Hoy se cumple un año del enorme molinetazo en Plaza Constitución, un símbolo de unidad, lucha colectiva y protesta social. Te contamos qué ocurrió y el importante mensaje que dejó sobre la necesidad de la unidad en la resistencia.
El 1° de marzo se cumple un año de uno de los eventos de mayor visibilidad y resonancia en la lucha social. Ese día, en la zona de molinetes de Constitución, de manera espontánea, lxs vecinxs de la Asamblea Lanús Resiste y distintos sectores en lucha levantaron una silla de ruedas con Matías (quien les escribe) sentado en ella, pasándolo por encima de uno de los molinetes.
Este acto inédito graficó perfectamente la solidaridad que necesitamos de forma constante para cambiarlo todo, demostrando que NADIE SE SALVA SOLO.
Ese día, toda la clase obrera dio una vasta demostración de que al individualismo que nos quieren imponer desde arriba no solo del país sino también del mundo, se lo derrota con la inagotable fuerza del colectivismo.
Fue un hito inesperado, que rompió las fronteras que nos dividen a los trabajadores, las cuales los socialistas revolucionarios del mundo, luchamos de manera inagotable por unir. Las capturas y documentos llegaron a países de la región como por ejemplo Chile y Uruguay.
Para entender el contexto y trasfondo de esta historia, retrocedamos algunos meses.
El contexto: represión, ajuste y organización popular
A través de una cadena nacional, Javier Milei, rodeado por parte de la casta que decía combatir, anunció el DNU 70/23. Este decreto significó (y sigue significando) un grave retroceso en derechos laborales, una desregulación económica que afecta directamente a la población y un ataque a las leyes de protección ambiental. En respuesta, se organizaron cacerolazos espontáneos en CABA, la Provincia de Buenos Aires y en varias ciudades del país.
El 20 de diciembre de 2023, tras una multitudinaria marcha contra el ajuste, la represión y el decreto, surgieron las asambleas barriales. Estas asambleas fueron una experiencia clave para la autoorganización de vecinos que no militaban orgánicamente en partidos políticos ni en otras organizaciones. También fueron fundamentales para enfrentar y hacer caer la llamada ley ómnibus en febrero del año pasado.
La acción de aquel 1° de marzo, en el marco de la movilización al Congreso por la apertura de sesiones ordinarias, fue replicada cientos de veces en redes sociales, compartida, comentada y guardada. Se convirtió en una muestra clara de solidaridad. Aunque varias personas señalaron que “no era necesario saltar el molinete porque las personas con discapacidad viajamos gratis”, el mensaje fue otro: “No pago el boleto, pero me solidarizo con quienes ya no pueden pagarlo y lo visibilizo”. Y no fue solo el mensaje de Matías, sino el de miles de trabajadores y luchadores que demostraron que la unidad real, masiva y el apoyo mutuo son la única salida ante este infierno impuesto por la ultraderecha y sus cómplices de la democracia burguesa.
Viralización y repercusión masiva
El molinetazo se viralizó rápidamente. Personalidades reconocidas en redes sociales, organizaciones de personas con discapacidad, referentes de la cultura y, principalmente, sectores de la izquierda, difundieron el evento en múltiples plataformas.
La artista Lluvia Dibuja fue una de las principales responsables de su viralización. Su publicación llenó su Instagram y el de Matías de comentarios cargados de emoción, respeto, cariño y ganas de dar pelea contra este presente nefasto.

Por supuesto, también aparecieron los liberfachos con sus teorías conspirativas: acusaciones de montaje, actores pagados, burlas a las personas con discapacidad. Como siempre, escondidos detrás de una pantalla, incapaces de sostener sus “valientes” relatos cara a cara.
Desde aquel día hasta hoy: ¿cómo estamos? ¿cómo seguimos?
Para quienes peleamos contra este gobierno ultraderechista y sus cómplices de la burguesía, el molinetazo fue un símbolo de lucha. Ojalá se repita en todas las luchas nacionales e internacionales, porque sabemos que la solidaridad entre proletarios del mundo es clave para avanzar hacia la revolución internacional.
Sin embargo, reconocemos que el contexto ha cambiado. Las asambleas barriales han perdido mucha fuerza y algunas están casi extintas. La vida cotidiana se ha vuelto cada vez más cuesta arriba para los vecinos y militantes de base, lo que ha influido directamente en la desorganización.
Lejos de caer en una visión derrotista, creemos firmemente en la necesidad de recuperar las asambleas como espacios de lucha en la calle. Pero también debemos nutrirlas con conocimiento, formación política y participación en la toma de decisiones.
Para lograrlo, necesitamos sumar a militantes, orgánicos o no, de todas las corrientes políticas y simpatizantes de partidos tradicionales que estén dispuestos a luchar codo a codo. No importa de dónde vengan; lo esencial es pelear juntos contra el ajuste de hambre y miseria impuesto por el gobierno de Milei y sus jefes imperialistas. Solo así podremos acabar con este sistema basado en el individualismo y la crueldad.
Que no se apague la llama de la revolución
Para cerrar, en este aniversario del molinetazo, queremos agradecer a la Asamblea Lanús Resiste y a quienes la integran y la mantienen viva, así como a todos los luchadores del día a día que sueñan con que “el paraíso” sea terrenal y nos incluya a todas y todos.
Nuestra posición es clara: necesitamos del apoyo de quienes luchan, formarnos y retroalimentarnos en el debate y el conocimiento.
Sabemos que no podemos confiar en esta democracia burguesa ni en el capitalismo, que solo garantizan riqueza concentrada para unos pocos y miseria para el resto. Pero también sabemos que la llama de la revolución sigue encendida y que la lucha por un partido revolucionario e internacional continúa día a día.
Venceremos, siempre en unidad y golpeando con un solo puño.
Matias Saiet