jueves, 19 diciembre 2024 - 00:22

El DNU y la Ley Ómnibus. Una avanzada autoritaria y quita de derechos que necesita una respuesta contundente en la calle

En solo algunas semanas de gobierno, Milei y su gabinete tienen el plan de avanzar con todo contra el pueblo. Sepultó el verso de ir contra la “casta política”, y ajusta al pueblo en una clara transferencia de dinero de los sectores de trabajadores, medios y populares a los sectores concentrados de la economía. Las medidas económicas, junto con el protocolo ilegal contra las manifestaciones, el DNU y ahora la presentación de la Ley Ómnibus, son la muestra de un intento autoritario de un presidente que se cree monarca, al servicio de transformaciones económicas y sociales a favor de los grandes capitalistas. No es casual que estas presentaciones hayan despertado un fuerte rechazo, ya hubo acciones que muestran que se activó la resistencia. En este artículo precisamos la caracterización de este nuevo gobierno, de la lucha que se comenzó a expresar en las calles, la convocatoria, arrancada a la CGT, a un paro nacional y lo que se necesita para derrotar este plan reaccionario que quieren implementar.

Este gobierno, asume tras el rotundo fracaso del peronismo que mantuvo los ejes centrales de la política macrista, atado al cumplimiento de las recetas del FMI. La esperanza de una recuperación del nivel de vida por parte de la población que rechazó a Macri se evaporó. Este fracaso del “progresismo” jugó un rol de corrimiento a derecha del arco político y también de sectores de la población. Milei logró capitalizar el enojo contra la política y este giro de sectores a la derecha. De esta manera se impuso la teoría del ajuste en shock en la necesidad de la burguesía de “normalizar” el país en términos capitalistas. Y en el marco de la crisis en la que el país y el mundo están inmersos, la salida para ellos es ir con todo contra las mayorías y avanzando a un cambio en el régimen político del país para poder aplicarlo. Su plan económico y los ataques a las libertades democráticas no tienen nada que envidiar a la última dictadura. Esto es garantizar la tranquilidad de la patronales, las corporaciones, que sus ganancias no solo no van a ser afectadas, sino generar una mayor explotación y ganancia capitalista y liquidar la protesta social.

El plan shock

Los primeros anuncios económicos fueron de lleno un golpe a los ingresos de la clase trabajadora, los sectores medios y populares. La suba del dólar significó la pérdida de un 120% del poder adquisitivo en un solo día y en el mismo tiempo récord, un beneficio sustancial para las agroexportadoras y acreedores internacionales del país. Los aumentos de precios casi diarios, los tarifazos que vienen en servicios básicos, la liberalización del mercado, las privatizaciones, la restitución del impuesto al salario, las jubilaciones con miserables aumentos por decreto y cada medida anunciada golpean al 99% de la población mientras es un beneficio directo para ese 1% parásito que vive del trabajo ajeno.

En materia económica, la desregulación total de la economía sin ningún tipo de control estatal, es darles libertades absolutas a todos los grupos económicos concentrados, peor que en los 90 y la dictadura. Con este plan ganan los grandes exportadores, los sectores financieros, grandes empresas alimenticias y grandes supermercados, al eliminarse la ley de góndolas, la ley de abastecimiento y todo tipo de control de precios. Ganan las grandes farmacéuticas y la salud privada, las corporaciones extractivistas y todas las grandes empresas de medios de comunicación masivo y de Internet. Además, favorece a los grandes dueños de la tierra y a los grandes propietarios e inmobiliarias habilitando un cambio regresivo en la ley de alquileres que incluye pagaren dólares. Y acompañando todo esto, en la Ley Ómnibus también habilitan un nuevo blanqueo para favorecer a grandes capitalistas. Mientras le da al Ejecutivo la potestad de tomar más deuda externa sin pasar por el Congreso. En una mezcla reaccionaria de negocios capitalistas y entrega a organismos financieros imperialistas.

