Mientras el FMI exige mayores ajustes y se muestra preocupado por la estabilidad del régimen político del país; y entre análisis y presiones varias, la burguesía argentina, sus analistas liberales, los responsables de las decisiones económicas, oficialistas y opositores debaten cómo seguir aplicando el plan pactado con el Fondo sin que estalle todo. Algunos pocos hablan del triunfo de Lula y futuros negocios con Brasil por el gas como un maná salvador. Mientras muchos indicadores muestran fuertes señales de alarma, los salarios e ingresos populares van muy por detrás de la inflación desbocada, soportando un brutal ajuste.
Los números no cierran. En estos días Massa y su secretario de Comercio, Matías “figurita” Tombolini, están tratando de cerrar un acuerdo para “controlar” precios –en particular de los alimentos- con las grandes cadenas supermercadistas. Las negociaciones en curso devienen en todo tipo de discusiones, algunas de ellas se hacen públicas, mostrando los tires y aflojes antes de llegar a un acuerdo.
Según trascendidos se haría un acuerdo por 4 meses en los cuales no se podrán aumentar los precios de los productos pactados por más del 4% mensual, en un intento de bajar un índice inflacionario que ronda entre el 6 y 7% mensual.
Sin embargo, como faltaría un tiempo indeterminado para cerrar la negociación, según varios integrantes menores de la cadena comercial los precios de muchos alimentos ya aumentaron un 10% en promedio en lo que va del mes. A esto se suma que toda la cadena productiva y comercial ajustó en la última crisis los precios de manera exagerada para cubrirse de una fuerte devaluación de dólar oficial, que tal como afirma el secretario de Industria De Mendiguren nunca bajó. Los márgenes de los grandes capitalistas del sector son exorbitantes.
Se calcula alrededor de un 40%. Hay denuncias, además, de depósitos llenos de aceite que se consigue en la góndola $ 600 el litro y medio, o hasta $ 900 en el caso de Natura, cuando en otras bocas de expendio existen algunas marcas a $ 400. Una enorme dispersión de precios que muestra el nivel especulativo al que se ha llegado.
Lo cierto es que el “cambio en el régimen inflacionario”, o sea pasar de un 3% a 4% a un 6% o 7% mensual, y una inflación que se proyecta alrededor del 100% anual, paso a paso nos acerca a una posible híper. Así lo reconoce Marina Dal Poggetto: “No se construye una híper de la noche a la mañana. Pero estamos trabajando activamente en forzar un nuevo cambio de régimen inflacionario que en el margen ya corre cómodamente arriba de tres dígitos anuales con precios relativos rezagados (dólar, tarifas y combustibles), con una economía muy cerrada, paritarias que empiezan a escalar, una política fiscal y monetaria que necesita (y además coordina) que la inflación se acelere y un déficit cuasi fiscal que empieza a ser preocupante en un contexto donde la tasa de interés de dólares pricea el default” (1).
Como reconoce Daniel Fernández Canedo en la edición dominical de Clarín Económico, “el aumento mensual del costo de vida de entre 6% y 7% proyecta 100% anual de inflación y los salarios corren en general detrás una carrera imposible de empatar” (2). O como señala Dal Poggetto, sin pelos en la lengua, en la cita más arriba: “una política fiscal y monetaria que necesita (y además coordina) que la inflación se acelere”. Vale la pena mencionar que Dal Poggetto no solo es considerada una economista liberal “seria” por sus pares; sino que era la primera opción de Massa antes de elegir a Rubinstein, y no aceptó porque- al igual que el actual vice ministro- pretendía realizar una devaluación importante.
La fuerte inflación es un instrumento imprescindible para cumplir con las metas de achique fiscal con el FMI, licuando el gasto social y los presupuestos del Estado, para alcanzar la meta de déficit primario -este año del 2,5% y en el 2023 del 1,9%-.
A los recortes ya realizados en el proyecto de presupuesto 2023, y a los que se van a producir producto de una inflación mentirosa, proyectada para el año que viene de apenas el 60% contra el 96% que señala Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central, se le debe sumar la subejecución de las partidas presupuestarias.
En un reportaje reciente, el secretario general de APLA, el cristinista Pablo Biró, señaló que Massa subejecutó la partida para Aerolíneas Argentinas en un 40%. En un informe publicado en elDiarioAr, el analista Alejandro Rebossio señala que: “Es notable la subejecución del gasto de diversos ministerios respecto del presupuesto por decreto de 2022, pese a que este preveía de por sí egresos actualizados por una inflación de solo 62%, mucho menor al 100% previsto por el mercado” (3).
