Desde esta mañana comenzó a regir un nuevo aumento en los combustibles, del 1% en las naftas y 1,9% en gasoil en el marco de un aumento general en todos los biocombustibles, según informó la Secretaria de Energía. El nuevo aumento, que es un golpe al bolsillo de amplios sectores populares, no es el primero sino el tercero en lo que va del año.
El aumento, es explicado por la cámaras del sector por el “aumento en los costos de producción”, una justificación insólita y repetida para aplicar aumentos recurrentes, en un sector que gana miles de millones cada mes a través de este negocio.
El gobierno de Fernández y el Frente de Todos, nuevamente impulsa y permite estos aumentos y se coloca así a favor de las ganancias corporativas y contra el bolsillo de las familias trabajadoras que sufriremos el nuevo aumento. Sabiendo además que, como siempre sucede, cada aumento en los combustibles luego se traslada a otros productos por el salto en los gastos de movilidad y transporte, y termina afectando al conjunto de la economía familiar.
En el inicio de este 2021, venimos viendo como la inflación no cesa y avanzan los precios de productos de consumo popular, proceso inflacionario que es un ajuste de hecho al salario y al cual estos aumentos de combustible vienen a profundizar las dificultades cotidianas de millones.
Las familias trabajadoras del país volvemos a sufrir un nuevo aumento, mientras a la par desde el gobierno y las patronales se pretende poner techo en las próximas paritarias, con lo cual el salario, al igual que en el 2020, continuará perdiendo frente a la inflación.
Febrero arranca así con un nuevo ataque al bolsillo popular. Y recoloca una vez más, la necesaria discusión de fondo sobre que hacer con toda la política energética que lejos de las ganancias e intereses de grandes corporaciones, debería estar plenamente en manos estatales y bajo control obrero y social, para terminar con este robo permanente.