Milei contra la clase obrera

Si hay un elemento distintivo del plan de Milei es la brutalidad contra todos los derechos laborales y salariales de la clase trabajadora. Dentro del DNU se propone, entre otras cosas, liquidar el derecho de huelga y de hacer asambleas. Permitir los despidos por hacer paros. Despedir con indemnizaciones más bajas y pagadas en cuotas. Eliminación de la ultraactividad, que protegía los derechos adquiridos. Generalizar la precarización todavía más, aumentar el período de prueba a ocho meses, cuestiona los convenios colectivos y las paritarias. Mientras paralelamente despide miles de estatales y analiza un congelamiento salarial.

Es de conjunto el ataque a conquistas que tienen décadas y fueron logradas con enormes luchas. Y por la misma razón será esencial que la clase obrera ingrese a la pelea a defender sus conquistas y a encabezar la pelea junto a sectores populares y medios, contra todo el plan de Milei. La burocracia sindical, que expresó en un primer momento que si bien estaban en alerta había que esperar, se vio presionada por el descontento por abajo y sus propios intereses que están en juego, y luego de convocar una concentración a Tribunales para la presentación de una acción judicial contra el DNU, luego en su Congreso y tras conocer la ley ómnibus, convocó a un paro nacional y movilización para el 24 de enero. Es un primer paso, para construir un verdadero plan de lucha que obligue a la burocracia a darle continuidad a las medidas para derrotar el plan de Milei. El descontento y la presión por abajo, sin duda irá en aumento. Y ese proceso alentamos y ayudamos a organizar en cada lugar de trabajo.

Avanzada represiva para que pase el plan

Está claro que estás políticas solo pueden pasar si logran quebrar la lucha y la resistencia de nuestro pueblo. Es por eso, que rápidamente dieron a conocer el protocolo de Bullrich, popularizado como “protocolo antipiquetes”, con el objetivo de ser apoyado por un sector más amplio que cuestiona las medidas de las organizaciones sociales haciéndose eco de las políticas estigmatizantes de todos los gobiernos. La realidad es que dicho protocolo va contra todas aquellas personas, organizaciones, sindicatos, comunidades que salgan a la calle a enfrentar las políticas reaccionarias de este gobierno. Quieren prohibir nuestro derecho a la protesta, y avanzar con la represión contra quienes salimos a dar la pelea. Sumado a esto, es la persecución y amenazas ilegales a quienes perciben asistencia económica y social por parte del Estado: “el que corta no cobra”, lo dijo Milei cuando asumió y fue la campaña desplegada en la previa al 20D para amedrentar y golpear la convocatoria a la movilización. Pero lejos de que sean solo esas medidas, presenta un Decreto de Necesidad y Urgencia, que pretende modificar más de 300 leyes o artículos de leyes vigentes, mostrando que su objetivo político va acompañado de una transformación del régimen de hecho, avanzando a uno autoritario, dictatorial de nuevo tipo, donde pretenden concentrar todo el poder en la figura presidencial, con un plan económico que solo pasa con una derrota contundente a la clase obrera y los sectores populares.

La avanzada represiva, que es una constatación del intento por ir hacia un régimen más autoritario, se ve también en la presentación de la Ley Ómnibus. Allí se propone prácticamente eliminar el derecho a la protesta, a movilizarse y simplemente a reunirse en la calle si se juntan tres personas o más. Le da potestad al Estado para prohibir movilizaciones o cambiarles el día y el recorrido. Amenaza a quienes la encabecen con años de cárcel y lleva el protocolo de Bullrich como parte del código penal, para que luchar y movilizarse sea considerado un delito. En resumidas cuentas, el presidente que habla contra la intervención del Estado, quiere que todo el aparato represivo estatal intervenga de lleno quitando derechos democráticos elementales y constitucionales, llevando al país a un estado sitio de hecho.

