Pasada la medianoche en Tucumán, con represión en los alrededores y sin todos los gobernadores, se firmó el pospuesto Pacto de Mayo en la Casa Histórica de la provincia.
Punto de inflexión
Del encuentro participaron 18 gobernadores, los expresidentes Macri y Rodríguez Saá, el Gabinete y algunos personajes de las Cámaras de Diputados y Senadores. A la ausencia de la Corte y la CGT se le sumó Victoria Villarruel, quien acusó un resfrío para no ir a Tucumán.
Para el presidente, nuestro país se encuentra en un punto de inflexión, un punto de quiebre en la historia de nuestro país donde “el abismo se hace tan claro que el cambio se convierte en una obligación y una urgencia”.
Que el abismo se puede observar es algo que se puede coincidir con Milei. En siete meses de gestión la motosierra de Milei multiplicó el hambre y la pobreza, aumentó la desocupación, provocó una caída en la industria y el consumo, se disparó en varias ocasiones el dólar y la economía se encuentra en una profunda recesión.
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Fase 2
Lo anunciado por Caputo y Bausili en lo económico tiene un correlato en lo político. La fase 2 del gobierno no solo incluye el cambio en los pasivos remunerados del BCRA al Tesoro, sino que se le suma una política de mayor acuerdo los sectores de la casta.
Milei necesita que su proyecto político se vea confiable, para eso el Pacto de Mayo es una forma de que las medidas futuras tengan mayor volumen político. En el mismo sentido se da el anunciado Consejo de Mayo, como mecanismo para trasladar este volumen a la respuesta política más diaria.
En esta nueva fase de gestión con la llegada de Sturzenegger se profundiza la desregulación y el desguace sobre el Estado y sus funciones, lo expreso Milei diciendo que “un estado chico con funciones delimitadas vale mas que un estado grande” y que su gobierno “perseguirá una agresiva agenda de desregulación económica”.
Los 10 mandamientos
Según Milei, los diez puntos firmados “son leyes básicas inalterables de la economía” y al pacto en sí, lo denomina un “símbolo de cambio de época”.
Los puntos firmados en el pacto defienden por sobre todas las cosas la sacrosanta propiedad privada, el equilibrio fiscal innegociable y una reducción del gasto público a niveles históricos, en torno 25% del PBI.
Por otro lado, desliza la rediscusión del modelo de coparticipación federal, ya que considera extorsivo al actual. En medio de una disputa con Macri por la coparticipación de la Ciudad de Buenos Aires.
También propone una reforma tributaria que le reduzca la presión impositiva a los capitalistas, sumada a una reforma laboral “moderna”. Libertad para explotar a bajo costo.
Entre mayo y julio se añadió la educación como tema a pactar, agregando en texto “Una educación inicial, primaria y secundaria útil y moderna, con alfabetización plena y sin abandono escolar”. Parece ser la misma promesa de siempre que sin presupuesto, termina siendo la precarización de las condiciones de trabajo de docentes y condiciones de estudio de los alumnos.
Además, se menciona el compromiso de las provincias para explotar los bienes comunes de nuestro país, “que dios nos ha dado” según el presidente, y agrega que no hay escuchar “las demandas de las minorías ruidosas”. Porque saben perfectamente que no va a haber saqueo sobre los territorios y bienes comunes, sin resistencia de las comunidades.
Incluyen una reforma previsional con “sostenibilidad” y que “respete a quienes aportaron”. En otras palabras, quitarle la posibilidad de jubilarse a millones de trabajadores que trabajaron toda su vida de forma precarizada e informal.
Para cerrar el pacto menciona la apertura del comercio internacional para que Argentina inserte en el mundo.
Ninguno de los puntos responde a las necesidades sociales, más bien contribuyen a mayor descontento social por la profundización del plan de ajuste de Milei. Como desde el primer momento, vamos a estar enfrentando este plan de guerra contra los trabajadores y sectores populares.