miércoles, 4 diciembre 2024 - 05:35

“Transmitzvah”. Cuando Rubén quiso ser Mumy

El director de El abrazo partido regresa al cine y al barrio de Once para narrar el reencuentro del  personaje central con sus orígenes familiares y religiosos. Si bien sus películas cuentan historias comunes que se sitúan muchas veces en la comunidad judía de nuestro país, esta película es una oda a “las buenas costumbres más ortodoxas, con un toque progre”. ¿Una lavada de cara de algunas formas más sionistas que judías? O ¿simplemente una mala película?

La historia que cuenta

Transmitzvah es, a grandes rasgos, una comedia con toques dramáticos y Burman, su director, utiliza muchos de los mecanismos humorísticos que ya había practicado en películas anteriores, con un toque disperso y fantasioso que  por momentos no hace pie.

Los actores Penélope Guerrero, Juan Minujín, Alejandra Flechner, Gustavo Bassani y Alejandro Awada obviamente lo hacen muy bien y la historia puede resultar hasta pintoresca. Rubén, el hermano menor de la familia Singman, está a punto de atravesar la ceremonia del bar mitzvá. En la tienda de ropa elegante y sport regenteada por la familia todo es preparativos y ansiedad, pero la inesperada performance en drag confirma lo que seguramente todos ya imaginaban: el pequeño no se reconoce más con el nombre de Rubén sino con el de Mumy, y bajo esa gracia quisiera atravesar el rito de pasaje religioso. Cosa que no será posible y que años después al volver a la Argentina pretenderá hacer. Mumy toma la decisión de tomar el bar mitzvá y en la búsqueda de un rabino que acepte las condiciones se da de bruces con el dogma de la Torá, surge la idea que le da título al film. “Transmitzvah, es una buena idea. ¿Ya la registraron?”, es la respuesta del sacerdote. Y logra realizar su sueño finalmente.

Por supuesto también se cuenta la fuerza del amor entre hermanos. Que puede con todo y contra todos. Quizá hasta aquí podríamos decir que puede ser solo una mala película, o una comedia que no termina de hacerte reír.  Pero si la miramos bien, hay otras historias que se cuentan en la vida de Mumy.

La historia tras la historia

Sin lugar a dudas resulta novedoso en primer lugar la historia de una mujer trans que quiere igual realizar su ceremonia tradicional.  Aunque allí mismo radica una contradicción.  Una mujer que ama la religión o quiere cumplir con ella, tendrá difícil la lucha contra el patriarcado.  Aunque hasta ahí podríamos decir que es novedoso. Pero la película se centra en el amor de hermanos, y la vuelta a los orígenes. Por un lado dos hermanos que se aman sobre todas las cosas, y que se entienden como con ningún otro, en una dinámica que podría simbolizar que solo quienes comparten esas tradiciones pueden entenderse. Como si hubiera cuestiones de esas tradiciones que solo pueden entenderse por quienes las comparten y más aún por quienes mejores las perpetúan.

Lo segundo, la vuelta a los orígenes  tiene muchos elementos históricos, simbología y términos que son explicados en la trama. La expulsión de su pueblo, la necesidad de volver ahí, y el recorrido tortuoso y nostálgico que hace Mumy para volver allí. La idea de una victimización continua sobre el transitar hacia los orígenes. Seguro muchos judíos encontrarán elementos de identificación o gags que son comunes entre ellos, pero el énfasis sobre el pueblo expulsado y perseguido da más la sensación de una necesidad sionista que del pueblo judío.

Por último, un elemento que desborda casi toda la película, sobre la tolerancia y aceptación de la identidad trans y del divorcio, muestran un costado progre y hasta tierno irreal de esa religión, como de cualquier otra. Lo que parece es contar las ”bondades” de quienes practican el judaísmo más ortodoxo, contradiciendo años y narraciones muy diferentes.

En fin, una película por momentos con escenas exageradas y épicas de logros y éxitos que no tienen contraste con la realidad.  Basta con ver las ceremonias, rituales y hasta la exclusión de las mujeres de esta religión.  Una comedia que no causa risa y que intenta enfatizar una verdadera distopía.

Plataformas al servicio de hablar de buenos muchachos

Estamos en un momento mundial donde el sionismo está denunciado desde muchos lugares. El genocidio que esta llevando adelante Israel en Palestina y toda la franja de Gaza es brutal y por ese motivo Benjamín Netanyahu, el primer ministro de Israel tiene orden de captura en 124 países.  Por supuesto una cosa es el accionar racista y genocida del Estado de Israel  y del sionismo y otra su pueblo. Pero da la casualidad que desde el sionismo se intenta a todas luces confundir y mostrar como víctimas aun a quienes cometen estos crímenes terribles. Por eso desde hace un tiempo invierten en un maquillaje sobre el sionismo. Sin mencionar directamente al sionismo, muchas películas tratan de la bondad de personajes muy variados pero que defienden “la reacción de su pueblo después del holocausto”, como si ese hecho tan aberrante autorizase a una escalada igual, o simplemente muestran un pueblo “excluido y expulsado” que busca su lugar de origen. 

En estas películas los buenos son los funcionarios, la policía israelí o personajes de la comunidad judía que interpelan sobre estas cuestiones.  Y que no representan a “los judíos” sino mas bien un discurso sionista. En la plataforma Netflix hay un sector de películas con estas temáticas y si bien se han subido algunas con críticas fuertes a sus tradiciones como ha sido Poco Ortodoxa; muchas van mostrando este costado más humano y en muchos casos sin diferenciar la comunidad judía del Estado genocida. Una manera de tapar o justificar elípticamente el genocidio de Gaza. Por supuesto son historias, películas y actores, pero nada es inocente. El arte es político y en el marco de una batalla cultural que tiene el sionismo  medio perdida, puesto que el mundo grita cada vez más fuerte por una Palestina libre, invierten en un maquillaje que humaniza las tradiciones más ortodoxas a fin de dar una explicación sobre el valor y el sentido de  tanta sangre.

Si bien muchas de estas productoras hacen buenos films, y cuentan historias que deben ser escuchadas, en este caso hay un guion que dice mas de lo que cuenta  de un modo narrativo forzado que no se entiende, salvo que miremos mas allá de la historia. 

Transmiztvah, una película que podes no ver y pasar de largo.

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