Milei, similar pero distinto

Milei es parte de las expresiones a derecha que hubo en el mundo en el último período. Tiene conexiones políticas y de modelo claras, sin embargo, también alberga una originalidad: su plan económico claramente liberal en términos de política económica. Es decir, retomando los clásicos de la escuela austríaca pretende la cero regulación de la economía, su total apertura. Esta expresión en un país dependiente como el nuestro más que libertad, en realidad esconde un claro sometimiento al imperialismo mundial. De hecho, ni siquiera EEUU, tomando incluso el gobierno de Trump, había realizado cambios económicos como los propuestos por Milei. De hecho, había reforzado cierto proteccionismo para preservar la economía yanqui.

La liberalización total de la economía significa terminar de reprimarizar la economía en términos extractivistas, garantías a todos los sectores capitalistas de que el Estado no interferirá en sus negocios, con algunos nichos industriales totalmente dominados por oligopolios internacionales. A la vez es mandar a la quiebra a las pymes, con lo cual, este plan tiene roces con más sectores sociales. Es una orientación que solo es buena para los pulpos internacionales y los sectores ligados al extractivismo de materias primas condenando a los pueblos a la contaminación más brutal, a los trabajadores a un deterioro enorme de sus condiciones de vida, y a la sociedad en general a más miseria y menos derechos.

La “revolución liberal”: un régimen autoritario, reestructuración económica y política reaccionaria

El DNU que presentó el 20 de diciembre y el mega proyecto de Ley Ómnibus, además de la modificación de cientos de leyes y sus consecuencias, el hecho en sí mismo de modificar a través de un decreto de necesidad y urgencia y ratificar ese camino con la presentación en el Congreso, muestra también la intención de avanzar a un régimen donde las decisiones, hasta las legislativas, las tenga el presidente. Que pase este DNU, no es solo el significado de las modificaciones de leyes, sino el cambio del régimen que necesitan para avanzar con su plan económico. La Ley Ómnibus presentada para tratarse en sesiones extraordinarias del Congreso, sigue la misma línea: dar todas las facultades del poder a la figura del presidente, avanzando a un régimen autoritario cuasi monárquico, dictatorial; reestructurar toda la economía al servicio de las necesidades del capital sin intervención y control estatal; y una transformación del régimen político para concentrar el poder en los principales partidos.

En contraposición a la crítica de diferentes constitucionalistas al DNU, Rodolfo Barra el procurador general de la gestión Milei, y con anterior actuación en el gobierno menemista y nazi reconocido, en una nota de opinión justifica el DNU de punta a punta, comparando entre otras cosas a la figura del presidente con un rey. Se creen que estamos en una monarquía, es lo que quieren imponer. Barra en su artículo decía: “Nuestro Presidente es el jefe supremo de la Nación, jefe del gobierno y responsable político de la administración general del país”, dice el artículo 99.1 de la Constitución. Es claro que el constituyente le ha atribuido al Presidente la función de jefatura o conducción superior, de impulso y direccionamiento, relegando el ejercicio de la administración al jefe de gabinete de ministros (art. 100.1). Es decir, nuestro Presidente es, en el punto, una figura análoga al Rey (por ejemplo en España) o al Jefe de Estado (por ej. Presidente de la República en Italia) en los actuales sistemas parlamentarios europeos: quien conduce y define los temas más trascendentes, especialmente aquellos que hacen a la paz, la justicia material y la subsistencia de la Nación”. Una locura completa, e inconstitucional.

Y ante las críticas de la forma y no de contenido por parte de gran parte de los referentes de los partidos tradicionales, Barra también argumenta sobre esto: “Para cumplir con esta grave responsabilidad –la función de jefatura- la Constitución le otorga las competencias que se encuentran enumeradas en su artículo 99, entre ellas, las de dictar normas de naturaleza legislativa, los decretos de necesidad y urgencia (DNU)” “cuando circunstancias excepcionales hicieran imposibles seguir los trámites ordinarios previstos por esta Constitución para la sanción de las leyes” (art. 99.3). Es decir, le otorga la competencia (“poder”) legislativa (con exclusión de algunas materias) excepcional, sujeta a un régimen especial de revisión y control por parte del Congreso.