Según la Asociación Argentina de Presupuesto (ASAP), frente a un ritmo de actualización que debería llegar al 64% en agosto para equiparar la inflación, estos fueron los montos erogados y consecuentes ajustes:
En estos días aumentaron además los combustibles en un 8% y la electricidad proporcionada por Edenor y Edesur en un 30% adicional al tarifazo ya anunciado cuando subió Massa. Se habla también de un posible aumento del transporte. El bono para indigentes terminó beneficiando a mucho menos de los que se especulaba (los escasos $ 45.000 en dos cuotas representan apenas el 0,11% del PBI- y el bono para los empleados públicos se espera para fin de año, con miserables $ 30.000 por agente. Se congela definitivamente también el programa Potenciar Trabajo.
El retroceso constante de los salarios
Este escenario de alta inflación, ganancias empresarias extraordinarias, duro ajuste en los presupuestos estatales y consecuente baja salarial y de ingresos populares fue descripto en cifras por el informe del Observatorio del Derecho Social de la CTA A. Según su estudio, los salarios se habrían depreciado desde diciembre de 2016 hasta agosto de 2022, en el caso de los asalariados formales un -15%, los empleados estatales un -23% y los trabajadores informales -35%.
Alejandro Bercovich, a su vez, muestra la evolución creciente del trabajo no registrado en la última edición del programa Brotes Verdes. Tomando datos del informe de CIFRA de la CTA- T en base al EPH de ATE Indec realizado en octubre pasado, la informalidad del trabajo creció de un 32,7% en 2015 a un 35,9% en el 2019 con Macri, hasta llegar a un récord del 37,8% durante 2022 en la gestión del Frente de Todos.
Otros analistas, como Analía Osorio y Magdalena Samadeni de la Fundación Capital (4) estiman que la caída salarial es aún mayor que la de que determina el ODS de la CTA- A: “El panorama para 2023 no luce promisorio, perfilándose un sexto año consecutivo de caída de los ingresos reales de la población, donde el salario real de los trabajadores registrados será 20,4% menor al de 2017 y el de los informales, 41,1% inferior”.
Según estas economistas, el grueso de las paritarias que se están acordando pierden poder adquisitivo frente a la inflación anual calculada para el 2022. Por ejemplo, frente a una inflación que calculan en 100,3% para todo este año en curso, estos son los aumentos obtenidos por algunos gremios importantes:
Debemos aclarar que camioneros tuvo un acuerdo total por 107%, pero solo corresponden a 2022 un 86,1%. En noviembre se aplicará solo un 27% y el resto entre febrero y agosto 2023. Bancarios y Comercio tendrán nuevas revisiones. Mecánicos tiene revisiones trimestrales, Metalúrgicos tiene revisión a fin de año y encargados de edificio consiguió un bono adicional. La inmensa mayoría está debajo de la inflación devengada.
Frente a las diatribas de los economistas liberales que se quejan por el componente inflacionario de los acuerdos paritarios, como muchos de ellos también señalan, con estos niveles de inflación, el salario y los ingresos populares se deprecian cada vez más.
Otros números calientes de la macro economía
La necesidad de cumplir las metas pautadas con el FMI, la enorme voracidad de ganancias empresaria, tan denostada y nunca controlada por el gobierno del Frente de Todos han colocado a las variables económicas al borde del colapso.
Son ya muchos los economistas que señalan que es inevitable una devaluación importante del peso (que oscila entre un 20% y un 40%) para que, manteniendo y profundizando el durísimo ajuste fiscal en curso, no colapse la economía capitalista de nuestro país. Ahora hay distintos medios e informes que señalan que la pasada crisis, contenida a partir de la subida de Massa colocó al gobierno al borde de la renuncia.
Entre esos números podemos encontrar:
- Perspectiva inflacionaria anual del 96% de acuerdo al REM (hay otros autores que la ubican más arriba)
- Tasas de interés y crecimiento del volumen de los pesos de la economía que según Héctor Giuliano “la tasa de Leliqs nominal (TNA) del 75%, que paga el Banco Central representa una tasa efectiva anual (TEA) del 107% y las tasas que pagan los bonos del Tesoro son superiores, las ultimas Ledes se colocaron a 88% de tasa nominal (TNA), lo cual representa una tasa efectiva anual (TEA) del 116%”.
