La expedición casi presidencial de Sergio Massa a China está en su recta final. Luego de varias noticias que inflaron el viaje de la comitiva -también integrada por Máximo Kirchner-, donde supuestamente habrían conseguido “nuevas inversiones”, se confirmó una mala para el ministro. El banco de los BRICS resolvió que recién para el mes de agosto discutirán la integración de Argentina al mismo. Así, se derrumban las expectativas de fondos frescos que fortalezcan las menguadas reservas del Banco Central.
Fue el jueves 1 de junio cuando la titular del Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) de los BRICS, Dilma Rousseff, le confirmó a Massa la noticia. De esta forma, se cae un canal esperado por el tigrense para obtener asistencia financiera. Ahora, el ministro tendrá que esperar a la próxima reunión que se realizará en agosto, en Sudáfrica. Claro que, el canal de “inversiones frescas” no es gratuito. Argentina, para poder ingresar al banco de los BRICS deberá realizar un aporte al mismo de unos US$ 250 millones. Los mismos, como es de público conocimiento, se pagarán con bonos soberanos del Fondo de Garantía y Sustentabilidad. Otra vez se rifan nuestros recursos para solamente endeudarnos, una postal de cada viaje que realiza Massa, ya sea en Estados Unidos o China.
Mas allá de que Massa haya dicho que lo que se consiguió “es un muy buen resultado”, lo cierto es que fue otra mala nueva para la motiva que se encuentra en China. La noticia comunicada por Rousseff se suma a otra noticia negativa, ya que el ministro de Economía tampoco consiguió financiar las relaciones comerciales de Brasil por medio de reales, buscando resguardar los pocos dólares para la tarea imposible de incumplir de pagarle al FMI. El par brasilero de Massa, Fernando Haddad, fue quien recalcó que tal promesa no se dio ya que “no tuvimos tiempo, no hubo espacio”.
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Al periplo del presunto candidato a presidente por el Frente de Todos, con el respaldo de Cristina Fernández de ser así, sólo le queda una esperanza para tener algo de dólares “librados” de cara a la carrera electoral. Este mismo viernes se espera, en una reunión con funcionarios del gobierno chino, que se de la renovación de los swaps por US$ 18.000 millones y la ampliación dentro de ese paquete de U$S 5.000 a U$S 8.000 millones de la posibilidad de usar esas divisas. La comitiva quedará a merced de lo que resuelva el gigante asiático, que lejos del barniz realizado por Máximo Kirchner, nada tiene de imperialismo benefactor.
El propio analista liberal del diario conservador La Nación, Carlos Pagni, en uno de sus artículos recientes destacó las diferentes tasas de intereses que dan distintos países para la conformación de swaps, allí destaca: “La tasa de la Reserva Federal para los swaps de monedas, como los que tiene con México o Brasil es de alrededor el 1%; la de los préstamos del FMI, de 2,5%; la de los préstamos de la Eurozona, del 3,2%; la de los préstamos del Tesoro de los Estados Unidos, del 4,9% y la de los préstamos chinos, del 5,2%”. Una muestra de la voracidad de este país para avanzar sobre los países semicoloniales, como el caso de Argentina.
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La aclaración reciente, vale destacar, lejos está de ubicar en un lugar menos malo al imperialismo que aún es hegemónico en el mundo: Estados Unidos. Lejos de eso, como venimos remarcando en este medio, es necesario cortar de raíz con las pinzas que el mismo aplica por medio de organismos de crédito con el FMI. Quien no piensa lo mismo es Sergio Massa, que mientras negocia entrega con mineras chinas y el propio Estado del país asiático, también tiene un ojo puesto en las negociaciones con el Fondo, para que se firme el adelanto de los desembolsos por US$ 10.000 millones.
Más allá de que el actual gobierno consiga algo de aire temporal para las reservas y detener el clamor de una corrida cambiaria y una posterior devaluación, todas las políticas aplicadas son meros parches. La resolución al problema financiero del país por parte del Frente de Todos, Juntos por el Cambio o los liberfachos, no conduce a más de los males recién mencionado, que redundarán en más ataques a los bolsillos de los trabajadores y sectores populares.