miércoles, 18 diciembre 2024 - 13:14

Violencia de género. La hipocresía, ¿solo progresista?

Como nos tiene acostumbrados, el presidente intervino a través de la red social X sobre la denuncia a Alberto Fernández por parte de Fabiola Yañez. En el texto titulado La hipocresía progresista arremete contra la “estafa de las políticas de género”. Podríamos hacer una lista de hipocresías progresistas, no solo sobre políticas de género, pero ¿cómo andamos por casa? Hipocresías en la casta que gobernó y en la que gobierna.

Leña del árbol caído

No es ninguna novedad que la base del éxito electoral del proyecto liberal, como así también de los distintos componentes ultraderechistas a lo largo del mundo tienen un origen en las pésimas gestiones que han tenido los distintos gobiernos que se posicionaron en el “progresismo”. Su fracaso político le abrió la puerta a la ultraderecha.

Las diferentes gestiones “progres” apuntaron su discurso al enfrentamiento del “mal menor”, y en ese sentido constituyeron bloques de poder lo más heterogéneos y contradictorios posibles. En ese marco, el doble discurso terminó siendo un elemento central para contener a su base social. En nuestro país, el kirchnerismo utilizó discursivamente banderas que no acompañó con acciones reales, más bien solo con fachadas que han ido cayendo.

Es por eso que durante el gobierno del Frente de Todos con Alberto Fernández en la presidencia hemos escuchado más de una vez como se vanagloriaban de sus políticas de género. El propio Alberto Fernández declaró ridículamente, ante la sanción del aborto legal, haber terminado con el patriarcado.

Había sectores que incluso desconocieron la lucha por la IVE que se dio durante años para adjudicarle ese logro al gobierno, como así también festejaban cada vez que el expresidente lució su corbata verde. Rápido se habían olvidado de los tuits agresivos, machistas y misóginos de Alberto antes de la presidencia, donde mandaba a varias a “lavar los platos”.

En todos los ámbitos operó ese doble discurso. Por un lado se mostraban preocupados por la pandemia; y por otro, existían los vacunatorios VIP, los festejos en Olivos y las vacunas producidas acá se iban para afuera. En lo económico plantearon que los últimos serían los primeros, mientras tanto reconocieron la deuda ilegal de Macri con el FMI  y la pagaron a costa de mayor pobreza para los jubilados, trabajadores y sectores populares.

El kirchnerismo que empezó siendo discurso y algunas acciones fue cada vez más doble discurso y menos acciones. O para peor, “haz lo que digo, no lo que hago”, porque no nos olvidemos que este escándalo con “mi Fabiola” surge por una estafa millonaria de los seguros, especialidad de Alberto Fernández.

Este doble discurso se vio con claridad en sus políticas hacia el movimiento feminista, un Ministerio de Géneros de cartón, que convivía con los Manzur, Alperovich y Espinoza. Un arsenal de medidas sin presupuesto, desde las líneas de emergencia hasta los pocos refugios existentes. Sin inversión, no hay política que valga. Pero además su doble moral en este tema es tal que Mayra Mendoza, Ofelia Fernández y la misma Cristina podían convivir sin problema en el espacio político con Alperovich o Espinoza. Sin meternos en el entramado complejo de Olivos, porque los problemas entre Alberto y Fabiola ya estaban pero se tapaban.

Desde esta trinchera hemos marcado consecuentemente las críticas al respecto. Y cada vez más ha quedado al descubierto que estas banderas tomadas por el kirchnerismo era solo discurso, y estos episodios solo logran, en dichos de Pagni , “perforar la legitimidad de cualquier alegato progresista” del kirchnerismo.

Ese es el punto de apoyo donde Milei hace pie para denunciar a las políticas de género como una estafa, y en paralelo profundizar el desguace del Estado que lleva adelante esas políticas.

Al mismo tiempo, vemos cómo distintas figuras del ex gobierno comenzaron a desligarse  de Alberto Fernández. Ahora “sí lo ven” y pueden identificar su perfil machista y psicópata.

Señalamos que este accionar no responde con toda franqueza a su sentir sobre la situación denunciada, sino que es quitarse un “peso muerto”, con una fuertísima imagen negativa como lo es Alberto Fernández, rumbo a las próximas elecciones. Es terminar de depositarle la responsabilidad de la pésima gestión anterior al expresidente y no asumir que fue el gobierno de “Todos”.

La denuncia de Fabiola solo muestra la importancia de la perspectiva y las políticas de género. En ese sentido, sostenemos que la perspectiva de género, la cual niega el gobierno actual y la combate en nombre de la batalla cultural, es de profunda importancia y en consecuencia, también la realización e inversión en políticas de prevención de la violencia de género.

Festín ultraderechista

La imagen negativa de Alberto Fernández logró un elemento casi inédito en la política argentina. Ahora todos los sectores políticos denuncian la violencia de género y condenan los actos de Alberto Fernández.

Todo el arco político salió a criticarlo y a condenar enfáticamente estas prácticas de Alberto. Entonces, ya que coincidimos en ese punto y la necesidad de eliminar toda violencia machista, ¿cómo la combatimos/prevenimos? Está claro que sin políticas públicas y con desguace del Estado, como está avanzando la motosierra de Milei, la capacidad de prevenir se reduce. Es profundamente hipócrita que un gobierno que abiertamente combate las políticas de género y que desmantela las líneas preventivas se vea escandalizado por la violencia machista.

Un presidente que públicamente ha maltratado a las mujeres y que en la escala de valores de su bloque de gobierno es correcto tomar la merienda con genocidas, que han secuestrado, torturado, violado, golpeado y asesinado a decenas de mujeres, no tiene la cara para llamar estafa a las políticas de género.

Pero además, el mismo día en que se da a conocer la denuncia de Fabiola Yañez, Milei difunde su decisión de vender el edificio donde funcionaba el Ministerio de la Mujer. Mas hipocresía no se consigue. Una provocación en toda la línea.

El oportunismo político que se desliza a estas horas sobre los sectores ultraderechistas es también repudiable y una falta de respeto para quienes realmente luchamos por un mundo sin violencias para las mujeres.

La hipocresía no tiene grieta, ninguno de los  dos gobiernos (el anterior y el actual) combatió consecuentemente las causas estructurales de la violencia machista.

Por eso es fundamental tomar en nuestras manos esas banderas que siempre fueron nuestras y que con discursos pretendieron arrebatarlas. Unos haciéndose “los progres” y apropiándoselas mientras por abajo corrían las mas miserables de las  prácticas. Otros, como Milei y su circo, usando esas prácticas para destruir las banderas legítimas y necesarias. ¡No lo permitamos! Hay reserva democrática porque la mayoría social rechaza la visita a los genocidas. Lo que demuestra que las banderas de los derechos humanos está en el ADN del pueblo y nadie puede ni apropiarla ni destruirla. Lo mismo pasa con las banderas feministas, que todos salgan a repudiar a Alberto muestra que el machismo ya no es un galardón y que aunque aún hay franjas  ancladas en esos esquemas, son minoría. Por eso no permitamos que su uso inadecuado e hipócrita destruya lo conquistado  por el movimiento feminista y disidente. Retomar esas luchas con las banderas bien en alto es la tarea.

Desde esta trinchera seguiremos luchando por el pleno reconocimiento de los derechos de las mujeres y disidencias, y por un mundo con igualdad, libre de toda violencia y opresión.

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