En horas del mediodía de este viernes, sin lograr como pretendía Manzur que asistieran todos los ministros, y con la presencia de un solo gobernador, Alberto Fernández habló en la UOCRA. Con el espía de la dictadura Gerardo Martínez como telonero, su discurso estuvo lleno de promesas y relato para intentar relanzar su gestión. Tan grave es la crisis que un amague ambiguo de la mañana en torno a subir las retenciones para combatir el aumento de los precios de los alimentos tuvo que ser desmentido a las pocas horas por el ministro Domínguez a fin tranquilizar a los empresarios. Se están hundiendo, no pueden ni sostener una mentira durante un rato.
Los días previos a este “relanzamiento” estuvieron cruzados por un recrudecimiento de la interna con Cristina, muchas reuniones empresarias y políticas que especulan con el recambio de Gabinete -entre ellas del ministro de Economía- con el telón de fondo de una inflación desbocada que no cede y destruye todas las promesas electorales del presidente.
Con la presencia del elenco ministerial sin los cristinistas Wado de Pedro (Interior), Raverta (ANSES) y Volnovich (PAMI); con la ausencia de Máximo y Axel, la presencia de sólo un gobernador -el sanjuanino Sergio Uñac– y ningún intendente, ni siquiera Grey -titular del municipio de Esteban Echeverría donde se realizó el acto- Alberto lanzó un discurso ante un público convocado por el jefe de la UOCRA.
Se encontraban presentes también el titular de la Cámara de Diputados, Sergio Massa; el embajador Daniel Scioli; los dirigentes de la CGT Héctor Daer, Pablo Moyano, José Luis Lingieri y Andrés Rodríguez; los referentes de los movimientos sociales oficialistas, Pérsico, Navarro y Menéndez, entre otros.
El ex integrante del batallón de espías 601 durante la pasada dictadura, el secretario general de la UOCRA, Gerardo Martínez, presentó al presidente con un discurso destinado a la interna, reafirmando que la Constitución señala un Ejecutivo unipersonal y regalándole, de paso, una lapicera. Algo que fue interpretado como un símbolo de reclamo para que gobierne sin necesidad de rendir cuentas a la vice. En su turno, el presidente Fernández desarrolló un agitativo discurso de un poco más de un cuarto de hora destinado a resaltar los supuestos logros de su gestión en medio de una difícil situación mundial. Un mensaje que fue totalmente intrascendente y en el que no lanzó ninguna medida concreta. Ninguna medida en medio de una grave crisis en la cual los precios de los alimentos entre otros importantes aumentos no paran de subir, frente a los ingresos cada vez más deprimidos del conjunto de la población trabajadora, cuando se anuncian proyecciones de entre el 70% y 80% de inflación anual.
El relato
Luego de echarle la culpa a la pandemia y la guerra, de mentir acerca de haber ido a Europa a reclamar que las políticas que se estaban llevando a cabo mataban al mundo de hambre, pasó a intentar “calentar” el escenario hablando de los supuestos logros de su gestión en torno al desarrollo de la construcción: habría 4.600 obras en construcción. El número de obreros del sector casi llegaría al máximo histórico, 400.000 trabajadores. En dos años y medio se entregaron 45.000 viviendas populares y se estarían construyendo otras 120.000. Se entregaron 50.000 créditos para la construcción que suben al ritmo de los aumentos de salarios (contra los créditos UVA impagables de la anterior gestión). En el marco del crecimiento de la economía en el 2021 del 10% y de acuerdo al ritmo de este primer trimestre, un crecimiento proyectado del 6% para este año.
La realidad
Para el que no tiene puntos de referencia parecen números importantes. Sin embargo, si tomamos en cuenta que el déficit habitacional es de 3 millones de viviendas al ritmo que están construyendo, no sólo no se va a saldar nunca este terrible déficit; sino que se va a agravar con el crecimiento poblacional.
Ni hablar de la falta de construcción de obras de infraestructura básicas, desde la reparación y construcción de nuevos caminos, la reconstrucción del tren de cargas, obras de abastecimiento energético, nuevos puertos, construcción y reparación de escuelas y hospitales, redes de cloacas y agua potable, etc. Frente a estas faltantes lo que anunció el presidente es menos que mínimo.