Para este economista independiente, de las tres variables financieras “inflación, tipo de cambio y tasa de interés, la clave es la tasa de interés porque es la que hace que el carry trade sea negocio”.
Para Dal Poggetto, por los efectos “de la tasa de interés en los niveles actuales”, el crecimiento de los pesos será de $ 580.000 millones proyectados para noviembre, que equivale casi al triple del déficit fiscal primario registrado en agosto y setiembre.
Giuliano sostiene que “la clave para entender cómo es el sistema financiero es el juego de tres variables, inflación, tipo de cambio y tasas de interés, en donde la acción más perversa es el de la tasa de interés porque su suba empuja hacia arriba la inflación, a su vez en la economía actual tiene un efecto recesivo”. Varios economistas han llamado este fenómeno como estanflación.
- Carry trade: tasa acumulada del 45%.
Este enorme negocio de los fondos “buitres” de inversión -como Templeton y Pimco, responsables de la última corrida- consiste en ingresar dólares al país y colocarlos a tasa de interés (ahora siderales) que superen la actualización devaluatoria del peso. En estos días se calcula que, si el valor dólar oficial heredado del gobierno de Macri hubiera seguido a la devaluación de estos años, este dólar, que ahora se cotiza en $ 157 debería estar en $ 220. Un importante atraso cambiario.
Una vez hecha una importante diferencia en pesos, se vuelven a fugar estos capitales, comprando muchos más dólares de los que se trajeron. Por eso en un panorama inestable, estos fondos que se mueven a través del sistema bancario, presionan para obtener mayores tasas de interés y vencimientos a mejor plazo. El negocio es tan suculento que supera (salvo enormes concesiones y altas tasas de rentabilidad) las inversiones destinadas a sectores productivos en los que tiene que amortizarse parte del capital invertido. - Deuda en pesos: sumando la deuda del Tesoro ($ 6 billones) a la de los pasivos remunerados del Banco Central –Leliqs y Pases- ($ 8,7 billones) suma $ 14,7 billones. Este endeudamiento viene creciendo en forma geométrica. Ya representa más de 3 bases monetarias (calculada en $ 4 billones), con valores indexados y con la garantía del bono dual (que paga la tasa de interés o el valor del dólar según convenga de acuerdo al ritmo inflacionario). Según Giuliano la deuda en pesos representa el 30% del total de la deuda pública pública y de acuerdo a datos oficiales “la deuda consolidada del Tesoro más el Banco Central es de U$S 41.300 millones y U$S 58.600 millones, respectivamente. Lo que da el total de U$S 100.000 millones”.
Para tener una idea de su velocidad de su crecimiento, Dal Poggetto la compara con los pesos existentes en el sistema bancario -caja de ahorro y cuentas corrientes – y el circulante, que no están atados a ningún interés o indexación. Serían $ 9 billones. Comparados con los 14,7 billones de la deuda en pesos, esta última representa un 1,7 veces de los pesos “gratis”. A fines de 2015 esta ratio era de 0,5 veces y antes de la híper de 1989 era 5 veces menor.
El economista Cañonero, citado por La Nación del 3 de noviembre pasado, señala que “hoy faltan U$S 55.000 millones equivalentes de reservas para poder apoyar los pasivos remunerados que tiene el Banco Central”.
La inestabilidad de la economía es tal que los vencimientos mayores de los bonos del Tesoro vencen alrededor de la fecha de las PASO, en tanto se considera a los pasivos remunerados del Banco Central y su dinámica como una verdadera bomba de relojería. Debemos recordar que en crisis económicas agudas como la que se dio a comienzos del gobierno de Menem se realizó un plan Bonex, que reprogramó todos los depósitos bancarios a a diez años, y que Lacunza en los turbulentos meses del fin del gobierno de Macri defaulteó esta deuda, que ahora, tiene un volumen cada vez más incontrolado.
