La iniciativa Global Sumud Flotilla, la más grande entre las flotas que han cruzado el Mediterráneo con el propósito de denunciar el genocidio cometido por el Estado de Israel en la Franja de Gaza, se convirtió en un nuevo hito en la historia del internacionalismo. La enorme solidaridad con la causa palestina alcanzó uno de sus picos históricos cuando la flotilla estaba próxima a ser interceptada, con millones en las calles de todo el mundo, tomas de universidades, huelgas obreras y pronunciamientos de figuras de talla mundial. No es para menos frente un genocidio que es reconocido hasta por instituciones del capitalismo mundial como la ONU.
Orgullosamente, nuestro partido, el MST, y nuestra internacional, la LIS, fueron parte de esta movilización global y estuvieron a bordo de la flotilla con nuestra compañera Cele Fierro. Con entusiasmo por haber sido parte de esa valiente e importante acción, reafirmamos que es momento de poner de moda el internacionalismo, y te explico por qué.
Lo que hay allá fuera (y aquí dentro) puede destruirte
En nuestro sistema-mundo, capitalista y globalizado, la economía, la política y la vida cotidiana de cada país están profundamente conectadas con el resto del mundo. Aunque existan fronteras nacionales, el capitalismo las atraviesa con sus empresas, bancos, ejércitos, productos culturales y mercancías. Esta tendencia irrefrenable fue descrita por Marx en una de sus obras más tempranas, el Manifiesto del Partido Comunista (1848): “La necesidad de dar una salida cada vez mayor a sus productos empuja a la burguesía a extenderse por todo el mundo. Debe establecerse en todas partes, instalarse en todas partes, crear vínculos en todas partes”.

Los capitales se desplazan de un lugar a otro en busca de materias primas, mano de obra barata y mercados donde colocar sus mercancías. No lo hacen de manera armoniosa, sino de forma caótica, violenta e impulsiva. Con la expansión original del capitalismo se cristalizó un orden mundial profundamente desigual: los primeros países en industrializarse concentran poder económico, tecnológico y político, mientras que las regiones periféricas quedaron relegadas al papel de proveedoras de materias primas, fuerza de trabajo barata y mercados para las potencias económicas. Este sistema —heredado del colonialismo— consolidó relaciones de dependencia y una división internacional del trabajo rígida, que somete a millones de personas a la explotación y la pobreza. Según Oxfam1, los países del llamado sur global sólo poseen el 31 % de la riqueza mundial, a pesar de concentrar el 79 % de la población mundial.
Pero no solo nos amenaza la repartición desigual de la riqueza global. En el capitalismo los grandes capitales se enfrentan entre sí en guerras comerciales que generan grandes descalabros económicos en el mundo, y que los vuelven aún más agresivos. Para reponerse frente a la competencia entre sí se agudiza una doble ofensiva:
- A los países periféricos se les impone acuerdos comerciales cada vez más desiguales, son disputados como áreas de influencia o mercados, la injerencia imperialista llega incluso a intentar derrocar gobiernos no alineados o la ocupación militar. Cuando la tensión es imposible de mitigar con más explotación a los pueblos oprimidos del mundo, las grandes potencias pueden enfrentarse militarmente entre sí, de forma directa o indirecta, sacrificando miles o millones de vidas, siendo las dos guerras mundiales las expresiones más macabras de la competencia capitalista.
- Dentro de sus propios países, los capitalistas imponen reformas laborales para bajar el costo de la fuerza de trabajo, reformas jubilatorias (la tendencia actual es hacia el aumento de la edad mínima jubilatoria) y reformas impositivas (bajas de impuestos) que benefician a los ricos. Para aplicar estos planes, los gobiernos se vuelven más autoritarios y represivos buscando aplacar la resistencia de los trabajadores.
A la desigualdad y las guerras capitalistas hay que agregarle otro problema de alcance global: la crisis climática por la depredación y el aumento de la temperatura a nivel global. Cuyas peores consecuencias padecen los países periféricos, con menos infraestructura y recursos para enfrentar alteraciones en los ecosistemas y catástrofes naturales. Además de ser zonas de sacrificio entregadas a proyectos extractivos contaminantes, que depredan territorios y enferman a comunidades. Es imposible cuidar la vida en nuestro planeta sin una lucha común global dirigida contra el modo de producción capitalista depredador y contaminante, en el que 36 empresas concentran el 50% de las emisiones de gases de efecto invernadero en el mundo y al mismo tiempo contra la ultraderecha negacionista del cambio climático.
Las luchas (apasionan) y se contagian
Pero en el capitalismo hay otra cosa que también es internacional: la clase obrera. Aunque intenten dividirla, está profundamente comunicada entre sí. Cuando el movimiento obrero logra avances en un país —como mejores salarios, o en su condiciones de vida, o conquista derechos democráticos—, se convierte en ejemplo e inspiración para trabajadores en otros países. Las formas de lucha, cuando se muestran eficientes, se extienden rápidamente. Las conclusiones de las experiencias de luchas van de un lado a otro. Y las revoluciones se contagian, transformándose en oleadas de movilización global. Como la Primavera Arabe, o la movilización actual de la llamada Generacion Z que inicio en Indonesia, echo al gobierno en Nepal y se extendio a Perú, Paraguay, Serbia y Madagascar, o la enorme lucha feminista global con la cuarta ola. La defensa de la humanidad mas elemental unió a trabajadores de los lugares mas diversos del mundo contra el genocidio en palestina, como en otra época lo hizo la enorme solidaridad con el pueblo de Vietnam frente a los yankees. Las campañas de solidaridad internacional son capaces de salvarle la vida a presos políticos en regímenes autoritarios o dictatoriales, de presionar gobiernos, o de ayudar a ganar importantes luchas populares.

