sábado, 20 abril 2024 - 00:09

Abusos. La prescripción garantiza impunidad

En Argentina en los últimos años los casos de abuso infantil han tomado relevancia pública, al haber un claro crecimiento en el numero de denuncias. Según datos oficiales en el último año y medio se atendieron más de dos mil casos de niños, niñas y adolescentes. De acuerdo con un informe de Unicef en base a datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada cinco mujeres y uno de cada 13 hombres adultos declararon haber sufrido abusos sexuales en la infancia. 

Otros datos alarmantes ponen en el centro de la discusión de lo que sucede cuando se denuncia un caso de abuso ante la justicia: cada 1000 abusos cometidos, sólo 100 son denunciados y tan sólo 1 llega a condena. Sin dudas, algo anda mal. Es decir, lo que suele suceder cuando un niño o niña denuncia una situación de abuso es que su entorno más cercano no le cree, ya que el 85% de las agresiones se cometen en los hogares de las víctimas y sus agresores son familiares o allegados.

También las denuncias por abusos sexuales eclesiásticos se han multiplicado en las últimas décadas, resultando ser tanto obispos como curas beneficiados por la prescripción.

Al mismo tiempo, si denuncias al ser adulto la injusticia patriarcal hace todo para que los tiempos se dilaten, bajo el argumento de que  no hay pruebas físicas llevan a la prescripción de las causas y así no llegan ni a juicio, ni hay condena. Caso emblemático es el de Thelma Fardin con un escandaloso reciente fallo a favor del agresor por parte de la justicia brasilera. 

En síntesis, todo este maldito sistema está mal, pero vayamos un poco más a fondo.  

Así van las cosas en la in-justicia

Los relatos de quienes denuncian abuso infantil luego de varios años tienen puntos en comun, lo que pone en debate los plazos, la inoperancia de fiscales y el padecimiento subjetivo de las victimas. Veamos algunos:

  • “Los tiempos de las víctimas, no son los de la justicia. El dolor no tiene fecha de vencimiento”.

Sabemos la lentitud de la justicia clasista, machista y patriarcal, pero no se dimensiona el impacto que genera en las víctimas los tiempos dilatados de manera intencional. 

Thelma Fardin, la actriz que denunció a Juan Darthés por violarla cuando tenía 16 años, “Me costó 9 años poder contar lo que me pasó cuando tenía 16. A las víctimas nos cuesta mucho hablar, por eso necesitamos que los delitos contra la integridad sexual no prescriban, así la víctima tiene tiempo para denunciar”.

  • “El paseo entre oficinas es desgastante  y lo que prima es la revictimización de la víctima”

Esto es algo recurrente cuando alguien decide acercarse a una oficina para denunciar. Evidentemente genera una revictimización, y agudiza el dolor que sufren las víctimas. En muchos casos lleva a que quienes denuncian abandonen el recorrido y así las denuncias no avancen.

  • No hay perspectiva de género ni por asomo”

La Ley Micaela de formación en perspectiva de género para funcionarios públicos hoy deja al desvelo que no alcanza como medida. 

El caso en la provincia de Santa Fe del juez Mingarini es un polémico ejemplo de tantos otros a lo largo y ancho del país. Pero lo cierto es que en las oficinas y recintos de estos altos cargos de funcionarios se escuchan barbaridades misóginas, machistas y que recurren a cuestionar a las víctimas. 

  • “A mi no me informan nada”

No se respeta el derecho de la víctima a la información del estado de la causa una vez realizada la denuncia. 

“El problema es que a mí nunca se me avisó cómo sucedieron los hechos, ni siquiera cuando yo iba, ni cuando llamaba. Me decían que no me podían avisar del procedimiento de la causa porque era una manera de cuidar a la víctima. Que yo no podía saber qué pasaba” (Luz, 28 años, víctima y denunciante en Santa Fe).

El Código Procesal Penal en su artículo 80 establece los derechos de las víctimas: “A obtener información sobre la marcha del procedimiento y el resultado de la investigación” (Art 3), “A obtener la revisión de la desestimación de la denuncia o el archivo y a reclamar por demora o ineficiencia en la investigación” (Art 8). Ambos artículos lucen bien en el código pero en la realidad brillan por su ausencia. 

  • “Me dijeron desde fiscalía que tenía que haber denunciado en el momento, ahora no hay pruebas suficientes” 

Hay una evidente carencia de una perspectiva de salud mental, se expresa en que para la justicia solo valen las pruebas físicas por sobre las pruebas psicológicas, desconociendo que los procesos psicológicos son muy particulares además de dolorosos y lleva a que las víctimas denuncien luego de pasados muchos años. 

En el abuso sexual infantil el niño o niña sin velo ingresa al campo sexual inesperadamente, cómo sobre salto, no cuenta con significantes que le permitan representar dicho acto se le presenta como ominoso, siniestro. Presentificación de lo real, el niño no está en condiciones de metabolizar eso”. (Luz T, estudiante de Psicologia avanzada y víctima de abuso)

Hay una novela gráfica titulada «El golpe de la cucaracha. En la casa hay fantasmas». Se trata de un relato autobiográfico que cuenta la historia personal de la autora, una sobreviviente de abuso sexual intrafamiliar. Lo maravilloso es que a través de viñetas permite comprender o al menos eso intenta, lo complejo que es la irrupción del abuso sexual en la infancia. Gato Fernandez, la propia autora ha relatado en entrevistas que le llevó años de terapia poder reconocer que fue abusada y que la denuncia por abuso contra su progenitor fue prescripta.

Al mismo tiempo, estas causas sin sentencias, que quedan en la misma nada  transmite de manera indirecta un mensaje de impunidad para quienes ejercen algún tipo de violencia: no importa si abusas, golpeas e incluso asesinas, porque el Estado no garantiza que recibas una sentencia, y no garantiza a las víctimas el acceso a una vida libre de violencia y de vivir con miedos.

“La causa prescribió, ya pasaron los tiempos legales» suelen notificar desde fiscalía.

Esto significa que en marcos jurídicos se cierra el caso y no se elevará a juicio. Como resultado de las luchas feministas y de clases se han logrado avances en materia legal en relación a la prescripción, pero aún estamos lejos de los cambios que necesitamos.

En 2011 se sancionó la Ley Piazza (impulsada por el diseñador de modas Roberto Piazza quien fuera víctima de abuso sexual cuando era niño) que dispuso que el plazo de prescripción de estos delitos empieza a correr desde la medianoche del día en que la víctima haya alcanzado la mayoría de edad.

Luego en 2015 fue reemplazada por la ley 27.206 “Respeto a los Tiempos de las Víctimas”, que modifica los plazos de prescripción de los delitos de abuso sexual cometidos contra niños, niñas y adolescentes. Se suspende la prescripción mientras la víctima sea menor de edad y hasta que, habiendo cumplido la mayoría de edad, formule por sí la denuncia o ratifique la formulada por sus representantes legales durante su minoría de edad. El plazo ahora corre a partir del momento en que se presenta la denuncia.

Pero, hecha la ley hecha la trampa, esta ley no rige para todes, la que rige es la ley vigente en el momento en que se cometió el delito, porque ninguna norma se puede aplicar en forma retroactiva. Esta injusticia tiene una gravedad enorme que archiva cientos de denuncias y de casos de abuso. Se vuelve urgente que se modifique el código penal para que los delitos contra la integridad sexual no prescriban.

Necesitamos dar vuelta todo en la justicia patriarcal

Esta justicia patriarcal ampara a los abusadores y está sometida al poder político. Para terminar con el machismo institucional, nuestra propuesta es que los jueces, fiscales y comisarios sean elegidos por voto popular, con mandatos limitados y revocables si incumplen.

Es evidente que tanto jueces, como fiscales, abogados defensores no sólo no tienen en cuenta el padecimiento psicológico de las víctimas de abusos en la infancia, el cual perdura hasta la edad adulta, sino que se muestran inoperantes ante denuncias de este tipo dejando que las causas prescriban y sobrevalorando una evidencia física que es casi imposible de hallar pasado el tiempo. Es urgente una efectiva formación en género, la ley Micaela no alcanza con cuestionarios multiple choice. Reclamamos presupuesto para que todo el personal de los tres poderes del Estado tengan una perspectiva de género real obligatoria y permanente.

Es muy importante prevenir casos de abuso sexual en la infancia, por eso la ESI es una herramienta clave y debería aplicarse efectivamente en todos los niveles educativos, laica y de calidad. Esto no se logra sin un presupuesto acorde y capacitación docente gratuita. Necesitamos que la ESI no quede fuera de la currícula, debe implementarse ya.

Ante los miles y miles de casos de abuso sexual dentro de la Iglesia en todo el mundo, sólo cientos de denuncias son llevadas a la justicia del Vaticano. Generalmente la cúpula eclesiástica desconoce estos casos y ampara a curas y obispos pedófilos. Es necesario poner fin a la connivencia de la Iglesia con el Estado. Contra la impunidad clerical, como medida preventiva proponemos prohibir por ley que los curas estén a solas con menores. Al mismo tiempo es necesario anular los subsidios públicos a toda la enseñanza religiosa, que promueve prejuicios medievales y se opone a la ESI. Para poner fin a la impunidad y lograr el necesario juicio y castigo a los abusadores pedófilos hay que exigir la apertura de todos los archivos de la Iglesia y el Vaticano.

Los tiempos de las víctimas de abuso sexual en la infancia o adolescencia no son los mismos que los de la justicia. El padecimiento psíquico perdura muchos años luego de ocurrido el hecho. Además las víctimas en su mayoría están al cuidado y bajo tutela de sus abusadores quienes ejercen sometimiento a las mismas. Por todo esto exigimos una ley que ampare a las víctimas y no a los abusadores, que establezca que el abuso sexual sean imprescriptibles, es decir que no venzan.

Los tiempos de las víctimas deben ser respetados. El sistema judicial debe amparar a quienes sufren los delitos que responden a un entramado social, cultural de un sistema capitalista y patriarcal que corroe subjetividades.

Estefania Sandoval – Docente de literatura

Fer Gutierrez – Docente y Referente de Juntas y a la Izquierda Santa Fe

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