viernes, 3 mayo 2024 - 18:54

Por debajo de la línea de indigencia. Nuevo salario mínimo vital y móvil

El escándalo inflacionario es tal que el propio aumento del salario mínimo vital y móvil (SMVM) tuvo que superar el techo del 40% que hace unas semanas atrás anunciaba el gobierno como pauta salarial. Dos hechos influyeron en la determinación del aumento:

1) El día anterior se conocía la inflación oficial del mes de febrero, del 4,7%, con lo cual se acumula un 8,8% en el primer bimestre del año. En el rubro alimentos llegó al 7,5%.
2) Un acampe muy fuerte, inicio de un plan de lucha de los movimientos sociales combativos y la puja salarial con paritarias abiertas.

Con ese telón de fondo sesionó el Consejo del Salario para fijar el nuevo SMVM y se cuidó de no echar más leña al fuego. Sin embargo, el aumento es en cuotas y lo más probable, dado la dinámica de la inflación, es que siga estando por debajo de la línea de indigencia.

Veámoslo mejor: el acuerdo es en 4 tramos que se cobran a mes vencido. De esta manera, de $ 33.000 en abril (que se cobra en mayo, dato importante porque la inflación es anterior) llega con un 18% a $ 38.940. En junio (se cobra en julio) $ 42.240; agosto (en septiembre) $ 45.540 y por último diciembre (en enero) $47.850.

Proyectando el ritmo inflacionario actual, a razón de una estimación del 54% anual y sin tener en cuenta que incluso que la inflación en los productos alimentarios viene teniendo mayor incidencia, llevaría la canasta de indigencia a $ 40.448 en mayo, $ 43.748 en julio, $47.318 en septiembre y en enero de 2023 a $ 55.345.

La realidad destruye el discurso

EL SMVM debería contemplar lo mínimo para que un trabajador o trabajadora mantenga su vida y se pueda movilizar. Por lo tanto, debería ser mayor que la canasta alimentaria. Sin embargo, desde enero del 2020 el salario mínimo, vital y móvil se mantiene por debajo de la línea de pobreza.

Hoy la canasta alimentaria (o de indigencia) se ubica en $ 34.344, el SMVM es de $33.000 y la proyección, que es bastante generosa, muestra lo inobjetable.

Se podrá decir que en agosto puede haber revisión, pero ya sabemos cómo es la misma: mantiene esta tendencia. En el 2021 ya sucedió. Hubo revisión por la brutalidad de la inflación, pero se ajustó para que siga por debajo de la línea de pobreza, es decir, para que ni cumpla con su nombre.

Además hay que tener en cuenta que el SMVM afecta a una parte minoritaria de la clase trabajadora, que es la que está registrada (en blanco). También tiene incidencia en el valor de la asistencia social y en muchos adicionales descriptos en algunos convenios colectivos de trabajo. Pero para todo, el trabajo informal no obliga a nada.

Es evidente por todo lo anterior que no puede prever incluso las consecuencias económicas del ajuste que se viene por el acuerdo bochornoso con el FMI, que es necesario más que nunca fortalecer una nueva dirección sindical y política al servicio de las y los trabajadores.

Tanto lo que ganamos, como las condiciones de vida de las y los trabajadores necesitan un cambio de rumbo completo y eso solo se va a poder hacer si reemplazamos a todos los burócratas que se sientan en el Consejo del Salario. En eso estamos.

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