Del 4 al 8 de abril se desarrollaron las elecciones para consejos directivos y centro de estudiantes en las 13 facultades de la Universidad de Buenos Aires. A continuación, un primer análisis de los resultados y la situación en la universidad, el desempeño de la izquierda, la perspectiva y sus tareas.
La vuelta a la presencialidad y elecciones apuradas
Fueron unas elecciones atípicas. Luego de dos años de virtualidad, decenas de miles de estudiantes hacían su primera experiencia presencial en la UBA. Estudiantes de primer, segundo y hasta tercer año de todas las carreras comenzaban la cursada con un gran desconocimiento, que iba desde la dinámica presencial hasta las instalaciones edilicias de sus facultades. Es decir, para una porción importante del estudiantado, todo lo que ocurriera esas primeras semanas era nuevo.
En este marco las autoridades, el Rectorado junto a los decanos (Cambiemos y PJ), acordaron desarrollar el proceso electoral a principio de año, entre la segunda y la tercera semana de cursada. Sin consulta mediante ni a docentes ni estudiantes, estas autoridades definieron extenderse los mandatos mientras durara la pandemia. Bajo la misma metodología inconsulta definieron convocar esta elección que tomó por sorpresa a propios y ajenos.
Alguien mal intencionado podría interpretar que, en el contexto de ajuste presupuestario, deterioro económico y acuerdo con ajenos hacer elecciones “express”, sin debates profundos, sería beneficioso para aquellos que tienen que aplicar ese ajuste. Lo dejo a tu criterio.
El Agente Naranja: un espacio que de nuevo no tiene nada
En 12 de las 13 facultades las elecciones fueron ganadas por los oficialismos. La excepción a la regla fue dada por el centro de estudiantes de Agronomía, donde el LAI, fuerza alineada con Nuevo Espacio, le sacó la conducción al kirchnerismo. La continuidad de los oficialismos no fue un fenómeno fortuito. Hoy, Nuevo Espacio (ex Franja Morada) y sus fuerzas aliadas se encuentran en la conducción de 7 centros de estudiantes, es la única fuerza que sumó un centro y creció.
El motivo de este asentamiento está ligado a la ficticia identidad de su fuerza y el contexto en el que se dieron las elecciones. Aunque lo oculten, Nuevo Espacio es la juventud de Cambiemos, el brazo estudiantil del rectorado y los decanos. Esto le otorga una serie de beneficios diferenciales en relación con el resto. Por ejemplo, sostienen un discurso a base de servicios y políticas de extensión, fáciles de aplicar teniendo acceso al presupuesto universitario, a la caja de nuestras facultades. Cuentan con un aparato monumental de recursos y privilegios, sectores de docentes y no docentes que militan para ellos. Durante toda la pandemia, con la virtualidad como modalidad, tuvieron acceso al padrón y contacto del conjunto del estudiantado, lo que les permitió desarrollar un seguimiento personalizado de los ingresantes y una instalación de su fuerza como nadie más pudo.
El contexto también los favorece. Por un lado, ya hemos mencionado la maniobra de colocar las elecciones al principio de año y a eso hay que sumarle que, si bien el marco es de ajuste, esto todavía no se tradujo en acciones de lucha, ni a nivel general ni en el plano educativo, como sí ocurrió en 2018.
El fortalecimiento de Nuevo Espacio es una realidad, pero relativa. El CIN ya ha declarado públicamente que el presupuesto destinado a educación universitaria no llega a cubrir los gastos corrientes del 2022 y en algunas facultades, como Psicología, han empezado el recorte de cursos producto del ajuste. En el periodo que entramos hay pronóstico de conflictos, que de llegar a desenvolverse, todo ese fortalecimiento será cuestionado.
Por su parte, el peronismo retiene los centros de Exactas, Sociales y Filosofía. Sin embargo no logra pegar un salto y en general sufre un retroceso de votos en el conjunto de las facultades. Este estancamiento es la expresión de la crisis política que tiene el gobierno en general. En muchas de las facultades, como es el caso de Medicina y FADU, el gobierno se ha presentado en más de una lista, enfrentando sus fuerzas entre sí. El centro de Filosofía y Letras lo tendría que haber ganado la izquierda, quien quedó a menos de 90 votos de recuperarlo. En síntesis: el peronismo retrocede en Agronomía, y en el resto de las facultades se sostiene sobre la base de la desinteligencia de la izquierda.
Para entender esta nueva situación que hay en la UBA, no se puede obviar una experiencia que el estudiantado realizó durante años con la izquierda en la conducción de los centros de estudiantes, con balances muy pobres. El responsable principal de esto fue el Partido Obrero, organización que se fue adaptando a la lógica electoral y que, sobre la base de un periodo sin movilización, fue vaciando los centros de estudiantes, cambiando su carácter de organización para la lucha hacía una concepción de centros de servicios. Jugar el juego de la Franja salió caro.
