viernes, 19 abril 2024 - 09:23

Apuntes sobre el discurso de Cristina. Obviando la inflación y el ajuste, promete un futuro mejor

La vicepresidenta coronó este 25 de mayo una serie de apariciones que tienen gran repercusión mediática. Ante miles de sus simpatizantes, esta vez el relato electoral tuvo un calculado tono de centroizquierda, contra Macri y los liberales y exigiendo una renegociación con el FMI. No tocó nada de la inflación galopante, ni de la pobreza o los bajísimos salarios. Prefirió embellecer la historia de los gobiernos kirchneristas pasados y prometer un futuro mejor si seguimos votando al peronismo. Mentiras y más de lo mismo en un país en que cualquiera de las tres opciones mayoritarias traerá más ajuste y represión para imponerlo. Sobran razones para apoyar a la izquierda. 

  1. Cristina habló como si no fuera parte del gobierno, ni ella ni las decenas de funcionarios que la acompañaban en el palco o en la plaza, ni que tuviera a su derecha al ministro de Economía que aplica los acuerdos con el Fondo. Ella señala que ha sido crítica de las políticas de Alberto, como cuando señaló en La Plata que venía una etapa de crecimiento y que había que intentar que no se lo llevaran “cuatro vivos”. Si la realidad es que, como ha denunciado en otras oportunidades, las grandes corporaciones se llevaron la riqueza producida en estos años y en la otra punta vivimos índices de pobreza históricos, ¿por qué continúa en el gobierno ella y todos sus funcionarios? Si es la dirigente que más peso tiene dentro del Frente de Todos como lo demostró en la convocatoria de la Plaza de Mayo, ¿por qué no pasó de los discursos y no paró este rumbo calamitoso para la mayoría de la población trabajadora?. Quiere convencer que es una gran “opositora” del gobierno que integra. 
  2. Como no puede ofrecer nada en este desastroso presente, habla y dibuja el pasado. Señala que el país debe salir de un modelo primarizador: “No podemos seguir atados a una economía primarizada, no podemos seguir atados a los precios internacionales o a que llueva o a que salga el sol. Necesitamos dar un salto cualitativo los argentinos, de articular lo público y lo privado. Una alianza entre lo público y lo privado para agregar valor, para incorporar tecnología”. Pero en su descripción de los tres gobiernos kirchneristas pasados no explica cómo en el momento de la historia económica del país en que más divisas entraron por los precios de nuestras exportaciones no se aprovechó para trasformar esa matriz primaria de nuestra economía que nos hace tan pobres y dependientes e industrializar el país.  Pretende con números bastante cuestionables demostrar que en su último gobierno es cuando los trabajadores mejor estuvieron y no da ninguna explicación de porqué le ganó la derecha las elecciones al fin de su mandato. Porque si Macri le ganó al candidato peronista fue justamente porque para paliar la crisis económica creciente se habían descargado medidas de ajuste sobre los trabajadores y la clase media que inclinaron la votación hacia la derecha de Cambiemos. Describe como una virtud haberle pagado “taca taca” al FMI y haber cancelado deuda por 100.000 millones de dólares. Lo hace después de criticar al modelo liberal del Menem y Cavallo que endeudó al país y privatizo todo. ¿En qué quedamos? ¿Si era un fraude por qué pagaron? Tampoco explica por qué nunca se autocriticó el haber apoyado a Menem y Cavallo cuando fueron gobierno y haber sido su querido Oscar Parrilli miembro informante de la privatización de YPF. Sólo para recordar algunas cosas del pasado que convenientemente emite la doctora. 
  3. Dice que si se aplica el programa que tiene el Fondo para el país no le vamos a poder pagar: “Si nosotros, los argentinos y argentinas no logramos que ese programa que el Fondo Monetario impone a todos sus deudores, sea dejado de lado y nos permita elaborar un programa propio de crecimiento, de industrialización, de innovación tecnológica, va a ser imposible pagarlo por más que digan lo que digan”. Lo que no dice es que su ministro Massa, a quien tenía a su derecha y sigue sonando como un posible presidenciable, es un buen discípulo del Fondo Monetario y está pagando y aplicando su programa. Por ejemplo, el pasado mes de abril se redujo el gasto fiscal del Estado en un récord de 14,5%, en medio del mayor crecimiento de la pobreza de los últimos años. A pesar de haber denunciado como también lo hizo Alberto en su momento lo fraudulento del crédito Stand By récord contraído por Macri está a favor de seguir pagándolo. Solo que propone “que lo aten a un porcentaje de exportaciones”. O sea, que nos dejen crecer para poderles pagar. Una ilusión como otras ilusiones, mientras Massa está negociando otra cosa, un auxilio inmediato para las reservas, que viene con cláusulas de más ajuste que aún no se conocen específicamente, pero que los funcionarios del FMI vienen adelantando en sus consideraciones sobre el país.
  4. Habló también de la necesidad de acordar un nuevo “pacto democrático” y volvió a denunciar a estos jueces que son una “rémora monárquica de personas que son designadas de por vida y que nunca más rinden cuentas a nadie ni a nada”. Sin embargo no propuso nada en concreto que supere su pretensión de cambiar una figura por otra afín a sus intereses políticos en el poder judicial. No solo propone un “pacto democrático” a la derecha que no solo quiere aplicar un ajuste de shock, sino que propone una dura represión para aplicarlo, como Morales en Jujuy, que está proponiendo prohibir los piquetes y manifestaciones en la Convención Constituyente que está elaborando un nuevo texto en la provincia. O el electo gobernador de Salta, el massista Sáenz, que acaba de reprimir salvajemente a las docentes en lucha. Pretende aprovechar la figura de Wado de Pedro, hijo de desaparecidos, para mostrarse como adalid de los derechos humanos mientras mantiene un fuerte aparato represivo que utilizan contra las protestas populares y que apela constantemente al gatillo fácil. Así, mientras Wado criticaba el asesinato del policía que en Moreno mató por la espalda a un delincuente al mejor estilo Chocobar, Berni –uno de los alfiles de Kicillof– presente en el mismo palco, reivindica al policía. 
  5. Se muestra como defensora de los intereses del país cuando para criticar a la derecha, apoya la declaración de interés nacional del litio que han hecho otros países latinoamericanos. Sin embargo, su ministro se ha cansado de ofrecer en Estados Unidos a las multinacionales que inviertan en extracción de minerales estratégicos como el litio o el cobre –también de hidrocarburos y el agro negocio-. El antiimperialismo de Cristina es tan “jugado” que llega hasta pedir que no se lleven el mineral crudo y por lo menos hagan las baterías acá. 
  6. Finalmente, como no tiene nada para mostrar del gobierno que integra y del que trata de mostrarse opositora, solo le queda embellecer el pasado y señalar que es mejor lo menos malo. Porque eso es lo que dijo cuándo señaló que “a pesar de los errores, equivocaciones o diferencias, este gobierno es infinitamente mejor de lo que hubiera sido otro de Mauricio Macri. No tengo dudas”. 

