La «operación especial» de Putin para someter en pocos días a Ucrania no alcanzó su objetivo debido a la resistencia. Se desarrollan negociaciones entre ambos bandos. Mientras tanto, los ataques rusos sobre la población civil son cada vez más salvajes. Las consecuencias políticas y sociales se hacen sentir alrededor del epicentro del conflicto. El éxodo de millones de ucranianos provoca un drama humanitario. Europa vive con miedo ante la eventualidad de desastres nucleares o el estallido de una tercera contienda mundial. El imperialismo occidental, principalmente norteamericano, interviene en forma indirecta, ya que junto a la OTAN mantienen su agresiva política expansionista. La movilización debe abrirse camino en un gran movimiento por el No a la guerra. Desde la LIS hemos comenzado una campaña de apoyo material al Sindicato de Protección Laboral «Zathsi Pratsi» a partir del llamado que ha realizado. Lo hacemos a partir de una política principista e independiente que levantamos con nuestros camaradas de la Liga Socialista Ucraniana: rechazo a la invasión, apoyo a la resistencia y contra todos los imperialismos que toman a Ucrania como el escenario de sus disputas, sin depositar confianza en el gobierno de Zelenski y enfrentando a la ultraderecha.
La invasión de las tropas imperialistas rusas no logró un triunfo relámpago y está cerca de cumplir un mes. Vladimir Putin no obtuvo la rendición de Volodímir Zelenski ni la instauración de un gobierno títere en su reemplazo. La supuesta “operación especial” en realidad es una guerra abierta.
No son “salvadores” sino invasores
Los soldados del imperialismo ruso no fueron recibidos como «salvadores» sino como lo que realmente son, invasores. No encontraron un apoyo abrumador ni siquiera en las regiones en que es mayoría la población ruso parlante. La resistencia se extiende desde los frentes de combate hasta la retaguardia. Los ucranianos se organizan como pueden, aún en inferioridad de condiciones.
Distintos partes de guerra
Hay especialistas militares y servicios de inteligencia del imperialismo occidental que señalan graves errores de cálculo, fallos logísticos y subestimación de la efectividad de la resistencia ucraniana por parte del ejército ruso. Se multiplican las imágenes de atacantes muertos y tanques destruidos. Se menciona una gran cantidad de bajas en las tropas e incluso la muerte de seis generales, cuestión que de ser cierta sería inédita. En un conflicto bélico todos exageran y/o mienten, por eso no se puede confiar a ciegas en los partes de guerra de los bandos en pugna. Pero lo cierto es que el avance ruso no es el que esperaban y la resistencia ucraniana tampoco lo es.
Difíciles negociaciones en curso
Las negociaciones para pactar un alto el fuego, a partir de una hoja de ruta de quince puntos, son lentas y dificultosas. En este marco, el ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, aseguró que tiene esperanzas de alcanzar un acuerdo sobre «garantías de seguridad». «En las negociaciones, hay formulaciones absolutamente concretas que, en mi opinión, están cerca de llegar a un acuerdo».
El jefe de la delegación negociadora, Vladímir Medinski y el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, dijeron que se discute la posibilidad de neutralidad para Ucrania, basándose en una situación similar al de Austria y Suecia. Es decir, «un estado desmilitarizado neutral, con su propio ejército y fuerza naval», sin la extensión de la OTAN. Para Moscú también hay cuestiones innegociables, como el estatus de la península de Crimea y el Donbass.
Zelenski también alienta un acuerdo
Por su parte, Zelenski dijo que Ucrania no podrá alcanzar su objetivo constitucional de ingresar en la OTAN y calificó a las posiciones de las partes negociadoras como «más realistas», Animó a «seguir negociando» porque «toda guerra termina en un acuerdo».
Cuando menos avanza, más se enfurece
Ni la eventual ralentización del avance ruso, ni el inicio de las negociaciones detuvieron la guerra. En todo el país se repiten las imágenes de edificios, hospitales, escuelas, teatros y fábricas destruidos o gravemente dañados por misiles. El horror se multiplica cuando aparecen muertos civiles en las calles. Los corredores humanitarios tampoco son respetados, por eso las personas que huyen también son blanco de ataques. Las noticias dan cuenta de que el ejército ruso ha comenzado a probar un arma nueva y letal: los misiles hipersónicos que eluden los radares defensivos. Ante las dificultades en el terreno, el ejército de Putin actúa cada vez con más salvajismo sobre la población civil.