La izquierda: de los laberintos se sale por arriba
Por su parte, la izquierda queda ubicada como tercer fuerza con sus competidores, el radicalismo y el kirchnerismo, sacando distancia. Del 2001 en adelante la izquierda se había consolidado como una de las fuerzas protagonistas en las elecciones de la UBA. Sin embargo, desde hace unos años ese caudal electoral ha retrocedido. Hoy conduce únicamente dos centros pequeños, Veterinarias y Farmacia y Bioquímica, y ha retrocedido en Sociales, Medicina, Exactas y Psicología. Esta actualidad está asociada a temas objetivos que tienen que ver con la desmovilización, pero también a errores propios, que deberemos debatir pronto. Desde nuestro punto de vista, es una combinación de asimilación a las políticas de gestión con una desarticulación para actuar en bloque, en frente único.
En la izquierda también hay un nuevo mapa. Las hegemonías, que no eran claras a nivel nacional, ya no son claras tampoco en la UBA, y esto abre un debate. Mientras que el Partido Obrero sufre un retroceso político y orgánico notorio e Izquierda Socialista se encuentra muy disminuido, el PTS insiste en encabezar las listas intentado que el resto reconozca lo que aún no es, y para eso fuerza situaciones que ponen en tensión los frentes.
Lo contradictorio es que en el momento en que la izquierda se consolida como fuerza política nacional con la aparición del FIT-U, retrocede en sus ubicaciones en los centros de estudiantes de la UBA. Mientras lo que prime sea el “poroteo” interno, las ubicaciones y no el desarrollo de actividades unitarias en frente único, que instale debates, que dispute la conciencia e ideología de una porción del estudiantado y lo organice para las batallas presupuestarias y educativas que se vienen, la distancia con los competidores continuará creciendo.
Párrafo aparte merece el Nuevo MAS, el grupo de Manuela Castañeira. Existe esencialmente en Filosofía y Letras y en el resto de las facultades su desarrollo es marginal y testimonial. El Ya Basta decidió presentarse solo en las pocas facultades que lograron armar lista. A partir de un chantaje aparatista y desubicado tuvo la exigencia de encabezar la lista de la izquierda en Filo, ubicación que a las claras no les corresponde. Se presentó solo y puso sus esfuerzos al servicio de asegurar que el kirchnerismo retuviera el CEFyL. En la elección quedo en el 4° lugar, por detrás de una lista de carrera. Hoy en la universidad, esta fuerza cumple un papel reaccionario.
La consolidación de Nuevo Espacio pone como necesidad la articulación de la izquierda para recuperar terreno frente a los desafíos que vienen. Esto debe hacerse sin sectarismos, pero también sin imposiciones. Si algo demostró este resultado es que nadie en la izquierda es hegemónico en el movimiento estudiantil, sino que debemos articular sobre la base de la paridad con la intención de recuperar terreno, no solo electoral, sino también ideológico.
Perspectivas y tareas
Estos resultados electorales dejan planteado un barajar y dar de nuevo en la izquierda. El reagrupamiento que significa el FIT-U es un primer paso. Hay que abandonar la lógica de acordarnos de la unidad 72 horas antes de las elecciones y tener iniciativas comunes a lo largo del año. Ir construyendo de cara a la base estudiantil un espacio propio que se termine reflejando en el proceso electoral, donde las elecciones sean el reflejo de una construcción colectiva y no una excusa para mostrar una unidad que en la realidad no existe.
Esta es la propuesta de la Juventud Socialista del MST y de sus agrupaciones con presencia en 8 de las facultades, pero también en la UNA, donde en este momento se está desarrollando un conflicto importante por cupos, y en todas las universidades donde hacemos vida.
En el marco del acuerdo con el FMI, todo esto se vuelve una bomba de tiempo que puede estallar en cualquier momento. Si algo caracteriza a la UBA, es la lucha que dieron históricamente sus docentes y estudiantes para sostenerla. Esa misma lucha es la que está planteada que ocurra en los tiempos que vienen. En este diagnóstico, las fuerzas que se vienen oponiendo permanentemente a las políticas de ajuste que intentan aplicar los gobiernos a través del rectorado deberemos profundizar nuestra articulación. Teniendo en claro que la lucha que se viene no será por un cargo o por un centro; sino por la defensa de la educación, de los salarios, de la gratuidad, de la autonomía y de todos los derechos que hemos sabido ganar a lo largo los años.
La articulación tiene que estar al servicio de la democratización, la denuncia a lo reaccionario del régimen universitario. Al acceso irrestricto a la universidad por el derecho a la educación. A la modificación de los planes de estudios al servicio de la necesidad de las mayorías sociales. Esa es la lucha que se viene, y nos tiene que encontrar fortalecidos en la unidad.