Un relato electoral que intenta tapar la debacle social y económica que atraviesa el país 

En su estrategia de polarizar, lo que viene haciendo Cristina es implementar un relato de centro izquierda. Polariza contra el discurso liberal con la esperanza que el ultra derechista Milei sea el que exprese la polarización a derecha, diluyendo lo más posible a Juntos por el Cambio.  

Para intentar ser convincente tiene que convencer que ella que está en el gobierno, que es la que más poder de convocatoria tiene, y que no es responsable de nada. Además, tiene que convencer que Massa, que hace todo lo contrario a lo que propagandiza la jefa, es un buen compañero que se hizo cargo “de la papa caliente”. Una ardua tarea en un país donde lo que más crece es la pobreza y las ganancias empresarias, a los que el gobierno premia con todo tipo de concesiones.  

Lamentablemente, apoyar a lo “menos malo” es lo que nos ha traído a esta debacle de los salarios, las jubilaciones y prestaciones sociales del Estado. Porque lo menos malo, con un discurso progre, aplica los mismos ajustes que propone la derecha y el FMI. 

El peronismo y su variante kirchnerista atraviesan el momento de mayor debilidad y cuestionamiento por muchos sectores populares que lo votaban históricamente. Lo refleja que la gran mayoría de las elecciones provinciales son en fechas desdobladas de la nacional faltaron a la plaza la inmensa mayoría de los gobernadores y la cúpula cegetista, o que Alberto tuvo que citar a empleados de los ministerios para que la Catedral del Tedeum no quedara medio vacía. Es que entre el relato y la dura realidad que vive la población trabajadora cada vez hay más distancia. 

Muchos fueron a la plaza o esperaron ansiosos el discurso de Cristina en la expectativa de que sus críticas al FMI y el modelo actual dieran paso a un llamado a enfrentarlos, que con Wado o Axel como candidatos centrales se pudiera desplegar una política nacional y popular y llevar a la práctica el discurso con el cual ganó las elecciones el Frente de Todos.  

Lamentablemente no hay ninguna posibilidad de un “programa” distinto del FMI o de terminar con que las ganancias se la lleven “cuatro vivos”, sin romper con el Fondo Monetario y los buitres acreedores de la deuda, sin nacionalizar la banca y el comercio exterior, como propone la izquierda. Por eso el ministro de Economía que apoya CFK es a un hombre del Fondo y del establishment como Massa, y los jubilados, por poner un claro ejemplo, ya han perdido en los últimos 10 años cerca de un 24% del valor de sus ya, muy magras jubilaciones. 

A esos miles, millones, de compañeros con quienes compartimos nuestros puestos de trabajo o estudio, o son nuestros vecinos en nuestros barrios, debemos dirigirnos y plantearles construir juntos una fuerte izquierda que pueda constituirse en una alternativa de gobierno para utilizar los enormes recursos naturales y humanos de nuestro país al servicio de las necesidades de nuestro pueblo. 

Existe una gran oportunidad para la izquierda, cuya mayor expresión es nuestro Frente de Izquierda Unidad. Para poder aprovecharla hace falta superar la actual conformación puramente electoral del frente, y convertirlo en una herramienta de acción unitaria de la izquierda y los luchadores contra el brutal ajuste que se está aplicando y los graves ajustes y peleas que se vienen.  

Esa es la propuesta de nuestro MST y el Partido Obrero, que llamamos en primer lugar a las otras fuerzas que integran el FIT-U y a todo el activismo sindical, social, estudiantil, socioambiental y de los derechos de género a concurrir a un gran plenario que convocamos para resolver sobre la política, el programa y las candidaturas de la izquierda y acordar una intervención común para impulsar las luchas populares. 

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