Así, “las circunstancias excepcionales” que obstan al trámite ordinario legislativo, no son ni una guerra, terremoto, invasión extraterrestre, o similar, sino la situación misma. (https://www.infobae.com/opinion/2023/12/22/el-instituto-juridico-del-decreto-de-necesidad-y-urgencia/)

Las modificaciones, no solo a partir del protocolo represivo, sino las planteadas en el DNU en términos de cercenar el derecho a huelga y asambleas en la clase trabajadora, entre otras medidas que pretenden con los cambios de artículos y leyes, es una medida para orientar un camino completamente autoritario. La decisión en el presidente, desconocer el rol del Congreso, la suspensión de derechos democráticos, de consolidarse esto, estamos ante el intento claro de un cambio en el régimen político en nuestro país, luego de 40 años de esta democracia burguesa en crisis. Para reforzar este camino, en la Ley Ómnibus también le pide al Congreso que durante dos años todas las funciones legislativas pasen al Ejecutivo, es decir, superpoderes para el presidente devenido en monarca. Y paralelamente, también propone un cambio de sistema electoral, con elección de diputados por circunscripción, que es la eliminación de la proporcionalidad y el favorecimiento a que solo una o dos fuerzas logren tener representación parlamentaria.

Se puede derrotar su plan. Tomar con fuerza el paro del 24/1

La pelea por la aplicación de un plan económico de shock, liberal y autoritario aún está en el terreno de la disputa y la lucha de clases. De avanzar y consolidarse estamos ante un cambio de la situación política en nuestro país, pero estamos en un momento donde aún se puede derrotar este proyecto reaccionario.

El 20D, fue una muestra de la resistencia que, a pesar de la campaña contra la movilización, la persecución a quienes iba a participar de la marcha con operativos comparables a la dictadura en trenes y colectivos, y las amenazadas a quienes tienen asistencia social, fue importante y logró derrotar el protocolo. La movilización que llegó a Plaza de Mayo, sorteando las provocaciones de la policía, fue una acción multisectorial como primera respuesta a las políticas reaccionarias de Milei. Esta acción, con las limitaciones que tuvo, en términos de los debates previos de su realización y la ausencia consciente del peronismo, fue una muestra de que es en la calle donde se enfrentan las políticas de ajuste, y habilitó claramente la respuesta en la calle al DNU de la noche del mismo día.

Los cacerolazos fueron autoconvocados en la mayoría de las esquinas de los barrios porteños, y en distintas ciudades del país el mismo miércoles 20 a la noche. En CABA, fue una reacción popular que luego de algunas horas en las esquinas de los barrios, se movilizaron a Congreso hasta altas horas de la madrugada con un recambio permanente de personas que se iban y otras que seguían llegando. Al día siguiente se sintieron con fuerza en varias ciudades del resto de las provincias como fue en Córdoba y Rosario con convocatorias masivas.

Estas respuestas que son de una enorme importancia, no pueden dejarnos de hacer ver que, si no ingresa con fuerza el movimiento obrero, se hace mucho más difícil derrotar el paquete de medidas y el plan reaccionario de este gobierno. La CGT, luego de estas respuestas en la calle al DNU tuvo que salir de su adormecimiento, aunque siguen siendo parte de las instituciones que pretenden garantizar la gobernabilidad y no poner en crisis sus propios privilegios. A pesar de esto, fue tanta la presión que tuvieron que convocar a una acción, completamente parcial como la concentración en Plaza Lavalle para acompañar la presentación judicial contra el DNU. Y este jueves se reunió su Congreso Confederal y terminaron convocando a un paro nacional para el 24 de enero, con movilización al Congreso.

