan que decirlo todo, necesitamos democracia plena y una perspectiva anticapitalista y ecosocialista para orientar la planificación productiva, energética, los procesamientos de traslado, el reciclado y la distribución igualitaria de los recursos.
  • Necesitamos erradicar la lógica del mercado que apela a la producción de bienes de mero consumo como simples mercancías que agiganta las desigualdades y un exceso irracional y depredador de la  relación con la naturaleza.
  • En pos de defender nuestros bosques, humedales y espacios públicos debemos avanzar en la implementación de educación socioambiental en todos los niveles educativos y de ese modo acelerar la reconversión profesional-laboral de miles de trabajadores precarizados por la lógica del capitalismo senil.
  • Es posible producir sin llevar al límite a nuestro planeta y exponerlo a enormes peligros.
  • La reorganización de la economía, del sistema productivo y de las desigualdades sociales requiere de una enorme organización mundial de militantes en esas causas. El frente socioambiental tiene un enorme potencial para compartir con las organizaciones de trabajadores, el movimiento feminista y de la disidencia, los movimientos sociales.
  • En la movilización callejera, revolucionaria contra los que nos roban el futuro debemos ir avanzando en propuestas para la reorganización del mundo, pero esta vez, desde bases socialistas con igualdad plena.

[1] https://mst.org.ar/2019/06/19/burocracia-estalinista-rapina-capital-de-chernobyl-basureros-de-putin/

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