viernes, 29 marzo 2024 - 10:07

Un plan capitalista mundial. Ajustar a los jubilados

En general, en el mundo hay tres tipos de sistemas jubilatorios: los sistemas públicos de reparto, los fondos de pensión privados y algunos sistemas mixtos.

  • Los sistemas de reparto se basan en aportes de les trabajadores y empleadores. Les trabajadores aportan un porcentaje de sus salarios que va del 5% al 25%; también varía el aporte patronal. Otra diferencia es cómo calcular el monto jubilatorio: según el último salario, el promedio salarial o de los diez últimos años o si establecen haber mínimo y máximo; y cómo actualizarlo: si por la inflación, los aumentos salariales, otros índices o una fórmula combinada.
  • Los sistemas privados de capitalización o por puntos se basan en el aporte individual a las famosas AFJP o AFP: las administradoras de fondos de jubilaciones y pensiones. Suelen pertenecer a grandes bancos, que “invierten” esos fondos en supuesto beneficio de sus contribuyentes.
  • En otros países, como en la mayoría de Europa, hay sistemas mixtos que combinan un aporte al sistema de reparto y otro al sistema de capitalización individual.

Desde ya, entre los sistemas actuales, como socialistas defendemos el sistema público de reparto. Lo maneja el Estado y no empresas privadas que especulan con esos fondos, es el único que garantiza -o debería- una proporción constante entre el haber jubilatorio y el sueldo en actividad y además es solidario al incluir como beneficiarias a personas que han trabajado de manera informal, han enviudado de un o una aportante, sufren alguna discapacidad o no perciben otro ingreso[1].

También defendemos los regímenes jubilatorios especiales, de sectores del trabajo que con su lucha conquistaron mejoras: por ejemplo menos años de aportes por tratarse de tareas insalubres que desgastan mucho más. La derogación de esos regímenes, como intentó Macron en Francia el año pasado, o las “armonizaciones” que intentan aquí con las cajas provinciales, son siempre a la baja.

“Como se vive más, aporten más”

El argumento capitalista en todo el mundo para atacar las jubilaciones se basa en un elemento real: la expectativa de vida promedio, aun con desigualdades de país a país, subió de 65 años en 1987 a 72,4 años en 2017[2]. Pero la burguesía, sus gobiernos y sus organismos internacionales[3] utilizan ese hecho para tratar de subir la edad jubilatoria y así los años de trabajo y de aportes. Según ellos hay cada vez más jubilados y pensionados para “mantener”, lo que las nuevas camadas de aportantes no compensan y por eso se desfinancian las cajas, que no serían “sustentables”…

La primera pregunta es: ¿por qué si vivimos más debemos trabajar y aportar más, en vez de retirarnos a igual edad y poder disfrutar más el último tramo de la vida? Es que el capitalismo, injusto por naturaleza, no usa los avances científicos y tecnológicos en favor del conjunto social. Además, pretende subir la edad jubilatoria de la mujer con la excusa de la igualdad de género, “olvidando” que la mujer cumple la doble carga de la tarea doméstica gratuita: cuidar y reproducir la mano de obra de hoy y de mañana, lo que beneficia a la clase capitalista. Y hay otras dos razones más que los capitalistas ocultan, que no sólo permitirían no ajustar sino mejorar las jubilaciones.

La primera es el porcentaje de aportes patronales. La tendencia capitalista mundial es a rebajarlos para no afectar sus tasas de ganancia. Acá, con la rebaja de Menem-Cavallo en 1994, las contribuciones patronales totales al sistema cayeron del 33% en ese año al 17,8% en el 2000[4]. Pese a los discursos “antineoliberales”, ninguno de los gobiernos posteriores restableció aquellos porcentajes. Este tampoco.

El segundo factor es el aumento de la precarización del trabajo. Los capitalistas la impulsan, pero tampoco hablan de cómo ni cuánto perjudica las jubilaciones. Reformas laborales y crisis mediante, aun antes de la pandemia la precarización era aquí del 35%: o sea, más de uno/a de cada tres trabajadores/as labura de manera informal, sin beneficios ni aportes. Con les cuentapropistas, sube al 50%. Sobre 20,6 millones de personas ocupadas, “hay casi 11 millones, de los cuales más de 7 millones son informales y el resto son semiformales (monotributistas sociales, trabajadoras de servicio doméstico)”[5]. Si se regularizara todo ese empleo informal, se duplicarían los aportes.

El proyecto de Alberto para quitar la inflación del cálculo de actualización forma parte de esta estrategia capitalista global de ataque a quienes trabajaron toda su vida. Al revés de lo que dijo meses atrás, ese hipotético “capitalismo en donde ganemos todos” no existe ni existirá.


[1] Pensiones no contributivas.

[2] Último informe del Banco Mundial sobre esperanza de vida, abril 2020.

[3] FMI, Banco Mundial, OCDE, etc.

[4] “Una vieja receta”, Página 12, 29/9/15.

[5] Datos de FIEL, La Nación, 12/4/20.

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