El silencio que la dirigente más representativa de Unión por la Patria venía manteniendo desde que asumió Javier Milei se rompió este miércoles a través de un largo documento que busca explicar las diferentes crisis de la deuda en nuestro país, las sucesivas experiencias liberales y su relación con el proceso inflacionario y el déficit fiscal, cuya baja hasta llegar a cero circula a diario en boca de Milei y su ministro de Economía Caputo.
A través de un largo relato y en diferentes páginas del mismo, CFK describe el desastre producido en diferentes experiencias desde la dictadura hasta el gobierno actual, pasando por las debacles bajo el alfonsinismo, el menemismo, la Alianza, el gobierno de Alberto Fernández -del cual se muestra ajena- y estos recientes primeros meses de Milei. Lógicamente, excluyó del desastre provocado en el país a sus dos mandatos de gobierno y al de Néstor Kirchner, a la búsqueda de lograr en sus lectores una contraposición de experiencias útil a sus conclusiones finales y a las tareas que propone. Así, en medio de un sin fin de problemas económicos y sociales planteados, los contrapone a este ejemplo en los años de su gobierno: “El período de mayor inversión extranjera directa que va del 2003 al 2015, se explica por la aplicación de un patrón de acumulación basado en la producción industrial, generación de valor de agregado y desarrollo de un fuerte mercado interno a través de altos salarios”. Casi un país de maravilla que olvidó decir que tuvo largos períodos de luchas salariales porque los mismos ‘nunca fueron altos’”.
Pero aún marcando esta primera contradicción del documento de CFK, para analizar a fondo todo lo que escribe acerca del pasado y de la actualidad, comenzamos por decir que su valoración de lo que está provocando el gobierno de Milei tiene bastante de cierto cuando dice “hasta el momento, el nuevo gobierno sólo ha desplegado un feroz programa de ajuste que actúa como un verdadero plan de desestabilización y que no solo retroalimenta el espiral inflacionario colocando a la sociedad al borde del shock, sino que además provocará irremediablemente el aumento de la desocupación y la desesperación social en una suerte de caos planificado”. Así como también es verdad cuando resume los objetivos del libertario de pretender volver a endeudar el país en dólares y sin límite obviando al Congreso y liquidando el Fondo de Garantía de Sustentabilidad de ANSES, en el marco de muchas privatizaciones y liberalización total de la economía. Todo esto y mucho más condensa el proyecto Milei. Y ya lo sufren millones de familias trabajadoras, desde su primer día de mandato.
Una historia con olvidos históricos y concretos
“El endeudamiento desmedido en dólares es veneno para nuestra economía bimonetaria. Y en el caso del préstamo del FMI es más grave aún; no sólo por el volumen en dólares inédito que significó sino por el condicionamiento permanente que implica para la política económica del país”. La definición de Cristina en este tema es certera y, podríamos agregar nosotros, que pinta por entero lo sucedido en las décadas que van desde la dictadura hasta la actualidad.
La explicación incorrecta o con olvidos conscientes de su escrito es que no ubica el rol del peronismo en ese círculo decadente de endeudamiento continuo. El ejemplo más evidente es su último gobierno, que gestionó al país bajo la fórmula Fernández-Fernández, siendo el primero propuesto por la segunda para ser presidente. Ya desde ese hecho inicial le cabe a CFK una enorme responsabilidad, aunque en todo su texto pretenda negarla.
Este gobierno peronista en 2019, que llegó según su campaña para “sacarnos del macrismo” se dedicó a administrar la herencia macrista y peor aún, a ratificarla. Ninguno de los resortes centrales de la estructura económica y financiera que el macrismo dejó fueron modificados. Y el punto nodal que marcó todo su gobierno fue la legalización y el compromiso con el FMI de asumir y pagar la totalidad de la deuda macrista. Esa que la misma carta define como la más grande de la historia, la escandalosa, la que se fugó en su totalidad. Bueno, a esa deuda el gobierno decidió comprometerse a pagarla en su totalidad y no solo eso: además se ató políticamente a revisiones trimestrales, de los que pasaron a ser los que realmente mandaban en la toma de decisiones económicas bajo esos años.
En su carta, CFK toma en cuenta este hecho y dice que la firma del acuerdo con el Fondo “condenó al gobierno a una suerte de agonía al obligarse a implementar las políticas dictadas por el organismo multilateral que ordenaba, entre otras cosas, una devaluación del tipo de cambio por sobre la tasa de inflación, realimentando la misma en un círculo vicioso y letal. Pruebas al canto, en el año 2023 y en pleno proceso electoral presidencial, el entonces ministro de Economía y candidato de la coalición de gobierno fue obligado a devaluar por el staff del FMI”. Agregaríamos nosotros, que si un ministro está obligado a firmar lo que le dicen desde afuera, la conclusión es más que evidente: con el peronismo en el gobierno ya no hay independencia económica ni soberanía política. Esas justas banderas habrá que buscarla en otras alternativas si queremos conseguirlas.
Por supuesto que en todo su relato alrededor de estos años, CFK dice que el gobierno del cual ella era la vicepresidenta no cumplió con el compromiso electoral que le dio origen. Además que su sector dentro del gobierno no compartía lo que se firmó con el Fondo. A nuestro entender, esto no elimina en nada su corresponsabilidad sobre todo lo actuado. La propia carta publicada este miércoles explica muy bien que no hicieron nada para evitarlo, que dejaron correr el plan del presidente con el FMI sin poner obstáculos. A fin de aparecer hoy respetuosa con las instituciones capitalistas del país, ella nos dice concierto orgullo: “A pesar de los profundos desacuerdos, nadie se fue del Frente ni hizo peligrar las mayorías parlamentarias para sancionar las leyes que el presidente necesitaba. El respeto a las instituciones constitucionales primó por sobre las diferencias en los criterios de gestión política y económica”.
La conclusión aquí también es más que evidente. La prioridad del kirchnerismo desde el gobierno fue cuidar el régimen, la gobernabilidad, las instituciones. De hecho, diputados de su sector que no querían votar el acuerdo se fueron de varias comisiones para darle lugar a diputados del gobierno que sí querían firmarlo. Hicieron los deberes para que Alberto Fernández avance junto a Massa. Esa es la verdad histórica que en su carta está ausente o simulada en frases generales. Una historia contada objetivamente de esos años diría que el sector interno del gobierno que no estaba de acuerdo con firmarle al FMI no movió un dedo, dejó hacer, no cuestionó, no abrió un debate fuerte de cara a la sociedad, no convocó a movilizar a sus bases para frenarlo. Nada de nada. Solo acompañó en silencio la legalización de la mayor estafa del país y de la pérdida de soberanía. Eso es el peronismo en el gobierno. Y no otra cosa.
Otros debates económicos, otros olvidos
En su largo recorrido desde la dictadura hasta nuestros días, el escrito de CFK sostiene que “la inflación en Argentina se dispara ante la escasez de dólares y que el endeudamiento compulsivo en dicha moneda no hace más que agravar dicha escasez”. Siendo esto así, igualmente se combina con otros problemas no resueltos bajo ningún de los gobiernos desde la dictadura hasta hoy. Por ejemplo, bajo los primeros gobiernos de Néstor y Cristina hubo algunos años de viento de cola de la situación internacional que, combinado con fuertes y millonarios ingresos de la cosecha, le dieron a esos gobiernos más herramientas económicas y más dólares. Lo que redundó en algo más de estabilidad económica y en la posibilidad de otorgar algunas medidas sociales parciales sobre la población.
Sin embargo, lo que no dice el escrito cuando se refiere a sus dos mandatos y al de Néstor Kirchner es que hubo también momentos de escasez de dólares y en cada uno de esos años hubo también fuga de divisas y mecanismos de libertad casi sin control en exportaciones e importaciones. Los grandes capitalistas de las empresas industriales y del sistema financiero no encontraron casi ninguna resistencia desde el gobierno para hacer lo que querían. Porque en política y economía hay una relación directa. Es decir, las fuertes medidas económicas revisten un carácter político. Y solo puede cortar el problema económico de la fuga y el descontrol quien tiene voluntad política de hacerlo y quien tiene un plan alternativo para contraponerle. El peronismo no lo tuvo, no lo tiene, ni lo tendrá. Porque terminar con este círculo vicioso que liquida el país arranca por una serie de medidas transitorias que van desde la ruptura con el FMI y el desconocimiento total de esa deuda odiosa, la nacionalización de la banca y del comercio exterior para que todo lo que ingrese y salga del país sea controlado por el Estado y por sus trabajadores y profesionales, única forma de que esos recursos se usen correctamente al servicio de las necesidades sociales. Bueno, nada de eso se propone en este escrito. