Bajo la autoría de Rodrigo Cárdenas y Gabriela Villalonga, y con la actuación unipersonal de Maximiliano Sarramone, el 21 de enero se presentó en El Tinglado teatro la obra Deviniendo Tato. Un auténtico homenaje a la vida y obra de Eduardo “Tato” Pavlovsky. La próxima presentación será el 22 de febrero, con entradas a precio popular, en la misma casa teatral.
Este artículo es una propuesta para invitar a todxs nuestrxs lectores a que vean, sientan y disfruten esta obra teatral, capaz de transportarnos a una sesión de psicodrama, donde Sarramone corporiza y da vida a seis pacientes y al mismo Tato.
La obra se construye a partir de los textos y obras de Pavlovsky junto con anécdotas que Cárdenas y Villalonga vivieron como pacientes en las sesiones de psicodrama coordinadas por Tato. Lejos de ser una simple obra de teatro, Deviniendo Tato interpela a lxs espectadores, haciendo sentir y vivir a flor de piel el miedo, la angustia y la superación de cada paciente, donde los seis se ven reflejados a sí mismos, al otre y al propio Tato y ven multiplicadas sus subjetividades.
Deviniendo Tato es una gran obra-homenaje a Pavlovsky. No sólo es un reconocimiento a su agilidad cultural y a su lucha por defender el arte independiente, sino también por el deseo colectivo de vivir mejor. De eso se trató toda su vida.
Multiplicar a Tato, por siempre
Tato fue un psicoterapeuta, dramaturgo y pionero del psicodrama en América Latina. Además de intelectual y artista, fue un simpatizante socialista: su vida y obra estuvieron al servicio de la transformación de la sociedad.
En 1971 se acercó al Partido Socialista de los Trabajadores, partido fundado por Nahuel Moreno. En 1974 la Triple A puso una bomba en el Teatro Payró, donde se estaba presentando su obra El Señor Galíndez. Su obra Telarañas‘ fue prohibida por la dictadura. En 1978 allanaron su domicilio y su consultorio.
En una sesión de psicodrama, su secretaria le toca la puerta y en clave le dice: “Tato, vinieron los gasistas”. Lo venían a buscar los militares. Corrió hacia una de las puertas y estaba cerrada, así que saltó por la ventana y se escapó por los techos. Se salvó de suerte porque detrás de la puerta con llave se encontraban los milicos.
Perseguido por la dictadura, se exilió a España. Todo el terror vivido en esos años no logró detenerlo, y en cualquier parte del mundo su carisma resaltaba. “La revolución será alegre o no será”, escribió alguna vez.
En palabras de Tato, el psicodrama es un espacio de florecimiento de emociones y afectos, de exclusiones y amores, una manera más cálida que el psicoanálisis, que es más intelectual. El psicodrama es un instrumento terapéutico grupal por excelencia: “cómo concibo y cómo resueno yo con lo que vos me estás hablando”. Es una especie de confesión grupal donde uno va resonando y eso es una máquina terapéutica. Considera que el psicodrama no se puede pautar, se puede trabajar dramáticamente con gente sensible a lo social, las desigualdades sociales. Es una técnica que puede ayudar a trabajar la subjetividad social, las injusticias y una mayor inclusión en todo lugar donde puedan intervenir psicólogos sociales. Es una técnica que puede investigar, intervenir e inventar.
Tato afirmaba que cuando más uno se acepta como el otro con sus angustias, sus amores, sus desilusiones, su desesperación, su solidaridad, sus indiferencias, se va viendo en los demás con un potencial enorme.
Esta pieza teatral rinde un justo homenaje a la obra y vida de Tato Pavlovsky. Para quienes no conocían su legado, es una invitación a leer sus textos y ver sus distintas obras que hasta hoy siguen en cartelera regularmente. Para quienes lo conocemos, es un abrazo a lo más profundo de su alma. Erizar la piel y estallar de la risa en la angustia era una capacidad que tenía él en sus sesiones: hoy se logra en esta obra.
Las entradas se pueden adquirir online en Alternativa Teatral, de donde tomamos la siguiente sinopsis: “Deviniendo Tato se crea a partir de textos dramáticos, artículos y anécdotas de Eduardo Tato Pavlovsky. También situaciones de sesiones de psicodrama evocadas y recreadas por los autores de la obra, que fueron pacientes de Tato durante varios años. Deviniendo Tato es un reconocimiento-homenaje a todo lo vivido y trabajado con Tato en sus sesiones grupales. A modo de patchwork, se ligan estos elementos heterogéneos que componen escenas, a medida que surgen líneas de sentido. Los fragmentos de obras de Tato Pavlovsky están en la pieza ‘Deviniendo Tato’ desterritorializados de las obras originales del autor. Es así, que ligados unos a otros, y con frases de artículos y anécdotas, resultan reterritorializados en las escenas de Deviniendo Tato”.
Julieta Luna y Carlos Mareco