Trotsky y el Che Guevara. Cruces teóricos y la transición al socialismo

El siguiente texto es una ponencia presentada por Leonel Acosta en el III° Evento Internacional León Trotsky, en el panel Cruces teóricos I: Trotsky, el Che y los debates sobre la transición al socialismo, que tuvo lugar en la Ciudad de Buenos Aires del 23 al 26 de octubre de 2024. Ahora, días después del 58 aniversario del asesinato de Guevara, decidimos publicarlo para las y los lectores de Periodismo de Izquierda.

Hubiera sido muy injusto no rendirle homenaje a las coincidencias de esta tercera edición del evento internacional León Trotsky, que se realiza en la tierra donde nació Ernesto “Che” Guevara y, precisamente, en el mes en el que pasó a la inmortalidad.

Pero sería doblemente injusto que esta mesa se limitara a rendir culto a una personalidad brillante como la del Che separando como muchos acostumbran, la personalidad de las circunstancias, aportes de sus errores.

El modesto aporte que compartiré a continuación buscará reponer los principales puntos de contacto entre el Che Guevara, y su teoría y acción revolucionarias, con las del dirigente ruso que da nombre a este evento.

También intentaré linkear esos puntos de contacto con los desafíos políticos que, desde la Liga Internacional Socialista -organización en la que hace vida el MST como sección argentina- identificamos en el mundo de hoy y que queremos compartir con los presentes para su debate.

Las divergencias

Las divergencias expresadas en polémicas de Nahuel Moreno, el fundador de la corriente de la que proviene el MST, con el Guevarismo y con el ulterior castrismo, son conocidas, por lo que solo las enunciaré para enfocarme posteriormente en las conexiones y debates actuales.
Entre las divergencias encontramos:

● El rechazo a la definición de la guerra de guerrillas como único método para la revolución socialista en Latinoamérica.
● Derivado de esto, el rechazo a la técnica de las tres etapas de ese método.
● La definición errónea de la guerra de guerrilla como única forma viable de lucha armada.
● La definición de que existe, en todo momento, un bloque político monolítico entre las burguesías nativas y el imperialismo.
● El desinterés por las organizaciones de masas como sindicatos, partidos, etc.
● La despreocupación por las cuestiones relacionadas al programa y a la construcción del partido revolucionario.

Las polémicas manifestadas por nuestra corriente política ante las concepciones de Guevara tienen un mismo hilo conector: la crítica a la elevación, por parte del Che, de la táctica de la guerra de guerrillas a la categoría de estrategia permanente convirtiéndola prácticamente en un dogma y subordinando todos los elementos de la lucha de clases a esa creencia.

A pesar de estas profundas diferencias, fue Nahuel Moreno quien tituló “Che Guevara: héroe y mártir de la revolución permanente” al conocido folleto publicado tras su asesinato. Estas palabras sintetizan la conexión clave que, para Moreno, existe entre estos dos grandes revolucionarios: Trotsky y Guevara.

Economía, conciencia y transición al socialismo

Dentro de los puntos de contacto entre el Che y Trotsky, uno de los principales puntos neurálgicos es sin lugar a dudas el combate a la concepción de la revolución por etapas. Para abordar este tema empecemos por reponer los aportes en economía política que realizó Guevara, preocupado por su papel en la transición al socialismo.

El Che polemiza en 1963 con el entonces ministro de comercio exterior de Cuba, Alberto Mora, sobre el plan económico que pondría a la isla rumbo al socialismo.

  • Para Mora, había que dejar que la economía cubana en su conjunto y cada empresa en particular desenvolvieran su actividad de acuerdo a la ley del valor, a la ley capitalista de oferta y demanda, y que los incentivos individuales ordenaran el trabajo.
    Según Mora, esto permitiría el desarrollo de las rezagadas fuerzas productivas, lo que oportunamente abriría paso a una acumulación económica y social para emprender una posterior e indeterminada etapa de transición al socialismo.
  • De su razonamiento etapista y oportunista se desprendían peligrosas políticas económicas: No sería necesaria la intervención estatal en la economía. El valor del trabajo, la vivienda y otros aspectos de la vida seguirían determinados por el mercado.
    Como en su planteo los incentivos individuales ordenan el trabajo, se incentivan la competencia y la autoexplotación entre los obreros, como en el trabajo a destajo bajo el estalinismo o en los premios a la productividad bajo el capitalismo.
  • Guevara, en cambio, insistió en que la economía que se orienta al socialismo no debe ser simplemente una economía capitalista en manos de los obreros: debe tener objetivos diametralmente opuestos a la misma.
    De su definición sacó conclusiones opuestas a Mora: Es necesario centralizar y planificar la economía desde el Estado. El trabajo debía ser ordenado a partir de un fuerte trabajo político sobre la moral de los trabajadores, dejando en un lugar secundario los incentivos individuales.

La posición del Che era la dialéctica y revolucionaria y la de Mora la oportunista y estalinista, que apelaba a métodos burgueses para lograr el desarrollo socialista.
Para el Che la transición de la economía cubana debía ir acompañada de un proceso revolucionario, que era la elevación de la conciencia de los trabajadores.

Economía e internacionalismo

Con esta misma lógica, el Che se opondrá a la política comercial de la Unión Soviética:

  • En defensa de los países atrasados y gobiernos socialistas, cuestiona el valor de las mercancías impuesta por la URSS, las cuales seguían los mismos criterios de las transacciones capitalistas
  • Reclama la necesidad de una planificación conjunta de las economías de los distintos países socialistas y atrasados, tendiente a la integración.
  • Apoyado en un antiimperialismo consecuente, plantea que las armas no deben ser consideradas mercancías, sino que deben ser entregadas a los pueblos que las necesitan.
  • Podemos observar que, mientras el planteo del Che se emparenta con el de León Trotsky y su Programa de transición, el de Mora lo hace con la nefasta teoría de la “revolución por etapas”, que plantea que lo primero es desarrollar las fuerzas productivas en clave capitalista para luego pasar a un segundo momento de lucha anticapitalista frontal.
  • La acumulación socialista perseguida por el Che no podía darse introduciendo en demasía elementos capitalistas como la organización de las relaciones del trabajo y el intercambio por la ley del valor, sino que necesitaban la conducción centralizada y consciente hacia un rumbo opuesto al capitalismo.
  • Tras la experiencia estalinista y la China imperialista de hoy, podemos concluir que la centralización estatal no conduce necesariamente a una acumulación con aspiraciones socialistas. En el caso chino, esta acumulación explica la transformación de un país semicolonial a un Estado obrero burocratizado y, tras la restauración capitalista, actualmente se configura como una potencia imperialista.
  • Guevara no solamente explicó la importancia de la centralización y la moral para el proceso de transición, sino que también alertó sobre los peligros de restauración capitalista que significaba el predominio de la ley del valor en las reformas de las economías de Europa del Este y la URSS:

Guevara manifestó el mismo temor en una entrevista concedida al diario El-Taliah (La Vanguardia) de El Cairo en abril de 1965, en la que afirmó que:

“[…] los países socialistas, y particularmente en la Unión Soviética, por lo tanto introdujeron competencias entre los diversos proyectos, e introdujeron incentivos materiales, bien en forma individual o de grupo. Pero la definición del capitalismo es: dar libre movimiento a la ley del valor. Cada vez que le damos mayor libertad a la ley del valor, nos acercamos otra vez al capitalismo”.

Tomando las bases económicas de la extinción del Estado de Lenin, el Che decía:

“El comunismo es un fenómeno que se produce en la conciencia; no se llega a él con un salto, un cambio en el modo de producción o un enfrentamiento entre las fuerzas productivas. El comunismo es un fenómeno de la conciencia y tiene que desarrollarse en el hombre; por tanto, la educación individual y colectiva en el comunismo es consustancial a éste”.

