A tres meses de lograr la prisión preventiva para los tres policías involucrados en el asesinato de Lito Costilla se presentan nuevos movimientos que en el caso de hacerse efectivos podrían entorpecer el proceso de lucha contra este caso gatillo fácil.
Los tres imputados bajo prisión preventiva por homicidio doblemente calificado, encubrimiento y falsificación de documentos públicos solicitaron la prisión domiciliaria hasta el juicio. Recordamos los nombres de los acusados por su accionar represivo, formados en la Policía Bonaerense, Mauricio Rodríguez Medina, Ceferino Serio Martínez y Damián Aquino.
Por otro lado Jorge Luis Torres, jefe de guardia de la comisaría sexta, acusado de encubrimiento fue sobreseído. Este sobreseimiento no implica necesariamente un retroceso en la búsqueda de justicia, es una respuesta y un intento del poder político de huir de quienes dan una lucha continua hasta que todos los implicados en el caso, los autores materiales, encubridores y cómplices políticos caigan por este asesinato.
El caso de Lucas González demuestra que las responsabilidades no son sólo de la policía, detrás de los crímenes de odio hacia los pibes laburantes y de barrio existe una mafia policial, que cometía robo a los deliverys como Lito, que junto a las complicidades del poder político y los jefes de la policía de turno trabajan para encubrir estos delitos para sus negocios con el poder.
Aún se espera que llegue el juicio para la sentencia definitiva para los tres policías. En estos años se pudo lograr que este caso tenga la elevación a juicio en tiempo récord, la prisión preventiva para los asesinos y hasta el desmantelamiento del intento de encubrimiento; pero como se ha dicho anteriormente, ir solamente contra los autores materiales no es suficiente para desmantelar toda la mafia policial y su aparato represivo, hay que disolver la Bonaerense, crear una fuerza de prevención del delito no represiva, con participación vecinal y así evitar que sigan existiendo casos como el de Lito y Lucas.
Fernando Figueroa