Florencia Donovan aportó en La Nación (5) sobre la preocupación de los bancos sobre “su creciente exposición al sector público” ya que “más de 7 de cada 10 pesos que entran a un banco hoy en forma de depósito terminan en Leliq”. Reflejando las distorsiones de la economía, el efecto combinado de altas tasas de interés y retraso del dólar, esta economista sostiene que “los números de los bancos son un fiel reflejo de la economía argentina: cada vez hay menos crédito, más cash, y el mismo empleo privado”. Aporta otro dato, hay menos tarjetas de crédito (bajaron de 41,5 millones en diciembre de 2019 a 38,5 millones este año), subieron las de débito (de 48,5 millones a 68,5 millones) y las cuentas sueldo apenas variaron de 9,7 millones a 9,8 millones.
Dólar, reservas, importaciones, cosecha y devaluación
Luego de haber tocado un piso de “reservas de libre disponibilidad negativas” en la época de Guzmán con el famoso “dólar soja” a $200, Massa logró levantarlas hasta los U$S 6.000 millones actuales. Sin embargo, a falta de ingresos más importantes que los créditos pactados con organismos internacionales (BID y Banco Mundial), existe toda una ingeniería financiera para intentar llegar a marzo, cuando ingresa el fuerte de exportaciones de la cosecha gruesa.
Entre esos recursos podemos observar el actual desdoblamiento cambiario, que es en realidad una devaluación encubierta, pero que no resuelve la falta de dólares. Ya tuvimos el dólar soja, el dólar Coldplay, el dólar Qatar, el dólar para la economía del conocimiento, ahora el dólar turista… Existen 14 o 15 tipos de dólares, pero las cuentas no cierran.
Las importaciones están “pisadas”. Solo se habrían habilitado un 12% de las solicitudes bajo el nuevo régimen de autorizaciones y se les pide a los importadores que usen sus propios dólares blancos o negros, después de haber rematado las reservas existentes en el Banco Central. Ver Reservas. El gobierno regaló a los grandes empresarios dos superávits comerciales. Esta restricción al máximo de las importaciones tendrá un claro efecto recesivo.
Según Maxi Montenegro existe una demanda de dólares para los próximos meses, en momentos en que el gobierno está intentando conservar las reservas obtenidas con el dólar soja y no tiene grandes recursos para engordar esta cifra en los cuatro meses que vienen. Las demandas de dólares estriban en U$S 8.000 millones.
De estos requerimientos, U$S 1.000 millones corresponden al dólar ahorro, por dólar tarjeta -en una estimación conservadora- se puede calcular en U$S 550 millones mensuales, un total de U$S 2.200 millones en cuatro meses; luego están las deudas comerciales para importaciones que las empresas realizaron a 180 días de acuerdo a la normativa que fijó Guzmán, lo que daría a partir de diciembre otros U$S 3.000 millones. Está el vencimiento de cupones globales de la deuda en enero por U$S 1.100 millones y el vencimiento de otros organismos de crédito (que no son el FMI) por U$S 900 millones. (6)
En momentos en que una fuerte sequía en la zona núcleo está reduciendo la cosecha de trigo (la cosecha liviana) que aportaba dólares a la economía en los difíciles meses de fin de primavera y verano, se estima en que apenas quedarán U$S 1.000 millones de superávit comercial. Incluso, ya se habla que, de continuar sin llover, se va a afectar también a la soja. Existen trascendidos de que en diciembre habrá una nueva reedición del dólar soja para que se liquiden 8 millones de toneladas, que aún siguen almacenadas en los silos.
Todos estos elementos vienen a confluir como en una “tormenta perfecta”. Mientras Massa niega cualquier devaluación brusca –y aunque la esté barajando, no le queda otra opción que negarla- muchos analistas coinciden en que es la única forma de ordenar las distintas variables de la economía capitalista del país y evitar que “el mercado” imponga una híper. Los más audaces hablan de que se espera que se realice durante el mundial de fútbol, para evitar que todo estalle en el año electoral, otros como Maxi Montenegro especulan con un sacudón en enero. Siempre en el marco de seguir a raja tabla las metas pautadas en el acuerdo con el FMI.
Con todo este análisis no terminan de profundizar, aunque varios la mencionan, al aumento de 0.75 puntos en las tasas de interés del dólar recientemente dispuestas por la Reserva Federal de Estados Unidos, que opera como un fuerte polo de atracción de los capitales que están en los países emergentes como el nuestro y tienden a la baja los precios de las commodities que exporta Argentina en el marco de una aguda crisis que está atravesando la economía capitalista imperialista mundial en su conjunto.