El 10% de crecimiento del año pasado es en realidad un rebote de la caída del 2020, y la proyección de crecimiento anunciada del 6% (Guzmán habla del 4% o 5%) esta duramente cuestionada. Primero, porque hay un arrastre estadístico del año anterior, pero con la combinación de alta inflación, la baja del consumo local (para el que produce el 70% de nuestra economía), la suba de las tarifas, las tasas de interés y del precio del dólar que exige el FMI, los especialistas en economía dicen que no superaremos el 2% de aumento del PBI. O sea, una actividad recesiva.
No nos extenderemos sobre los 1.100.000 puestos de trabajo formal recuperados, bajo convenio, con obra social, etc. que anunció el presidente, porque es harto conocido que la baja de algunos puntos de la desocupación, se ha hecho con un gran nivel de precariedad y flexibilización.
¿La culpa es de los empresarios inescrupulosos y el gobierno defiende los derechos?
Tratando de bajar un cambio de tanto relato, Fernández sostuvo que la economía creció y hay más trabajo, pero no pueden revertir la desigual distribución del ingreso. La culpa sería de los empresarios inescrupulosos y de la oposición de derecha, que quieren ir contra las conquistas laborales y terminar con la salud y la educación públicas. Sería la tarea cotidiana de los ministros que los salarios le ganen a la inflación y la recuperación del ingreso.
Hablando de la recuperación del ingreso de forma más equitativa señaló: “no puede ser que nos jactemos de ser el supermercado del mundo y en la Argentina haya gente que no pueda comprar su alimento, no puede ser que los precios suban como suben, solamente por la especulación que existe en un mundo en guerra”. No dijo qué medidas iba a tomar para evitarlo. En esta oportunidad no insinuó siquiera, como hizo durante la mañana, que podía subir las retenciones, tampoco mencionó a su todavía no conocido proyecto de renta inesperada, nada.
Domínguez, el ministro de Agricultura puso las cosas en su lugar pocas horas después para tranquilizar a los empresarios del agro negocio.
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Por eso, es muy poco creíble para la mayoría de la gente, que “somos los que venimos a preservar los derechos de los que trabajan”, que son “los que preservamos la educación pública, los garantes de la salud pública”, cómo afirmó Fernández.
Además, señaló que “pudimos sacarnos con el tiempo necesario las exigencias de la deuda que el gobierno anterior nos dejó sobre las espaldas”. Justamente cuando las metas que nos impone el Fondo, junto a la búsqueda de ganancia empresaria extraordinaria contra la que el gobierno cacarea, pero no hace nada, son los responsables de esta inflación desbocada que se come los salarios, las jubilaciones, los planes sociales. Basta recorrer los hospitales o las escuelas públicas para verificar el grado de abandono y desprotección que el gobierno tiene para con estas instituciones fundamentales para el conjunto de la población.
La crisis política
En estas semanas, distintas reuniones de las cúpulas empresarias con dirigentes políticos y economistas de la burguesía, Foro de Bariloche, reuniones en AmChan, reunión de Massa con varios economistas vienen discutiendo la perspectiva de una economía que, pese a algunos signos de recuperación, se encamina –en medio del cumplimiento del acuerdo con el FMI- a un horizonte de estanflación (alta inflación y estancamiento, al mismo tiempo).
Como reconoció Guzmán en la entrevista reciente con Bercovich, a la crisis política además se suma un elemento de gran incertidumbre que dificulta la supuesta “recuperación”. La Nación del viernes 20 de mayo, contradiciendo el entusiasmo de Fernández, titula “La economía se desacelera: creció un 1% en el primer trimestre del año”, lo que se explicaría “por el rebote del Covid en enero, la sequía que impacta en la actividad agropecuaria y el flojo desempeño de la industria y la construcción, que cayeron en marzo 1,9% y 4,1% respectivamente.”
El desencanto de millones con el gobierno que asumió con la promesa de cambiar las nefastas políticas del macrismo, junto con la crisis del propio Juntos por el Cambio le están abriendo la puerta al crecimiento de Milei. El fortalecimiento de la ultra derecha es producto de las nefastas políticas de los dos partidos que han gobernado el país en los últimos años. Para pararlo hay que fortalecer a la izquierda, que viene siendo un actor fundamental de la lucha en las calles y la contracara del proyecto de los liberfachos, que tiene un programa opuesto por el vértice, que plantea la ruptura inmediata del acuerdo con el FMI y un plan de emergencia de medidas anti capitalistas para afrontar la crisis. El necesario apuntar con todo el crecimiento del Frente de Izquierda Unidad.