Es evidente que la presión por abajo obligó a la burocracia a tomar esta decisión, que debe ser acompañada por una fuerte organización por abajo preparando un gran paro y una gran marcha. Y que luego tenga continuidad con todas las medidas de lucha que hagan falta hasta derrotar el paquete de Milei. Es por esto, que es necesaria una acción militante sobre las y los trabajadores, para explicar a fondo lo que significa este DNU, la Ley Ómnibus y la necesidad de fuertes y coordinadas medidas de lucha.

El peronismo, mejor que decir es hacer

Apenas arrancó el gobierno de Milei, el peronismo tuvo distintas argumentaciones de por qué no hay que salir a la calle a enfrentar las políticas ajustadoras, autoritarias, antiobreras y populares del gobierno libertario, garantizando la gobernabilidad, que no es otra cosa que dejar que pase el ajuste. Con el avance de las presentaciones brutales del gobierno, desde distintos sectores del PJ tuvieron que ir hablando más críticamente.

Se reunieron los gobernadores y bloques parlamentarios de Unión por la Patria, sacando una declaración contra el DNU. Pero las críticas al plan mileista, no pueden ser solo palabras o declaraciones. Tiene que tener una actuación consecuente y eso es oponiéndose a todo su plan dentro del Congreso y sobre todo en la calle, donde se definen las peleas. No puede ser el discurso de que hay que esperar que la gente haga la experiencia con este gobierno, para que luego salga a la calle. No se puede esperar, hacer eso es que cada día una familia trabajadora más caiga en la pobreza, esperar es que avancen con medidas autoritarias y represivas con quienes quieran salir a defender sus derechos. No se puede esperar. Es el mismo sector que por su política de sometimiento al imperialismo y su defensa de las ganancias de los capitalistas, empobreció a nuestro pueblo, generó repudio que la derecha reaccionaria aprovechó. Es responsable de no actuar rápido y decidido. Todo para no poner en crisis el régimen burgués, que es el que defiende. Y es precisamente este equivocado accionar político, el que vuelve a manifestar la necesidad de construir algo nuevo junto con la izquierda, sin depositar expectativas en que el PJ traerá soluciones, cuando ha sido claramente parte de traer el problema.

El rol de la izquierda, ante este cambio de situación

Como quedó demostrados solo la izquierda ha tenido una definición de salir rápidamente contra la avanzada reaccionaria. Esto no puede quedar solo en la movilización multisectorial que por supuesto es muy positiva. Por eso desde la izquierda impulsamos como política central la política y exigencia a la burocracia de que el paro del 24 no sea una acción aislada, sino el inicio fuerte de un verdadero plan de lucha y una acción militante de todo el movimiento obrero y popular. Hay que demostrar que se puede derrotar el plan de Milei y presentar a la vez una alternativa política al reaccionario de Milei, al desastre que nos ha traído el peronismo y las otras variantes burguesas que han gobernado el país.

Es por eso que a la par de las acciones de forma inmediata y el apoyo a paros, marchas y cacerolazos a las cuales hay que impulsar, hay que seguir insistiendo en la necesidad de transformar el Frente de Izquierda Unidad, para que sea una verdadera alternativa para millones de trabajadores y para la juventud. Convocando a todos los sectores del activismo de izquierda y a los descontentos con el gobierno anterior a construir algo nuevo y transformar a la izquierda en una fuerza política de mayor peso político y social, convocante, abierta, con mecanismos de participación democrática, y con su sólido programa de transformaciones que realmente dan respuestas de forma conjunta a los hechos de la realidad política de nuestro país, con una militancia activa impulsando ese programa de fondo, anticapitalista y socialista. Tenemos una gran responsabilidad y desafío por delante. Y lo asumimos con toda nuestra fuerza.

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