Washington negocia el futuro de Argentina. Caputo y Bessent avanzan en el salvataje

En su tercer día en Washington, el ministro Luis Caputo concretó por fin el ansiado encuentro con el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent. El ritual de fotos con banderas y sonrisas no pudo ocultar el carácter desigual de estas negociaciones, donde un gobierno en crisis extrema mendiga ayuda financiera a cambio de soberanía. Continuaremos nuestras productivas discusiones sobre las diversas opciones que el Tesoro tiene preparadas“, tuiteó Bessent en un mensaje cuidadosamente calculado que mantiene en vilo a los mercados.

El hermetismo rodea estas conversaciones como una cortina de humo. Mientras Caputo y su comitiva evitan cualquier declaración sustancial, Bessent juega con las expectativas mencionando “diversas opciones” después de haber descartado el préstamo directo. La realidad es que solo se habla concretamente de un swap por US$20.000 millones, un mecanismo que lejos de representar ayuda genuina consolida la relación colonial. Como bien aclaró el funcionario trumpista: “No estamos poniendo dinero en Argentina“.

La directora del FMI, Kristalina Georgieva, ya se sumó al coro con su propio tuit, celebrando las “iniciativas de reforma” del gobierno argentino. Su entusiasmo revela la coordinación total entre el Tesoro y el Fondo para imponer un programa de ajuste permanente. Cuando Georgieva habla de “trabajar en estrecha colaboración” con Estados Unidos y Argentina, en realidad describe una pinza que ahoga cualquier posibilidad de desarrollo soberano.

El timing de estas negociaciones no es casual. Con las elecciones del 26 de octubre acercándose, el gobierno necesita desesperadamente mostrar respaldo internacional. La reunión de Milei con Trump en la Casa Blanca el 14 de octubre y la asamblea del FMI la semana siguiente completan este operativo de salvataje político. Pero la ayuda, como advirtió Bessent, solo llegará después de los comicios, convirtiendo el apoyo financiero en un premio por buena conducta electoral.

Lo que se juega en Washington trasciende lo económico. El FMI ya exigió “gobernabilidad” y “sustentabilidad política“, eufemismos que esconden la demanda de un acuerdo con la oposición tradicional para garantizar la continuidad del ajuste. La reunión de Milei con Macri en Olivos responde a esta presión, mostrando que hasta los enemigos de ayer pueden convertirse en socios cuando se trata de disciplinar al pueblo trabajador.

Este salvataje no es ayuda, es sometimiento. Cada dólar del swap hipotecará aún más nuestro futuro, atando la economía a los intereses del imperialismo yanqui. Frente a esta entrega, se vuelve fundamental no pagar ni un peso de la deuda externa, romper todo tipo de relación con el FMI y expropiar a todos los grupos económicos. Ningún programa escrito por los Estados Unidos de Trump pude exportar algún tipo de solución de fondo a los problemas que hoy erosionan la vida de todos los trabajadores.

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