1. El domingo 11 de julio estallaron en Cuba las movilizaciones más grandes que se recuerden, muy superiores a las del «maleconazo» de 1994. Miles marcharon en varias ciudades protestando por la falta de comida, de medicamentos y los prolongados cortes de luz en medio de una aguda crisis económica, agravada por la pandemia de Covid-19 y el bloqueo criminal del imperialismo yanqui.
2. La Revolución cubana de 1959 desafió a todo el orden mundial. A 150 km del imperialismo hegemónico y en contra de la política de la burocracia soviética el pueblo de una pequeña isla gobernada por un dictador y colonizada se sacó de encima al dictador y a sus colonizadores, tomó el poder en sus manos y terminó expropiando a la burguesía. Se convirtió en inspiración para toda una generación, lo que ayudó a forjar una masiva vanguardia de jóvenes revolucionarios y a desencadenar una ola de rebeliones y revoluciones en América Latina y otras regiones del mundo.
3. A lo largo de los siguientes 60 años, a pesar de los incansables intentos del imperialismo por derrotarlo, a pesar del ahogo del continuo bloqueo asesino de Estados Unidos, a pesar de la caída del sostén vital que significaba la URSS para la economía cubana, a pesar de una dirección burocrática que se negó a expandir la revolución internacionalmente como pregonaba el Che y a profundizarla internamente, impulsando la más amplia democracia obrera, y que ha encarado decididamente un camino de restauración capitalista, el pueblo cubano se resiste a perder sus conquistas revolucionarias. La defensa de esas conquistas y la recuperación de las que se han perdido es tarea central de todo revolucionario.
4. Las protestas que estallaron el 11 de julio son fruto de contradicciones que se han acumulado a lo largo de muchos años. El criminal bloqueo yanqui, que se intensificó durante el mandato de Trump y no se ha aflojado desde que asumió Biden, es la principal causa de la carestía en la isla desde que se implementó hace seis décadas. La política de restauración capitalista de la dirección cubana, que viene desde hace años pero se aceleró en el último período ha agravado la desigualdad y la pobreza del pueblo cubano. La pandemia de Covid-19 asestó un fuerte golpe adicional, liquidando el turismo del cual depende la economía nacional y provocando una caída del 11% de su PBI en 2020. En respuesta a esta situación, el gobierno implementó medidas de ajuste contra el pueblo. La pandemia en sí llegó a un pico de contagios y muertes los días previos a la protesta del 11 de julio. Aunque Cuba ha desarrollado su propia vacuna, la vacunación viene muy atrasada por la escasez de jeringas fruto del bloqueo yanqui y la planificación burocrática de los programas sanitarios. Esta combinación produjo la situación de desabastecimiento de comida y medicamentos básicos y los cortes de luz prolongados que finalmente hizo estallar el descontento social acumulado en las calles.
5. El retroceso de las conquistas y el curso acelerado hacia la restauración capitalista, pregonada por la burocracia cubana como única salida frente al bloqueo y el aislamiento en última instancia, también son producto de la adopción en la isla de la política estalinista del socialismo en un solo país y la coexistencia pacífica con el imperialismo; de haber actuado como un freno de la revolución latinoamericana al utilizar el enorme prestigio logrado por la revolución y llamar en su momento a que Nicaragua no fuera otra Cuba y El Salvador otra Nicaragua y más recientemente aconsejando a Venezuela no salir de los marcos del capitalismo y trasladarle el mismo modelo burocrático que impide la libre iniciativa de las masas y provoca retrocesos en la conciencia revolucionaria y socialista.
