“Justicia, justicia”, se escuchaba en el cruce entre Acoyte y Rivadavia, acompañado del sonido de las cacerolas que aparecen todos los miércoles a la noche. Desde el 20 de diciembre, los vecinos de Caballito, organizados en la asamblea del barrio, se juntan todas las semanas en la misma esquina para protestar en contra de las políticas de ajuste del gobierno de Milei. Sin embargo, esa noche, el cacerolazo tuvo un sentido especial. Se trató de un homenaje a Ramón y Nelly, las dos víctimas fatales que se cobró el derrumbe de la semana anterior.
La convocatoria era a las 20 horas como todos los miércoles, pero esta vez, a propuesta nuestra, se pidió traer una vela y una flor en memoria de los vecinos fallecidos. “Les agradezco con el alma la solidaridad y el apoyo que nos traen” dijo Ariel, el hijo de Nélida que se hizo presente en el homenaje junto a su hermana Silvia, en conversación con los vecinos que los acompañaron hasta el lugar del derrumbe.
Un abrazo para Ariel y Silvia
La bronca y la angustia generalizada entre los vecinos activó rapidamente un dispositivo de contención y de respuesta ante lo sucedido. En la asamblea del sábado, se había pactado caminar hasta la veterinaria donde trabajaba Ramón para dejar allí las flores y las velas, pero de camino hacia el local se decidió ir hasta la puerta de su casa a pedido de sus familiares. La diputada de la Ciudad de Buenos Aires Cele Fierro, por el MST en el FIT unidad, se hizo presente durante la noche acompañando el pedido de justicia.
Durante el recorrido, Silvia contó la historia de su padre Ramón quién estaba muy presente en el barrio. Con sus 82 años seguía yendo todos los días al petshop en el que vendía alimento balanceado. La hija de Ramón remarcó el amor por sus animales y agregó con tristeza que no fue solamente la vida de sus padres que perdieron en el derrumbe sino también la de sus mascotas que quedaron bajo los escombros.
“Los políticos que nos gobiernan nos dejaron solos, pero ustedes no. Me siento muy acompañada por esto” expresó Silvia frente a la asamblea mientras los vecinos mantenían prendido el fuego de las velas que el viento intentaba apagar. Lo que no se apagó fue el sentimiento de apoyo y solidaridad frente a la violencia del gobierno y la (in)justicia porteña que se llevó puesta una familia.
Dos víctimas del negocio inmobiliario
El relato de Adrián sobre la brutalidad del hecho no dejó escapar un dato crucial. Treinta minutos antes del derrumbe, la Justicia había fallado en contra de la acción judicial que pedía la detención inmediata de la construcción por el riesgo inminente de derrumbe por las pésimas condiciones en las que se estaba llevando a cabo la obra. 30 denuncias no fueron suficientes para que el Gobierno de la Ciudad atienda un reclamo que mató a dos personas.
“Gracias al negocio inmobiliario y a la corrupción hoy no tengo mas a mi mamá y a mi tío” fue una de las últimas palabras que dijo Ariel en el homenaje frente a la casa derrumbada. Porque sabe que lo que se llevó a Ramón y Nelly no fue un accidente, sino que fue obra directa del gran negocio que lleva a cabo hace años el Gobierno de la Ciudad con las constructoras e inmobiliarias para poner todo metro cuadrado al servicio de la especulación. Un código urbanístico hecho a medida para que se pueda construir en todas partes, una AGC (Agencia Gubernamental de Control) que otorga permisos de construcción en cualquier lugar en donde cierren los números y una Justicia que falla a favor de las inmobiliarias: un modus operandi que termina en hechos como este.
Mientras que se construyen torres y se destruyen varios espacios verdes y públicos para edificar, varios vecinos expresan a diario lo difícil que se hace poder alquilar y conseguir un techo propio. Claro está que el negocio inmobiliario no está puesto al servicio de solucionar el déficit habitacional ni de garantizar el derecho a la vivienda ya que mientras el número de personas que viven hacinadas o viven en la calle aumenta, más de 200 mil viviendas en la Ciudad de Buenos Aires se encuentran vacías.
La respuesta y la reacción que tuvo la asamblea y que tienen varias organizaciones vecinales a diario frente a los atropellos contra la vida, la vivienda y los espacios verdes son síntomas de un modelo de ciudad hecha para los negocios, pero que en oposición encuentra vecinos que se organizan y luchan para cambiar esas prioridades: por una Ciudad que esté al servicio de las necesidades sociales y no de la especulación.
Joaquín Gonzalez, estudiante de periodismo, integrante de la Asamblea de Vecines de Caballito.