La barbarie se manifiesta en Mariúpol
Las principales muestras de barbarie se dan en la ciudad portuaria de Mariúpol, donde permanecen unas 400.000 personas. Ya no tienen agua, comida, ni atención médica a los heridos en el hospital. Sólo 35.000 personas lograron irse y se cuentan aproximadamente 2.500 muertos. Los bombardeos destruyeron la planta metalúrgica de Azovstal, una de las más grandes de Europa. Las tropas están en el centro y se combate calle por calle. A pesar de esto, Ucrania rechazó el ultimátum para abandonar la ciudad. Los especialistas señalan que, aunque Rusia tomara Mariúpol, necesitaría 800.000 soldados, casi todo su ejército activo, para controlar Ucrania durante un período prolongado de tiempo.
Recrudece la batalla en las ciudades hacia Kiev
Los rusos tomaron Jersón, en el Mar Negro, con casi 300.000 habitantes. El avance es mas lento en el norte y gana terreno en las zonas costeras del sur del país, base fundamental para poder avanzar hacia el oeste. Las fuerzas rusas también están cercando el Donbass. Está en disputa el mar de Azov, que puede quedar en manos de Moscú. Alrededor de Kyiv y Mikolaiv siguen los enfrentamientos. Las ciudades de Járkiv y Cherníhiv están sometidas a fuertes bombardeos. Y Kiev también sufre ataques mientras sigue preparándose para la invasión. La resistencia es muy grande, hay imágenes de un heroísmo conmovedor. Algunas muestran como los tanques invasores son recibidos con una lluvia de bombas molotov arrojadas desde las ventanas de los edificios.
Millones de personas fueron desplazadas de sus hogares
Los datos más recientes sitúan en 3,39 millones la cantidad de personas emigradas desde que empezó la guerra. Tienen como principales destinos: Polonia (2,05 millones de personas), Rumanía (527.000) y Moldavia (362.000). Por la frontera con Hungría han escapado 305.000 personas y por la de Eslovaquia 245.000. Hay casi siete millones de ucranianos que abandonaron sus casas para refugiarse en ciudades o pueblos del interior del país, que no son blanco directo de los bombardeos. En dos semanas la cifra de desplazados y refugiados se va acercando a la que hubo en Siria en diez años. Europa vuelve a verse sacudida por un drama humanitario, el mismo que viven cotidianamente millones de africanos rechazados o dejados a su suerte por el bloque imperialista europeo.
Volvió el miedo a una catástrofe nuclear
Las tropas de Putin ocuparon Chernóbil. Luego atacaron la central nuclear de Energodar, en la región de Zaporiyia, la más grande de Europa. Allí se desató un incendio que puso en vilo al mundo. Los especialistas militares no descartan que Putin pueda utilizar armas nucleares tácticas si no obtiene resultados militares contundentes. Estos peligros han colocado a la población europea en una situación de miedo permanente a una nueva catástrofe o agresión nuclear, con su devastadora secuela de muerte. Las ambiciones de los imperialistas de uno y otro bando hacen imposible descartar cualquier posibilidad de desastre.
La extensión de la guerra es una amenaza latente
El otro elemento que tiene en vigilia a millones de personas es la posibilidad de que se desate una tercera guerra mundial. El presidente Joe Biden ya dijo que las tropas de EE. UU. no pelearán en Ucrania, a no ser que Rusia agreda a un miembro de la OTAN, lo cual desataría una tercera contienda mundial. Cotidianamente, las bombas caen a pocos kilómetros del límite con Polonia, país que integra la Alianza Atlántica comandada por los norteamericanos. Mientras esté vigente el capitalismo imperialista, las crisis y las guerras son una posibilidad latente que amenaza a la humanidad.
El expansionismo norteamericano sigue actuando
Aunque los norteamericanos no intervienen en el enfrentamiento directo con Putin, sí actúan. Biden anunció que enviará 100 drones y 800 misiles antiaéreos Stinger (suman 1.400). La lista se completa con proyectiles anti blindados, lanzacohetes antitanque, armas ligeras y balas. También ordenó el envío de 800 millones de dólares más para asistencias ucranianas. No renunciaron, ni renunciarán, a su política expansiva en el Este Europeo, que es uno de los motivos que alimentan la contienda bélica. Putin comenzó la guerra, la presencia de la OTAN y del imperialismo occidental, en una región que pretende influenciar para ampliar sus mercados, es una amenaza directa para la paz.