6. El imperialismo busca aprovechar el descontento social y la relativa debilidad del régimen cubano, que no tiene la misma legitimidad que tenía Fidel, para intentar someter al pueblo cubano, liquidar la independencia que sostuvo durante décadas y el desafío que representó todos estos años y recuperar a la isla para el libre usufructo de sus capitales, transformándola en su semicolonial. Sus intensiones quedan claras en el expeditivo y cínico apoyo que ofreció Biden a los movilizados y la inteligencia común con los sectores que en la movilización levantaron consignas como «abajo el comunismo» o «Patria y Vida», en referencia a la canción compuesta por músicos gusanos en Miami. Alertamos al conjunto del pueblo cubano y a los pueblos del mundo que un triunfo del imperialismo yanqui sobre Cuba sería una importante derrota para los trabajadores cubanos y para la clase obrera mundial. Los revolucionarios en primer lugar nos debemos ubicar claramente del lado del pueblo trabajador para frenar todo intento imperialista por intervenir en la isla.
7. La movilización del 11 de julio, sin embargo, ha sido heterogénea. Como muy bien han informado sectores marxistas desde la propia Cuba, estas surgen genuinamente del descontento del pueblo por las penurias extremas que están sufriendo. No estuvieron dirigidas por organizaciones contrarrevolucionarias, aunque las consignas imperialistas predominaron debido que estas fueron el único sector que actuó organizadamente. Mayoritariamente fueron sectores de trabajadores que se movilizaron de manera independiente. A su vez, sectores intelectuales de izquierda que reclaman libertad de expresión también participaron, como así también un importante sector lumpen proletario que aprovechó para desarrollar desmanes y enfrentamientos.
8. La mejor manera de frenar el imperialismo sería revirtiendo el actual curso restauracionista, girando la política oficial hacia resolver la carestía del pueblo, liquidando los privilegios y la acumulación de riquezas del minoritario sector dirigente, avanzando hacia una apertura democrática para todas las organizaciones obreras y revolucionarias y apoyando a los pueblos que se levantan en rebeliones y revoluciones en el resto del mundo llamándolos a romper con el sistema capitalista e imperialista para expandir la revolución. Lamentablemente, el régimen va en la dirección contraria. Su respuesta a las protestas fue represiva, dispersando las movilizaciones con palos y gases lacrimógenos y arrestando a cientos de manifestantes, incluso activistas de izquierda y socialistas, hasta militantes del propio Partido Comunista como Frank García Hernández del portal Comunistas Blog. Y lejos de adoptar políticas para paliar la carestía popular, recuperar el terreno perdido y hacer avanzar la revolución socialista, el régimen reafirma el camino de restauración capitalista que ha iniciado hace tiempo. De esa manera, el gobierno cubano agrava las causas del descontento social, indirectamente ayudando al imperialismo a mostrarse como alternativa. Aunque se evite la avanzada del imperialismo yanqui sobre la isla, una consumación de la política de restauración del régimen cubano al estilo del realizado por la burocracia del PC chino, también sería una derrota del pueblo cubano. Por lo tanto, los revolucionarios no podemos brindarle nuestro apoyo político al régimen del Partido Comunista cubano ni al gobierno de Díaz-Canel.
9. La Liga Internacional Socialista se opone a toda injerencia imperialista, defiende la independencia de Cuba incondicionalmente y lucha por derrotar el bloqueo criminal de Estados Unidos contra su el pueblo cubano. Defendemos las conquistas de la revolución del 59 y la recuperación de las que se han perdido. Nos oponemos a la política de ajuste actual y al curso de restauración capitalista que viene persiguiendo el régimen de Díaz-Canel y Raúl Castro. Exigimos la libertad de los presos por manifestar, la apertura de la democracia obrera y socialista y un giro hacia la profundización de la revolución en Cuba e internacionalmente. Ni la intervención imperialista ni la restauración capitalista controlada desde el Estado cubano ofrecen solución alguna a los problemas del pueblo trabajador de Cuba. Solo el camino de la revolución permanente, el internacionalismo y el socialismo con democracia obrera pueden garantizar el futuro del pueblo cubano. Eso será posible si a partir de las enseñanzas que deja la actual situación los sectores más conscientes de la clase trabajadora, la juventud y la intelectualidad avanzan en poner en pie un verdadero partido socialista revolucionario en el país.