El miércoles, como lo repasa este artículo, se realizó una nueva edición de la conferencia latinoamericana Council of the Americas. Milei, obviamente, tuvo su rol protagónico. Pero antes de que diserte el presidente, el presidente de la Cámara de Comercio (CAC), Natalio Mario Grinman, dejó a las vistas las alarmas que empezaron a activarse en el círculo rojo.
El titular de una de las cámaras empresarias más importantes, dijo: “Hoy, en nuestro país estamos atravesando una situación sin dudas difícil. La actividad económica en la Argentina se encuentra deprimida, la inflación mensual es mayor a la que las naciones líderes tienen en un año y la pobreza registra valores escandalosos”. Y, también, sumó: “Numerosas empresas padecen por las escasas ventas y muchos asalariados hacen malabares para llegar a fin de mes. Es una realidad innegable y dolorosa”.
Ningún comunista trasnochado, es el mismísimo Grinman quien advirtió en el rostro del presidente la calamitosa situación que se vive en este país. Una realidad inocultable cuando pareciera que, día tras día, se publica un nuevo estudio que informa una mala nueva, como el dato que indica que un millón de chicos se van a dormir sin cenar. De todas formas, las declaraciones de quien preside la CAC, no responden a una actitud filantrópica de la burguesía local. Es una alarma, en términos políticos y económicos que empieza a sonar en el círculo rojo.
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Desde la óptica política, la sensibilidad de los empresarios, de empezar a tomar nota de cómo se viene resquebrajando la estructura social, es lo que en parte motiva ciertas apariciones de figuras políticas que supieron ser relegada por el fenómeno de Milei. El “relanzamiento” de Macri como mandamás de su propio partido, en parte, responde a eso. Sin obviar disputas internas, discusiones con el oficialismo y demás roscas, querer que se presente como relanzada la fracasada estructura del PRO, es una muestra de que, al menos en un sector de los bloques dominantes de la burguesía, se necesita un fusil de recambio ante un posible fracaso de la experiencia mileísta.
En el plano económico, sin querer encastrar este aspecto como disociado del político, se ven rispideces en las alturas. Mientras el sector financiero, seguramente, esté festejando la compra subsidiada de dólares paralelos (centralmente los financieros), otra parte se siente afectada. Si enumeramos podemos mencionar al sector del agronegocio, pero también a la industria manufacturera en general. La recesión, como apuntó Grinman, golpea de lleno a varias empresas que ven como caen sus ventas en diversos rubros. Un problema mayúsculo, en algunos casos, para terminar de realizar su ganancia.
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Todo lo mencionado son fragmentos de la realidad que, de alguna manera, pone con cierto nerviosismo al círculo rojo. Y más aún cuando se ven otros números que no son muy alegres. Nos referimos al nivel de las reservas, hoy las netas tienen una marca negativa de US$5.200 millones. Otro punto es que muchas hipótesis indican que la recesión, lejos de alejarse en el corto plano, va a profundizarse. En este sentido, los trabajadores, además de “hacer malabares para llegar a fin de mes” viven con el miedo a ser despido que genera este fenómeno económico.
Más allá de cierta “tranquilidad” callejera ante tamaño panorama, en este punto no se puede obviar la pasividad de las direcciones burocráticas de los sindicatos, los empresarios empiezan a atajarse de los bemoles del gobierno de la ultra derecha. Es un llamado de atención, no una diferenciación completa. El propio presidente de la CAC expresó: “las medidas de modernización laboral, el régimen de incentivo a las inversiones y todas aquellas que apuntan a poner en marcha una nación anquilosada (…) la aprobación de la Ley Bases ‘fue un hito en esa dirección’”.
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En fin, una discusión más en la cabeza de los dueños del país encantado por este intento de disciplinamiento a los trabajadores y reseteo estructural del país, pero preocupado de lo que genera su tan ansiado y peregrinado modelo. Elementos que muestran una disputa abierta y no cerrada. Como dicen los empresarios, empezó el cambio, pero aún falta mucho. Para los trabajadores el equivalente es un partido abierto, donde hay que actuar ahora y en la calle, para detener un plan que ya empieza a generar fricciones de los poderosos, que no cierra y convence del todo al círculo rojo. Las alarmas empezaron a sonar.