Además del debate económico, los cruces con León Trotsky y el Che se originan en el mismísimo acontecimiento que dio origen al héroe: la revolución cubana se inscribió en la “hipótesis menos probable” del Programa de Transición de Trotsky, que planteaba la posibilidad de la creación de un gobierno obrero y campesino a partir del acaudillamiento de las masas por parte de un partido pequeño burgués / estalinista, cuando la situación objetiva empujara a esa dirección mucho más allá de sus límites de clase. Esta hipótesis poco probable ocurrió en China, en Cuba y en Europa del Este.

Quizás la conexión más importante sea que el Che siguió defendiendo el camino de la revolución en permanencia en un tiempo histórico cuando se habían desarrollado dos corrientes contrarrevolucionarias que, desde el seno del movimiento socialista, buscaron destruir la experiencia acumulada y se convirtieron en socias del imperialismo.

  • Hacía décadas que se había producido el quiebre con la socialdemocracia que pretendió destruir las enseñanzas de Marx y Engels respecto a la inevitabilidad de la revolución violenta y su tesis contra el supuesto camino reformista al socialismo.
  • Y el régimen estalinista había exportado su coexistencia pacífica a toda la orbe, levantando su teoría del socialismo en un solo país para buscar frenar el proceso de revolución mundial.

Sin embargo, la dinámica de la revolución cubana y las conclusiones extraídas por el Che chocaron de manera frontal contra estas corrientes y su propaganda tramposa.

Las dos principales conclusiones teórico-políticas más generales de Guevara, antagónicas con estas corrientes, son las siguientes:

  1. Que no hay otro camino para la revolución más que la lucha armada para la destrucción del Estado.
    Más allá de si esa lucha armada la tiene que dar una guerrilla, milicias obreras o lo que fuera, esta propuesta rompió con la explicación reformista de la ocupación de la aparatología estatal de la socialdemocracia.
  2. Que el proceso de la lucha armada es el comienzo de una revolución en permanencia, la cual se libra en el plano internacional.

Y, como dijo Nahuel Moreno, justamente estas dos conclusiones son la razón de ser del trotskismo.

Este acuerdo, que es un acuerdo de principios contra oportunismos que reivindican caminos pacíficos hacia el socialismo y la colaboración con la burguesía, es clave tenerlo bien presente, más aún en nuestro continente, donde muchas veces el legado del Che se intenta amalgamar con propuestas del nacionalismo burgués o pequeñoburgués.

Para mencionar otras conexiones entre Trotsky y el Che, podemos hablar de:

  1. La concepción de “revolución” como proceso ininterrumpido y permanente, opuesto a la concepción de revolución por etapas.
  2. El carácter socialista que asume la revolución en los países atrasados.
  3. El internacionalismo proletario como criterio central para fundamentar la revolución mundial, opuesto al socialismo en un solo país.
  4. La lucha contra la detención del proceso, contra su burocratización.
  5. La relación entre la conciencia y la construcción de la sociedad socialista.

El mundo actual

“Hay que hacer un, diez, cien Vietnam”. Así sintetizaba Guevara su desafío al imperialismo, su estrategia global. Nuestro Vietnam hoy se llama Palestina.

El aporte del Che sobre la relación entre las tareas de liberación nacional lo ligan con lo mejor del legado leninista y trotskista. Hoy algunas corrientes menosprecian este aspecto en la complejidad que supone la invasión de Rusia a Ucrania o la salida socialista para Palestina.

De todas ellas, quizás la enseñanza más importante que nos dejó el Che es que la obligación número uno de los revolucionarios es ganar: para lograrlo en el próximo período, debemos reagruparnos en una organización internacional que reconozca la existencia de diferentes tradiciones revolucionarias y que busque una síntesis superadora de las parcialidades, con un programa socialista y antiimperialista, que abandone la estrategia de construcción de pequeños partidos internacionales como cultos de autoconvencidos; impulsar un internacionalismo militante para actuar frente a los principales fenómenos globales, como el genocidio en Palestins, la preparación de un confrontamiento interimperialista, el fenómeno de la ultraderecha, la crisis climática y otros, de manera principista; y, al calor de esa intervención, forjar la dirección revolucionaria que necesita el proletariado para ganar.

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