Ayer, mientras parte de los senadores del Frente de Todos (FdT) presentaban un proyecto de ley que pretende pagar la deuda con el FMI a partir de recuperar los fondos fugados, Cristina Fernández se reunió con el embajador de Estados Unidos. El motivo de la reunión de la vicepresidenta no fue más que para pedirle favores a Marc Stanley. En primer lugar, que colabore con el lobby del proyecto mencionado. Y, en segundo, de forma increíble, le solicitó al representante estadounidense colaboración en materia de derechos humano, cuando fue el país del norte el ideador del Plan Cóndor en la última dictadura.
Si alguien se imaginaba alguna postura antiimperialista por parte del kirchnerismo, la foto y reunión de ayer termina de enterrar cualquier tipo de posibilidad. El retrato de CFK con Marc Stanley muestra que su silencio previo y los reclamos por parte de legisladores y funcionarios de su espacio fueron solo eso. La solicitud de la ex presidenta para pedir que el funcionario estadounidense pueda intervenir con su peso político para repatriar los fondos fugados durante el macrismo y luego se vayan de nuevo al norte para pagarle al Fondo, demuestran que no hay crítica alguna a una deuda ilegal.
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Lejos de las posiciones soberanas en materia económica -algo que la columna de La Cámpora el 24 de marzo le exigió a Alberto Fernández- Cristina reafirma la idea de pagar sin investigación previa a un préstamo cargado de ilícitos. Es una demostración cabal de que, dentro de los espacios mayoritarios y dirigentes del FdT no hay posturas soberanas en lo que respecta a la crisis de deuda existente. Esta nueva escena de CFK reafirma una política que fue marca en los gobiernos kirchneristas: son, como la propia dirigente los sostuvo, “pagadores seriales”.
La reunión también vuelve en forma de recreación de acciones pasadas. El peronismo, otra vez, ahora ya directamente su ala “progre” trata de mostrar a Estados Unidos como un país plausible de ser ameno con la situación del país. Si en un momento fue “Kristalina la compañera”, ahora Cristina intenta lavarle la cara al país imperialista que fue responsable mayoritario en el endeudamiento del macrismo que Alberto Fernández y el Congreso legalizaron. Queda resumido de esta manera otro capítulo del doble discurso del kirchnerismo, toda bronca contra el nuevo acuerdo y las posturas “rupturistas” no fueron más que maniobras políticas para lavarle la cara a un gobierno entreguista.
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Cabría preguntarle a CFK si ayer no se acordaba del rol que tiene Estados Unidos dentro del Fondo, ya que es el acreedor mayoritario de ese organismo. Por ende, con su capacidad de veto es la principal responsable de que el FMI haya otorgado un crédito por encima de la cuota de Argentina en el organismo. Su responsabilidad se agrava aún más porque fue ese país el que no dijo nada cuando los U$S 45.000 millones de préstamo se fugaban al instante de llegar a las arcas del país.
Toda la actualidad política va demostrando que no hay resolución a la crisis y mucho menos al problema de la deuda si no es tomando medidas estructurales. Si de verdad preocupa la fuga de capitales, hay que crear una banca única, pública y estatal, con control de los trabajadores, que tenga control pleno sobre las divisas del país. Para eso, el gobierno tendría que derogar las leyes: 21.495 (de descentralización de depósitos) y 21.526 (referida a las entidades financieras privadas), ambas sancionadas en 1977 y que hoy perduran como herencia de la última dictadura. Y si de verdad se quiere ir contra la estafa macrista, hay que establecer un default soberano; en síntesis, declarar un no pago de una deuda ilegal, ilegítima y fraudulenta.
Fuerza social para esta tarea existe y sobra, quedó demostrado el último 24 de marzo. Miles de militantes genuinos se movilizaron con posturas soberanas contrarias a los dichos que se manifiestan por parte de los dirigentes del FdT. Desde el FIT-Unidad vamos a seguir en las calles movilizados contra un acuerdo que, como las calles lo expresaron, nada bueno traerá para los trabajadores y las mayorías populares.