Más de 2.000 personas nos concentramos en la tarde del lunes 22 ante el Palacio de Tribunales, en Buenos Aires. La convocatoria nació de los familiares y amigos del joven Lucas González, de Florencio Varela, quien fue asesinado días atrás por agentes de civil de la Policía de la Ciudad cuando volvía, junto a tres amigos, de entrenar al fútbol en Barracas.
Después de las palabras de Gregorio Dalbón, el abogado de la familia de Lucas, hablaron los papás de sus tres amiguitos, luego los propios chicos, que hablaron de sus sueños de ser futbolistas y jugar en primera, y cerraron el acto el padre y la madre de Lucas, entre lágrimas de bronca y dolor. Hubo muchos momentos de emoción, sólo interrumpidos por los cánticos contra la policía y exigiendo justicia. El concurrido y sentido acto culminó con velas encendidas, al grito de ¡Lucas, presente, ahora y siempre!
Desde el CADHU y el MST en el Frente de Izquierda nos hicimos presentes en el acto en Tribunales, respetando el pedido familiar de no llevar identificación política, pero sí en un numeroso grupo, con nuestras pancartas en alto y consignas bien claras: Justicia por Lucas / Basta de gatillo fácil / No es un policía: es toda la institución / Disolver todo el aparato represivo. También llegaron compas nuestros desde La Plata junto a familiares de Lito Costilla, asesinado por la policía platense.
El asesinato de Lucas generó una enorme indignación popular, en primer lugar por el crimen en sí pero también por el burdo intento mediático, político y policial de acusar a los chicos de delincuentes y simular un enfrentamiento para ocultar lo que en realidad ocurrió: un asesinato a sangre fría de un joven, y el intento de asesinar también a sus amigos, por parte de una fuerza represiva.
En la misma semana hubo otros dos asesinatos a manos de fuerzas policiales. Uno fue el de Alejandro Martínez, detenido tras incidentes en un hotel de La Costa y que murió asfixiado poco después de llegar a la Comisaría 3ª de San Clemente; hay nueve efectivos de la Bonaerense desafectados del servicio por el hecho, mientras Sergio Berni intenta encubrir a su policía.
El otro asesinato en estos días el del joven mapuche Elías Garay y otro pibe que quedó herido de gravedad, ambos de la comunidad Lof Quemquemtrew, que reclamaban la devolución de sus tierras ancestrales. Parece que el ataque fue realizado por dos personas de civil, pero toda la zona en la Cuesta del Ternero está rodeada por agentes de la Policía de Río Negro y la Gendarmería, éstos últimos enviados por Alberto Fernández. También la comunidad mapuche fue demonizada como terrorista.
Esta violencia policial, que es estructural, se ve incrementada por los discursos de mano dura, de odio y de represión que sustentan referentes políticos como Patricia Bullrich, el propio Berni, Milei, Espert y otros, en tanto que los gobiernos y la dirigencia del Frente de Todos les son funcionales y además aumentan los fondos presupuestarios para las policías.
Por su parte, en el acto, Dalbón cuestionó el accionar policial que terminó con la vida de Lucas pero equivocadamente defendió a la policía como tal. Es la vieja excusa de que sólo hay unas pocas manzanas podridas en un cajón institucional bueno. Y criticó a “un diputado del Frente de Todos que inició otra querella con otro abogado”.
Más allá de internas políticas y campañas mediáticas interesadas, lo cierto es que todas las policías y demás fuerzas de “seguridad” tienen un carácter abiertamente represivo contra los reclamos sociales y la juventud, aparte de amparar o ser parte directa del delito. Entre asesinatos por gatillo fácil, en comisarías y cárceles, el promedio es de una muerte por día a manos del Estado.
Por eso, junto a exigir juicio y castigo a los responsables materiales y políticos por Lucas y ante cada asesinato, es necesario disolver estas fuerzas y reemplazarlas por otras totalmente distintas, democráticas, con un rol esencialmente preventivo y no represivo, bajo el control de los propios vecinos en cada barrio. Si no, no sólo no habrá más seguridad sino que aumentarán los casos de gatillo fácil y violencia represiva.
Pablo Vasco
CADHU-MST