En la noche de ayer diferentes medios dejaron correr la noticia de que Sergio Massa desembarcaba en el gobierno. Las primicias, luego desmentidas por el propio tigrense, lo confirmaban como ministro de Economía en algunos casos, en otros como el nuevo jefe de Gabinete. Sin embargo, más allá del tuit del presidente de la Cámara de Diputados negando a los medios, el rumor sobre su integración al ejecutivo sigue latente y es muy probable que se concrete entre el viernes y sábado.
Más allá de la rosca en sí misma, vale realizar un análisis del momento y dar un significado a este gobierno tripartito que se conformaría en caso de que se concrete el arribo de Massa. En primer lugar la corrida cambiaria, luego la “denuncia” con las patronales agrarias, y por último la cesión a éstas con el “dólar campo” para que liquiden su cosecha, terminaron de vapulear a un gobierno que camina sin horizonte. Subsumido en la crisis política de las alturas, el Frente de Todos no logra que la coalición se acomode. Tras el sacudón de la renuncia de Martín Guzmán, las trifulcas entre Cristina Fernández de Kirchner y Alberto Fernández y la asunción de Batakis con la bendición de los mismos que se disputan la dirección del barco, el frente no logra concretar una estabilidad política. Ni siquiera el periplo de la ministra de Economía a Washington funcionó de paño frío, pero sí adelantó una orientación que el gobierno necesita profundizar: aplicar de forma más acelerada las recetas elaboradas por el FMI.
Luego de este breve análisis de la situación, el significado de que Massa se sume al Ejecutivo no es más que la profundización del ajuste. El líder del Frente Renovador es un gran conocido de varias embajadas en el país, principalmente la de Estados Unidos. Además, es un político predilecto por la mayoría de las cámaras empresariales y el mercado. Su formación en la juventud en la UceDé y su paso al peronismo en los ´90 de la mano de Luis Barrionuevo contenta a todo el círculo rojo por el currículum descrito. Su arribo sería la suma de nuevo “volumen político” a un proyecto que días tras día va profundizando su giro conservador.
En la columna del programa radial Pasaron Cosas, Alejandro Bercovich adelantó que si el campo va por todo es también porque existen rumores de que Massa prometió que puedan liquidar gran parte de su cosecha al precio del dólar blue, otro punto más que delata lo que puede llegar a ser el amigo de los mercados desde el gobierno. También su amistad con el establishment estadounidense sería una gran noticia para el FMI y su exigencia para Argentina de cumplir sin borrar una coma el acuerdo anti-obrero votado meses atrás. Sería la concreción de una obra de la cual él funcionó como una especie de lobbysta para que se concrete, ya que Massa fue quien militó para que las demás fuerzas del régimen aprueben el acuerdo cocinado por Guzmán.
Pasando en limpio, este movimiento sólo traería calma al mercado, algo que se puede traducir como nuevos beneficios en sus rentas y, además, buscaría recomponer superestructuralmente al gobierno. Ante la institución presidencial tan vilipendiada, el régimen apuesta que el tándem CFK y Massa funcionen como un sostén para que el gobierno llegue con una bocanada más de aire de cara a las elecciones de 2023. Como contraparte, para la gran mayoría de los trabajadores y sectores populares, el “fortalecimiento” de este proyecto político no va a significar más que nuevos ataques al bolsillo.
Por estas horas seguramente miles que pensaron a este gobierno como la ruptura con la herencia del macrismo, estarán sumamente decepcionados. Los anuncios de Batakis antes de arribar al país y la llegada de un hijo del menemismo sólo confirman profundizar los destinos de Argentina al FMI. A todos los sectores descontentos y estafados con promesas electorales, los llamamos desde el MST en el FIT-Unidad para dar una batalla conjunta, ocupar las calles y reclamar un paro general conjuntamente con un plan de luchas a las centrales sindicales, para poder derrotar este curso de ajuste.