Consecuencias que ya se sienten
Los más perjudicados son los trabajadores y el pueblo ucraniano. Los obreros rusos también recibirán la factura de guerra de su gobierno. Los efectos de la guerra ya se sienten en la UE y la onda expansiva irá llegando a otros continentes. La inflación, que se instaló antes de la guerra como producto de la crisis de la economía capitalista, sigue avanzando. Los precios de la energía y los alimentos continúan subiendo y deprecian los salarios. A tal punto, que, por ejemplo, en el Estado español comenzaron a realizarse manifestaciones del campo y protestas de camioneros. Por primera vez en mucho tiempo, se habla de la posibilidad de un estallido social.
Amigos y cómplices de la invasión por interés
En Europa le confiscaron algunos yates de lujo a los oligarcas ligados al régimen y se tomaron otras medidas a modo de sanción. Pero no dejan de expresar el cinismo del bloque europeo que hace todo lo posible por desvincular la guerra de sus necesidades comerciales con Rusia, principalmente las del gas. También están los que no disimulan su apoyo a Putin. En la ONU los gigantes India y China se abstuvieron en una votación de condena. Incluso, entre los países que votaron a favor, no son muchas las adhesiones estrictas a las sanciones que quieren imponer Washington y Bruselas.
La Indian Oil Corporation acaba de adquirir petróleo ruso con un descuento del 25%, además les compra el 60% de su armamento. El imperialismo norteamericano se hace el adalid de las sanciones, pero sigue importando uranio ruso para sus centrales. El presidente argentino, Alberto Fernández, ofreció a Putin tomar su país «como puerta en América Latina» para el comercio. El reaccionario Jair Bolsonaro estrechó la mano de Putin. El primer ministro pakistaní, Imran Jan, fue recibido por el Kremlin, no ha condenado la invasión y enfrenta una moción de censura.
Rusia también reconstruye y amplia sus relaciones en África. Pero lo fundamental es que cuenta a China como aliada, aunque desde una posición que intenta ser más moderada. Turquía e Israel critican la invasión y llaman a respetar la integridad de Ucrania, pero no toman ninguna medida contra Rusia por sus propios intereses en juego. La imagen de una Rusia acorralada comercialmente no se corresponde con la realidad, por lo menos en amplias regiones del planeta.
Una política principista de los socialistas revolucionarios e internacionalistas
El mismo día que comenzó la invasión hubo movilizaciones en las principales ciudades rusas. Se sostienen a pesar de la represión y los encarcelamientos que lleva a cabo el régimen. Es clave que las protestas se extiendan y se profundicen en todo el mundo, para darle forma a un gran movimiento por el No a la guerra. Desde la LIS reafirmamos nuestros ejes políticos de intervención expresados en declaraciones y notas. Son el rechazo a la invasión del imperialismo ruso, el apoyo a la resistencia del pueblo ucraniano, la exigencia del retiro de la OTAN y EE. UU. del Este Europeo. No depositamos ninguna confianza en el gobierno neoliberal y pro-imperialista de Zelenski, enfrentando las posiciones de la derecha y la ultraderecha. Llamamos a la movilización de los trabajadores rusos contra Putin y a la solidaridad movilizada de todos los pueblos del mundo. Es la política que levantamos junto a nuestros camaradas de la Liga Socialista Ucraniana que resisten la invasión junto al pueblo.
Campaña solidaria: 1 dólar/euro para los trabajadores ucranianos
Vamos a continuar la campaña de apoyo político con acciones, pronunciamientos, actos, conversatorios, denuncias en las redes sociales y otras iniciativas. A estas acciones hemos sumado una campaña de apoyo material al Sindicato de Protección Laboral «Zakhist Pratsi», cuya organización de mineros de la empresa «Selidovugol» está en combate. Respondemos así al llamado realizado por el Sindicato Independiente. Los trabajadores que resisten necesitan de la solidaridad de los trabajadores de todo el mundo, de los jóvenes, los estudiantes, las mujeres y de todas las personas que no quieran la guerra. Por eso te pedimos que colabores con «Un dólar-euro para los trabajadores ucranianos».
Rubén Tzanoff