Mientras las negociaciones por la reestructuración de la deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) siguen estancadas, el canciller Santiago Cafiero volvió de su viaje a Estados Unidos. Allí donde mantuvo reuniones con distintos funcionarios del Gobierno norteamericano e influyentes representantes y analistas políticos.
El objetivo fue el de conseguir el respaldo del gobierno de Joe Biden de cara al acuerdo con el organismo multilateral de crédito.
Cafiero trajo a su regreso diplomáticas palabras de apoyo al país y a las negociaciones con el Fondo. Pero ningún respaldo concreto.
El 22 de marzo próximo el país debe abonar un vencimiento de US$ 3.200 millones con el organismo, pero durante todo 2022 debería pagar más de US$ 19 mil millones, monto que supera ampliamente el nivel de reservas disponibles.
Un acuerdo deberá ser aprobado por el Directorio del organismo y por el Congreso, y obligará a nuestro país a cumplir con las metas de ajuste pautadas por el Fondo. En caso de no lograr un acuerdo ni pagar, Argentina perdería el acceso a créditos de organismos multilaterales y entraría en default con el Club de París.
Cafiero mantuvo la reunión central con el secretario de Estado de Joe Biden, Antony Blinken, pero volvió con las manos vacías. A menos de dos meses de un vencimiento que Argentina no puede afrontar, el aval del imperialismo norteamericano es fundamental, ya que cuenta con un 17% de la representación dentro del directorio del FMI, en los hechos, el poder de veto.
El pasado 11 de enero el gobierno efectuó el pago de u$s692 millones a los bonistas extranjeros por la deuda reestructurada en el 2020. Se trató del primer vencimiento en el que la Argentina estará comprometida en un clima de tensión por las reservas con las que cuenta el Banco Central (BCRA). Sólo en el primer trimestre, la Argentina deberá afrontar pagos al Fondo Monetario Internacional (FMI) por u$s3976 millones entre capital e intereses, los cuales u$s1.100 millones vencen a fin de mes. Al FMI se suma el vencimiento de u$s200 millones al Club de París.
El viaje de Cafiero estuvo al servicio de la política de Alberto y Guzmán que insisten en que la única forma de salir de la crisis es firmar el acuerdo y pagar toda la estafa. Solo están negociando la cantidad de años de plazo para pagar lo que ya está demostrado fue una estafa al servicio de la fuga de capitales.
La deuda externa es un mecanismo de extorsión y saqueo imperialista. Que está al servicio de imponer la política económica para garantizarles las ganancias a sus corporaciones.
Por todo esto la única salida es declarar un default soberano que, junto con un plan alternativo que, entre otras, implique medidas dirigidas a cambiar este modelo económico dependiente por otro de independiente y socialista, que comience por nacionalizar la banca y el comercio exterior.