Hay una historia apasionante detrás del Internacionalismo. El marxismo, desde sus orígenes, planteó la necesidad de la organización de los trabajadores más allá de las fronteras, a partir de revelar la tendencia del capitalismo a transformarse en un sistema-mundo. Marx y Engels fundaron la Primera Internacional (1864) con el propósito de unir a los trabajadores en una lucha común revolucionaria contra el capitalismo. Este fue el primer ensayo de organización internacional, luego vendrían otros. Nuestra corriente se reconoce como parte de esa tradición, continuada por Lenin, Trotsky y otros revolucionarios de todo el mundo. Además, tiene el orgullo de haber participado de cientos de iniciativas internacionalistas a lo largo de su historia, entre las que se incluye la organización de una brigada de revolucionarios voluntarios, la Brigada Simón Bolívar, que combatió armas en mano en la revolución nicaragüense hasta la toma del poder y la caída del dictador Anastasio Somoza.
Que no te vendan pescado podrido
Las corrientes reformistas y nacionalistas intentan desacreditar el internacionalismo a través de sus intelectuales, promoviendo mentiras sobre lo que este significa. El internacionalismo no niega las particularidades históricas, culturales o sociales de los pueblos del mundo ni promueve una visión homogénea de la clase obrera. En realidad, ubica los intereses en común de la clase obrera mundial, más allá de sus diferencias. Nadie ha hecho más daño a esa diversidad que el capitalismo imperialista, borrando de la faz de la tierra a pueblos enteros, y promoviendo la asimilación económica y política y cultural -del centro a la periferia- sometiendo a millones en todo el planeta.
Es un interés de la burguesía enfrentar a los trabajadores unos con otros, e impedir la acción colectiva más allá de las fronteras. La ofensiva xenófoba actual en Europa occidental, y las redadas antimigrantes de Trump con el ICE en EE.UU. son la expresión más violenta de esta tendencia. El capitalismo provoca olas migratorias que luego reprime ferozmente o transforma en chivos expiatorios para que veamos como enemigos a otros trabajadores.

En cambio los marxistas siempre defendimos el derecho a la autodeterminación de los pueblos del mundo, principalmente frente al acoso de las potencias imperialistas. Apoyamos durante toda nuestra historia, de forma incondicional, las guerras de liberación nacional en África, América y Asia. El único mundo posible donde los seres humanos no se enfrenten unos a otros y vivan en paz, respetando el modo particular de hacerlo, es uno no-capitalista, sin explotación, donde los pueblos cooperen en vez de enfrentarse los unos con otros. El desarrollo técnico y científico es suficiente para liberar al ser humano de la necesidad de explotar, y de la condición de tener que ser explotado.
Construir organizacion internacional
Orgullosamente, desde hace varios años estamos construyendo la Liga Internacional Socialista, contribuyendo a la lucha por la emancipación de los trabajadores de todo el mundo. Con presencia militante en los cinco continentes, creciendo rápidamente y rumbo a nuestro 3er Congreso Mundial a principios de diciembre de 2025. Recogiendo las lecciones de más de 80 años -con avances y retrocesos- de tradición internacionalista de nuestro partido. Más que nunca reafirmamos que la clase obrera debe luchar unida a nivel mundial. Cada campaña internacionalista, grande o pequeña, nos llena de orgullo y nos fortalece. Te invitamos a sumarte a la LIS, donde sea que estés, para pelear juntos por un mundo que valga la pena ser vivido.
Juan Russo
1 https://www.oxfamintermon.org/es/nota-de-prensa/oxfam-intermon-afirma-1-mas-rico-posee-mas-riqueza-95-poblacion#