Dal Poggetto señala que “con esta nominalidad no hay margen ni financiamiento para el gradualismo, pero el shock requiere consistencia y sobre todo administrar políticamente los efectos distributivos que provoca”. Pasado en limpio, siempre en el marco de intentar desarrollar el acuerdo pactado con el Fondo, como ya han señalado distintos analistas hace falta un shock para evitar que todo estalle, pero como los costos lo va a pagar la población trabajadora, hace falta un gran acuerdo político para contener la segura reacción. Y esto lo ven como algo muy difícil en el marco de la impiadosa interna pre electoral y la crisis más general del régimen político.
En este sentido, como señala Leandro Gabín en El Economista (7), Gabriel Rubinstein, el vice ministro de Economía ha reconocido en la defensa del presupuesto 2023 en el Senado que “el ‘plan’ Massa solo busca evitar una catástrofe económica, pero no mucho más”. Este funcionario, que es un reconocido economista, muy escuchado por el establishment, señaló en este sentido que: “Un plan de estabilización mucho más duro en términos de bajar la inflación requeriría políticas fiscales más fuertes en términos de eliminar el déficit fiscal o bajarlo mucho más de lo que lo estamos bajando ahora, o distintas políticas cambiarias, monetarias o mismo de ingresos para ese resultado. No es esto lo que está en este momento en juego”.
Más exigencias del FMI y una aguda crisis política
En un reciente informe del FMI realizado en Santiago de Chile, Nigel Chalk reclamó a Argentina en nombre del organismo “la adopción de políticas más restrictivas”, o sea más ajuste del que ya soporta nuestro pueblo trabajador. Ver https://periodismodeizquierda.com/mandatos-del-norte-el-fmi-le-pidio-mas-ajuste-al-gobierno/
El organismo de crédito no se priva de manifestar su preocupación por la crisis política que atraviesa el país: “los riesgos a la implementación de las políticas siguen siendo elevados y es probable que aumenten aún más a medida que se acercan las elecciones presidenciales de octubre de 2023″, y remarca “especialmente dadas las persistentes dudas sobre las constantes diferencias sobre la dirección de las políticas económicas dentro de la coalición gobernante”.
En torno a este tema son muchos los periodistas que militan en la derecha de JxC que les exigen a sus dirigentes que dejen la interna brutal y se preocupen por dar respuesta a la aguda crisis que vive el país. Otros, como Dal Poggetto hablan de la necesaria “cooperación” en la transición de un gobierno a otro, hasta Cristina en su discurso en la UOM señala (y no es la primera vez) la necesidad de un pacto “democrático”.
Algunos formadores de opinión como Marcelo Bonelli, intentando demostrar la gravedad de la situación –y de paso abonando la campaña electoral – hablan de “evitar que la Argentina caiga en el abismo’ y afirma que “el Comando Electoral del Ejército – que custodia los comicios – se reunió en secreto en julio para ‘trabajar’ en un eventual anticipo de elecciones para este diciembre. La idea quedó descartada pero refleja lo delicado de la situación” (8).
Para Giuliano, “todas estas presiones ahora se deben a que quieren que ahora se haga el trabajo sucio antes del periodo pre electoral. Una devaluación y consecuentemente de un plan de estabilización luego de esa devaluación, más los ajustes que ya se están haciendo, se trasladaría a precios y a la inflación. Lo segundo es que una devaluación es un abaratamiento del costo de mano de obra para las empresas y el tercer aspecto es que el FMI y los capitales especulativos quieren que la tasa de interés sea positiva”. Mostrando la necesidad de abaratar la mano de obra del país que denuncia Giuliano, el economista liberal y ex vicepresidente del Banco Central, Gustavo Cañonero, hablando de mejorar la competitividad del país acaba de afirmar: “La Argentina tiene que ser cada vez más barata, porque en los últimos años no respetamos derechos de propiedad”.
Lo cierto es que para cumplir con los objetivos planteados por el FMI, sostener y profundizar el durísimo ajuste en curso en medio de una fuerte crisis y disputa política, de una despiadada pelea empresaria por quedarse con super ganancias a costa de llevar a los trabajadores y sectores populares a niveles de ingresos paupérrimos y de explotar todos los recursos del país, se está llevando a la economía al borde de la híperinflación o de una fuerte devaluación. “Una macro devaluación que puede destapar una nueva hiperinflación en la Argentina”, señala Giuliano.
