viernes, 26 abril 2024 - 20:03

De la guerra a la súplica. Alberto Fernández pide “hacer algo con los precios internos”

En la mañana del día de hoy el presidente fue entrevistado en Radio Con Vos por Ernesto Tenembaum. En sus declaraciones se denotó que terminaron las declaraciones altisonantes y guerreristas sobre la inflación. Tan es así que Alberto Fernández hizo prácticamente una solicitada al Congreso, endilgándole la responsabilidad de las políticas que hay que aplicar para “hacer algo con los precios internos”.

Contrariamente a lo que dijo su ministro de Economía, Martín Guzmán, desde el Ejecutivo indicaron que para contener las transferencias de los precios exteriores a los locales “el modo son las retenciones, pero las retenciones son un tema legislativo, y necesito que el Congreso entienda la problemática y acompañe llegado el caso”. Más allá de la descoordinación en las declaraciones del Frente de Todos que denotan un gobierno paralizado, también se vislumbra una política de inacción completa. El traspaso de la responsabilidad al Poder Legislativo no es más que una medida consciente para que no salga ningún tipo de afección, aunque sea mínima, al complejo agroexportador del país.

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También con lo expresado en la entrevista dejó en claro que lo que más le preocupa son las maniobras de la derecha de Juntos por el Cambio y no enfrentar las mismas. Fernández dijo que las retenciones son “un tema muy sensible para muchos sectores y es políticamente explotado por la oposición”, y que los grandes pooles de siembra, no la “gente” del campo como el presidente dice, “interpreta que es una medida en contra de ellos”. Una muestra de tibieza que esconde la esencia de lo que se declara. La política es un choque, una confrontación de intereses, por ende, sí hay que afectar intereses de las clases que están facturando con la crisis actual y, en este caso, también con los fenómenos económicos producidos por la invasión de Rusia a Ucrania. Pero el presidente, como no quiere afectar al agro afecta a los trabajadores, dando vía libre para el aumento de los alimentos que cada vez le es más costoso a las mayorías poder acceder.

Alberto Fernández dio en esta entrevista una imagen de derrotado. Su guerra contra la inflación terminó antes de que combata. La demostración no sólo decanta en la imposibilidad de poder establecer retenciones como una decisión propia de gobierno, sino en la incapacidad de poner en función el ya anunciado Fondo Estabilizador del Trigo. A sabiendas de que se trataba de una política más que insuficiente, ni siquiera se ha podido llevar a cabo y, según el presidente, la razón es que los productores “dilatan el tema y están dilatando mucho”.

La impotencia del gobierno también hay que entenderla como una política favorable a los sectores concentrados de la economía. En otra de sus declaraciones, Alberto destacó en referencia al crecimiento económico: “La economía la encendimos, está encendida y funcionando, se está desarrollando pero no estamos logrando que la distribución del ingreso se mejore”. Una muestra cabal de la dirección del proyecto del Frente de Todos atado a los mandamientos del FMI, que no se piensan romper ni afectar de forma alguna.

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El primer mandatario también dejó en claro que a pesar del fuego cruzado con el sector representado por la vicepresidenta no hay “diferencias en cuestiones de fondo”. Sus argumentos apuntaron a que Cristina Fernández no significa ningún escollo, algo real si uno mira las maniobras que hizo ese sector para que se apruebe el acuerdo con el FMI o ahora se admitan los nuevos tarifazos. Más allá de lo discursivo y la campaña para diferenciarse, como dijo el presidente, hay acuerdos estructurales. Esos acuerdos estructurales son los puntos centrales que abonan al crecimiento de los supuestos “enemigos” de Alberto, la “derecha que niega derechos”. Lo transcurrido del mandato de este nuevo gobierno peronista no ha sido más que una réplica, en muchos aspectos, de lo que puede hacer la oposición denunciada. Las reformas laborales que se han dado por sector, la pérdida del poder adquisitivo del salario y hasta la firma de un nuevo acuerdo con el FMI, por nombrar algunos hechos, han funcionado como catalizador de los discursos derechistas que ahora el presidente dice combatir.

Con temor, incapacidad y limitaciones autoimpuestas no hay forma de combatir a estos sectores y parar, como el presidente quiere, el aumento de los precios internos. Medidas radicales, que cambien de fondo la matriz productiva y de comercialización son las necesarias para ponerle un freno a esta situación. Establecer verdaderos controles de precios, con instrumentos existentes como la Ley de Abastecimiento para terminar con la especulación, la nacionalización del comercio exterior, la instauración de una banca única de carácter estatal son algunas de las formas en las que se puede empezar a confrontar a la derecha y ponerle un freno a la escalada inflacionaria que el gobierno está permitiendo al servicio de los que dice “enfrentar”.

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