Compartimos con nuestros lectores este artículo publicado, ya hace algún tiempo, por la compañera Micaela Escobar, en relación al 30 de julio, día mundial contra la trata de personas.
El 30 de julio de 2013, la Asamblea General de la ONU declaró esta fecha como día mundial contra la trata. El comercio de personas con fines de explotación sexual o laboral, en campos o talleres, servidumbre, de criminalidad forzada o de tráfico de órganos, ocupa el tercer puesto entre los mayores negocios ilegales del mundo, después del tráfico de drogas y de armas.
Seres humanos, sobre todo mujeres y niñxs, son captadxs por las redes de trata a partir de un estado de desamparo o de miseria mediante violencias, engaños o abusos.
Sin amparo estatal no hay trata
El delito de trata no se comete de manera ocasional, una vez cada tanto: se mantiene a través del tiempo, a veces durante años, estructurado para captar, trasladar e incluso cruzar fronteras y luego explotar a sus víctimas, a menudo con rotación de lugares.
El circuito complejo de este delito económicamente organizado sólo puede funcionar entonces con impunidad bajo el amparo, la inacción y/o la complicidad directa del aparato judicial, policial y político del Estado. El caso de Marita Verón, secuestrada en Tucumán, en donde operaba a la luz del día una mafia protegida por el poder provincial, es un claro ejemplo de esta complicidad y connivencia institucional.
Es así. Los marcadores señalan a las posibles víctimas, los reclutadores las captan y los explotadores acumulan ganancia a costa de ellas. En el medio, otros cumplen su función: trasladan, administran o son el personal de “seguridad”. También están los que creen pasar desapercibidos pero son participes necesarios del delito, como los comisarios, jueces, fiscales, punteros y otras autoridades políticas, a cargo de alertar, impedir, encubrir o desviar los operativos, allanamientos o las investigaciones penales.
Las víctimas de trata tienen rostro de mujer
Durante el año 2019 se hicieron 1.740 llamados a la Línea 145 de asistencia y denuncias por trata de personas. De ese total, alrededor del 48% fue por motivos de explotación sexual[1].
La mercantilización de nuestros cuerpos en esta sociedad capitalista y patriarcal es moneda corriente. Basta con levantar la vista para ver anuncios en la calle, televisión, revistas e internet en donde los cuerpos femeninos son sexualizados y objetualizados bajo las lógicas publicitarias del mercado.
En el mundo delictivo, la violencia sobre nuestros cuerpos e integridad aumenta en forma exponencial. Pasamos de acompañar el producto en venta a serlo directamente. Nuestra sexualidad es convertida en la mercancía. Desde ya, no consideramos a la prostitución como sinónimo de trata, debate que excede el alcance de esta nota.
Las redes mafiosas saben cómo y dónde operar. El temor a las camionetas blancas lo conocemos todas. Muchas víctimas de trata son “marcadas” para luego, con operativos tipo comando, secuestrarlas de la vía pública. Las drogan, las trasladan y las violan hasta “quebrarlas” para luego explotarlas en prostíbulos. Otras víctimas, empujadas por un contexto de pobreza y miseria, bajo la promesa de un falso empleo para sobrevivir, terminan engañadas y explotadas sexualmente.
Combatir a fondo la trata y el amparo estatal
Podemos mencionar en detalle herramientas legales sancionadas para combatir esta realidad, como el Protocolo de Palermo, firmado en 2000 por 117 países, el nuestro entre ellos. También, la ley argentina 26.634 de Prevención y Sanción de la Trata de Personas y Asistencia a sus víctimas, aprobada en 2008 y modificada en 2012 para eliminar el llamado vicio de consentimiento. Sin embargo, lejos estamos de resolver el problema de fondo y la trata persiste, porque para desmantelarla necesitamos cambios profundos que incomodan a los políticos del sistema capitalista.
Hace años venimos planteando la necesidad de campañas públicas y masivas de prevención y ESI desde la niñez para generar mecanismos de protección ante esta problemática. También, control social a los operativos ya que no cabe la menor confianza en la policía: deben participar organizaciones anti-trata y de trabajadorxs sexuales. La creación de un registro de desaparecidas por trata. Que el Estado brinde atención legal, médica y psicológica a las víctimas, con programas de reinserción laboral y casas-refugio. Y combatir el amparo estatal con medidas de depuración, democratización y control social sobre la policía, la justicia y la política institucional. Junto con esto, luchamos contra la causa de fondo de la trata y la exploración sexual y laboral: el sistema capitalista y patriarcal. Te invitamos a ser parte de esta pelea.
Micaela Escobar
Fuente: Mujer, violencia y capitalismo. De la opresión a la liberación. Ed. La Montaña, Buenos Aires.
[1] Informe anual 2019 de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (PROTEX).