El 11 de marzo del 73, con casi el 50% de los votos, gana las elecciones Cámpora. Triunfaba el peronismo luego de 18 años de proscripción. Las expectativas eran muchas, pero existía un gran interrogante: ¿volverían la justicia social, la independencia económica y la soberanía política? La historia indicó que no, por lo cual una visión crítica de este período resulta muy relevante, más aún cuando la actualidad presenta un hilo de continuidad.
El régimen dictatorial de la “Revolución Argentina” agonizaba. Había sido herido de muerte por el Cordobazo que se llevó puesto primero a Vasena (1) y luego a Onganía(2) y que cuestionó el plan de sometimiento al imperialismo yanqui del país. Luego de la renuncia de Onganía, asume un sector militar con la tarea a encontrar una salida política para poder terminar de someter al país al imperialismo estadounidense. Debido a la debilidad en la que había caído, la dictadura lanza un plan de apertura en donde le da aire a la CGT para intentar encauzar las demandas laborales en un contexto de importante inflación. Esto no frena las luchas. Debilitado, el gobierno pacta una salida electoral “sin proscripciones” con la UCR y el peronismo en un documento conocido como La Hora del Pueblo.
Las luchas siguieron, el Vivorazo(3) se llevó puesto a Roberto Levinston, general que había sustituido Onganía, y le sucedió el general Alejandro Agustín Lanusse, el encargado de lograr una retirada ordenada. La situación era muy delicada y las expectativas sobre un probable nuevo gobierno peronista tonificaba al movimiento de masas. Por esta razón el pacto entre la UCR, el peronismo y los milicos excluyó al propio Perón de la posibilidad de ser candidato.
“Cámpora al gobierno, Perón al poder”
La consigna sintetizaba la paradoja del régimen, la debilidad que tenía la clase dominante para lograr su voluntad sin problemas. El proceso de extranjerización del capital y el sometimiento de la Argentina al nuevo amo del mundo no era un proceso acabado. El imperialismo yanqui cedió a esta salida intermedia para ganar tiempo y seguir desarrollando su plan de consolidar su hegemonía en todo el continente. Es por eso mismo que en la asunción del propio Cámpora estuvieron el Secretario de Estado yanqui y el futuro Jefe de la CIA.
Gobernaba pero no controlaba: amnistía arrancada
Desde el día de su asunción, Cámpora tuvo que moverse al ritmo del movimiento de masas. Una de las promesas de campaña había sido la libertad a una enorme cantidad de presos políticos que habían luchado contra la dictadura. Luego de finalizado el acto de asunción se desarrolló una enorme movilización hacia el penal de devoto y otras cárceles del país para exigir que se cumpla de inmediato la amnistía. La muchedumbre fue a liberar a los presos, hubo enfrentamientos y muertos y el gobierno tuvo que decretar la amnistía.
Primavera camporista
El gobierno de Campora se caracterizó por el Pacto Socialarmado por Gelbart, ministro de economía y dirigente de la CGE. Un sector de la burguesía había creado la CGE, una gremial empresarial paralela a la tradicional UIA. El plan Gelbard y su pacto con la burocracia de la CGT consistió en un congelamiento de precios, un aumento de salarios por única vez y la suspensión de las negociaciones paritarias por 2 años. En los hechos resultó un chaleco para los trabajadores ya que los empresarios siguieron aumentando el costo de vida por infinitas vías.
En el plano de la educación hubo una adecuación a la situación del movimiento estudiantil, que había sido protagonista importante de procesos internacionales como el Mayo francés y los provincialazos en nuestro país.
Y, en el plano de la política internacional, Argentina formó parte de los llamados países no alineados (en relación al mundo bipolar de postguerra), como forma de intentar pivotear y poder vender productos agrícolas al bloque comandado por el estalinismo.
En síntesis, los trazos gruesos de la política tuvieron que ver con la presión social y el intento de contener la situación sin que desborde los marcos del sistema capitalista. Lo que no fue una decisión a partir de la presión popular fue poner en el gabinete al polizonte López Rega, alias “El Brujo”, quien fue el fundador de la triple A, bajo las órdenes del propio Perón. Había sido policía y era parte de una logia anticomunista a cargo del Ministerio de Bienestar Social.
