En las ultima semanas una oleada de huelgas estudiantiles se desarrolla en las principales universidades estadounidenses (con centro en la Universidad de Columbia, Nueva York), exigiendo que las mismas desinviertan los fondos propios en empresas israelíes o compañías vinculadas, y rompan lazos académicos con las casas de estudio israelíes, en rechazo al genocidio que el Estado sionista de Israel lleva adelante contra el pueblo palestino. Al extremo sur del continente, en Argentina, otro conflicto universitario atraviesa a la sociedad: los estudiantes y la comunidad universitaria se levantan contra el plan motosierra-licuadora del presidente liberfacho Milei, que ataca a la Universidad pública desde todos los frentes posibles. Un común denominador atraviesa los conflictos de ambos países: una naciente vanguardia estudiantil que lucha retomando procesos históricos y escribiendo nuevos.
La vanguardia estudiantil en el corazón del imperio
El conflicto comenzó hace un par de semanas, cuando estudiantes instalaron carpas en diferentes campus universitarios a lo largo de Estados Unidos, con las consignas “solidaridad con Gaza”, “paren de bombardear” o “larga vida a la intifada”. Sumado a eso coreaban “divulguen, desinviertan, no pararemos, no descansaremos”. ¿A qué se debe todo esto? A que hay una generación de jóvenes que no está dispuesta a quedarse de brazos cruzados ante el genocidio televisado de un pueblo. Por eso exigen que sus universidades desinviertan en empresas israelíes o compañías vinculadas al plan de guerra de Israel. Algunas de ellas son compañías millonarias vinculadas económicamente a Israel, como Microsoft, Amazon y Alphabet (Google). Las autoridades han respondido con represión: detuvieron a más de 100 estudiantes en la universidad de Columbia y otros tantos en otras casas de estudio, además amenazan con suspender a los estudiantes que continúen con el reclamo.
Desde los sectores Demócratas se muestran decepcionados porque “a pesar de las promesas de hacerlo, la Universidad de Columbia aún no ha desmantelado el campamento no autorizado e inadmisible de activistas anti israelíes y anti judíos en el campus”, declararon los legisladores encabezados por Josh Gottheimer (New Jersey) y Dan Goldman (New York). Por su parte el multimillonario Robert Kraft -dueño de diversas empresas que incluyen deportes, entretenimiento, desarrollos inmobiliarios entre otras y que cuenta con un patrimonio de 11.100 millones de dólares- retiró sus fondos de la universidad, planteando que “ya no confío en que Columbia pueda proteger a sus estudiantes y personal y no me siento cómodo apoyando a la universidad hasta que se tomen medidas correctivas”. Aún con todos los sectores de poder en su contra, las protestas siguen creciendo, siendo cada vez más los estudiantes que toman acción para enfrentarse a toda autoridad que pretenda acallar sus reclamos.
La masividad y contundencia de estas acciones, sólo son comparables con las iniciadas en 1967 contra la guerra de Vietnam, las que luego contagiaron al mundo entero y tuvieron su expresión en el Mayo Francés y también en nuestro país.
Las universidades argentinas contra la motosierra
En nuestro país, Milei viene a intentar completar la tarea de profundizar los planes capitalistas de colonización, dependencia y saqueo, que otros ya han intentado sin éxito. Dentro de los derechos afectados está el de la educación pública y específicamente las universidades públicas, a las que no solamente está desfinanciando, sino que las cuestiona desde el punto de vista ideológico y cultural, diciendo que son centros de adoctrinamiento o nicho de curros para la casta, con el objetivo de privatizarlas y ponerlas por completo al servicio del plan agro minero exportador. La respuesta de la comunidad universitaria fue contundente y se expresó con más de un millón de personas en la calle, a lo largo y ancho del país en la Marcha Federal Educativa el pasado 23 de abril.
Al canto de “que cagazo, que cagazo, obreros y estudiantes como en el cordobazo” y carteles que tenían inscripto “pelea como Deodoro Roca” esa histórica marcha colmó las calles de argentina y es que esta juventud fue precedida por generaciones y generaciones de luchadores universitarios que se remontan hasta la reforma universitaria de 1918, pasando por El Cordobazo del ´69, las luchas contra la Ley de Educación Superior en el 95, las tomas del 2005 y la experiencia más cercana, la del 2018 contra el ajuste presupuestario de Macri. Nos enorgullecemos de esa historia marcada a fuego por luchas y que es lo que permite que no tengamos que empezar desde cero cada vez que hay que salir a enfrentar a estos gobierno que se reciclan.
Sigamos organizados y movilizados
En estos momentos ambos procesos siguen en curso y no hay señales de que vayan a decrecer, es necesario llevarlos hasta el final para que no decaiga ese ánimo que recién comienza. En argentina la tarea es profundizar la organización desde abajo y con asambleas, hay que arrebatarles los espacios de conducción a las burocracias estudiantiles que se juegan al inmovilismo, y hay que discutir el modelo de universidad y de país que queremos. Al mismo tiempo hay que rodear de solidaridad a les estudiantes en EE.UU y no dejar de levantar la causa palestina denunciando al Estado Genocida de Israel y todos sus cómplices. En esa causa la juventud tiene un rol clave e indispensable que llevar a cabo.
Francisco Pardo