Como ocurrió hace dos semanas atrás, Sergio Massa volvió a escribirle a Martín Guzmán para que agilice la actualización del mínimo no imponible de Ganancias. Más allá de la discusión sobre este impuesto totalmente regresivo al salario, la carta del presidente de la Cámara de Diputados demuestra un gobierno totalmente subsumido en una crisis que genera disputas entre todos sus elementos integrantes. Ahora Massa, en busca de mostrarse como un “defensor” de los salarios, sale al cruce por las demoras que el jefe de Hacienda impone a una actualización del piso para no pagar “ganancias”. Guzmán, sin embargo, había dicho que “Es una obviedad que se actualizará el piso a partir del cual los trabajadores en relación de dependencia pagan Ganancias en función de la evolución de la inflación”.
Teniendo en cuenta el terreno ganado por el ministro la última semana, quien ubicó en la Secretaría de Comercio un nuevo funcionario de su estirpe, seguro especula en seguir recaudando por la vía de gravar los salarios. La puja distributiva para Guzmán se libra en base a las recetas que el FMI imparte y, en ese marco, lo que se afectan son los ingresos de los trabajadores y las mayorías populares. Algo que el propio Massa reflejó en su nueva carta que envió al ministro. De febrero a abril del presente año, fueron 104.914 los nuevos trabajadores y jubilados gravados por este impuesto, pasando de ser una población de 742.964 afectados a 847.878.
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Se podría pensar que la demora por parte del ministro Guzmán, no es más que una maniobra para que, cuando impacten las nuevas paritarias cerradas y las que también se siguen desarrollando, el espectro de trabajadores afectados sea más grande. Actualmente el piso de este ítem regresivo se encuentra en $225.937 brutos, en netos (en bolsillo) significan unos $185.000. Sin importar que los salarios no son ganancia, ya que es la remuneración de un trabajo realizado, el gobierno insiste en afectarlos. Mientras, el impuesto por bienes personales sigue en el rango del 1% en defensa de las riquezas de los sectores económicos más concentrados.
Volviendo a la discusión que atañe al frente de gobierno, la vocera, Gabriela Cerruti, tuvo que salir a aclarar que lo pedido por Massa “va a suceder en los próximos días”. Esta nueva discusión de género epistolar que se dio en el Frente de Todos, es muy similar a las que ocurren entre el “albertismo” y el sector ligado a la vicepresidenta. Hay denuncias, polémicas sobre políticas que afectan a los trabajadores, pero no acciones concretas que afecten a las mismas. Este accionar discursivo, en el caso del ex intendente de Tigre, no se puede descartar que sea un movimiento para ubicarse de forma despegada del presidente de cara a las elecciones de 2023.
A pesar de esta pose, hay un acuerdo concreto dentro del frente peronista para no modificar nada de fondo. Los salarios están por el piso en su mayoría y, los gravados por ganancia, hoy en día apenas superan en $40.000 la canasta básica calculada por la Junta Interna de ATE – Indec, que comprende una familia de cuatro personas ($145.456 en marzo).
La eliminación de este impuesto regresivo tendría que ser lo que se discuta si se quiere defender los ingresos, como así también aumentar todos los salarios que se encuentran por debajo del valor de la canasta básica. Si se discuten impuestos, también vale transformar el sistema tributario en su conjunto. Nada dice Massa que los salarios, producto de la escalada inflacionaria, se ven totalmente afectados con el IVA. Principal elemento recaudador del Estado argentino. Un impuesto regresivo que iguala a los trabajadores y sectores populares con los sectores empresariales. Realidad que, ni con Juntos por el Cambio en el gobierno o ahora el Frente de Todos en el poder ha cambiado para quienes viven de su trabajo.