Perón dio su veredicto públicamente.
La llamada Masacre de Ezeiza4 vino a mostrar la necesidad del establishment de imponer un claro reordenamiento de la situación política, pegándole un golpe a las expresiones más radicalizadas del peronismo y, aprovechando la circunstancia, a toda la izquierda y los luchadores, para fijar un curso claro hacia la derecha. Para ello se necesitaba del propio Perón.
El plan de renuncias y asunciones para poder convocar a nuevas elecciones fue diseñado por López Rega. La fórmula Perón-Perón asumió al final del 73, ganando con más del 60% de los votos. Una vez más, las expectativas chocaban con la realidad y Perón, en su último 1º de Mayo, ante los cantos de montoneros de “qué pasa, qué pasa general que está lleno de gorilas el gobierno popular”, lanzó su sentencia de “estúpidos imberbes”, echando a los Montoneros y la Juventud Peronista de la plaza.
Los límites del nacionalismo burgués
Este ejemplo histórico muestra cabalmente el hecho de que es imposible llegar a buen puerto sin atacar las raíces de los problemas. Para enfrentar al imperialismo hubiera sido necesaria una revolución socialista. En un enfrentamiento entre intereses antagónicos, una premisa básica es que si los que tienen un programa que está dispuesto a ir hasta las últimas consecuencias no enfrentan a una fuerza política que tenga un programa que vaya en el sentido opuesto, el resultado está cantado. Los experimentos de los llamados populismos LLAA de este siglo dan sobrada muestra de esta realidad insoslayable.
La historia se repite: primero como drama, luego como farsa
El kirchnerismo pudo cultivar entusiasmo y sueños de cambio. Así como Cámpora estaba condicionado por el ascenso de las masas, el kirchnerismo estuvo condicionado por el Argentinazo. Y así como Perón (porque la virtud de Cámpora era obedecer) puso a López Rega, Cristina puso a Alberto en la presidencia. Como en aquel momento la ilusión de volver a un mejor pasado con Alberto también estuvo presente, aunque con pretenciones bastantes menores ni soberanía política, ni independencia económica, ni justicia social sino simplemente mayor inclusión, y acá estamos. Se toleró a Alberto Fernandez, se toleró pagar la deuda con el hambre del pueblo y ahora hasta a Massa se tolera. No se los puede cambiar desde adentro. Por supuesto que en la retórica de Cámpora y la actual de Cristina hay incluso una distancia. Pero lo más importante es que hay una continuidad: dicen ser el ala izquierda del peronismo y siembran esperanzas en un proyecto político que a la larga termina garantizando los intereses del imperialismo que somete al país. La convalidación de la Deuda Externa trucha de Macri es todo un síntoma de un proyecto político en este sentido defienden un programa: garantizar la reproducción del sistema capitalista y eso es directamente incompatible con las tres banderas históricas del peronismo, e incluso ya ni siquiera es compatible con el avance de la “inclusión”
Si quieres un resultado distinto, hay que hacer algo distinto. A vos que nos lees y que ya no sentís el mismo entusiasmo, la misma confianza, que te generan dudas cada nuevo paso que dan hacia la derecha, con vos queremos construir algo superador, una organización política que realmente esté dispuesta en ir hasta el final. Hagamos una experiencia juntos.
1. Adalbert Krieger Vasena, economista que intentó aplicar una política económica de shock de corte neoliberal dictada por el imperialismo yanqui
2. Juan Carlos Onganía, militar del ejército (caballería) que encabezó el golpe de Estado autodenominado “Revolución Argentina” en 1966.
3. Como Vivorazo o segundo Cordobazo es conocida la movilización de masas que se produjo en dicha provincia el 15/03/71
4. Nombre con el que se conoció a los incidentes provocados por la derecha sindical y política peronista ante el acto por la vuelta del General, el 20 de junio de 1973.