Para salir de la crisis hace falta un programa anti capitalista
Una medida de shock como esta sería un durísimo golpe adicional a la terrible situación que la carrera inflacionaria ha dejado sobre los ingresos de la mayoría de los argentinos.
Hay en este crudo marco, voces “posibilistas” que se entusiasman ahora con que Lula podría facilitar a la Argentina préstamos a cubrir con el futuro gas de Vaca Muerta, cuando en el vecino país se confirma al presidente del Banco Central de Bolsonaro y se encarga la transición política y económica a un staff liberal que defiende los bolsillos de los grandes empresarios brasileros.
Además, aunque la economía argentina mejorara en parte sus ingresos producto de la exportación futura de energía, no hay que perder de vista que está profundamente endeudada. Como nos recuerda Giuliano, “el problema central de la economía es financiero. Empezamos a pagar el nuevo crédito de facilidades extendidas en el 2025. Ahora estamos pagando a 30 meses el crédito Stand By de Macri, que convalidamos”.
Mientras cancelamos el Stand By debemos cumplir las “metas” de ajuste que nos imponen y pagar los intereses “que oscilan entre los U$S 1.100 y 1.200 millones por año”. Relatando la secuencia de endeudamiento de estos años, este economista comenta además que “el gobierno de Macri en cuatro años aumentó la deuda pública en U$S 82.000 millones, la recibió en U$S 254.000 millones y la dejó en U$S 336.000 millones. Paradójicamente el gobierno actual de los Fernández – Fernández, en tres años ha endeudado a la Argentina más que Macri. Si uno suma la deuda del Estado central, este la aumentó en U$S 62.000 millones en estos tres años, el Banco Central la aumentó en U$S 42.000 millones. Tenemos alrededor de U$S 100.000 millones de aumento”. O sea, una tonelada de plata por la cual se escapa todo el esfuerzo nacional y el nivel de vida de los trabajadores del país.
La crisis de la economía capitalista argentina no tiene salida en el marco de este “capitalismo eficiente” y “salvaje” como no sea superexplotar aún más a la población trabajadora y extraer, con fabulosas ganancias, las riquezas naturales de nuestro territorio. Solo rompiendo con el FMI y los acreedores buitres privados, nacionalizando la banca y el comercio exterior, descargando fuertes impuestos sobre los grandes empresarios y multinacionales se podrán obtener los recursos para levantar al país y responder a las urgentes necesidades de las mayorías populares. En la emergencia actual, solo estableciendo un efectivo congelamiento de precios que utilice con dureza la ley de abastecimiento con los empresarios que especulen y aumentando sustancialmente los salarios e ingresos de la población trabajadora se podrá empezar a frenar esta inflación desbocada.
Todo discurso “posibilista” le hace el juego a los que nos están hundiendo. En épocas que Cristina se lanza al ruedo electoral hablando del salario y de frenar la desmedida sed de ganancia empresaria, que critica la deuda con el Fondo contraída por Macri, mientras respalda a Massa que se encarga de pagarla puntualmente y permitir que los grandes empresarios sigan amasando fortunas a consta de niveles de pobreza de los más grandes que ha vivido este país, nosotros afirmamos que sobra derecha, de lo que se trata es de construir una gran opción de la izquierda.
- Art. “Alta nominalidad y brecha cambiaria, una olla a presión”, publicado en Clarín el 01/11/2022.
- Art. “Desdoblamiento, devaluación y plan “platita”: los ocho comentarios que circulan sobre la economía que viene”, publicado en La Nación el 30/10/2022.
- Art. “Con el apoyo de La Cámpora, Massa insiste con su plan antiinflación de congelamiento sin saltos del dólar” publicado en elDiarioAR el 03/11/2022.
- Art. “Un nuevo año de caída del poder adquisitivo de los ingresos”, publicado en El Economista del 04/11/2022.
- Art. “Del plan primavera al plan Navidad: las medidas que prepara Massa”, publicado en La Nacion del 4/11/2022.
- Programa de Maxi Montegro. Ver https://www.youtube.com/watch?v=oLJ9pR8Z80w
- Art. “Entre el ‘Plan Llegar’ del oficialismo y ‘shock o gradualismo’ de la oposición”, publicado por El Economista del 04/11/2022.
- Art. “Ni devaluación, ni congelamiento, la promesa de Massa a empresarios”, publicado en Clarín del 4/11/2022.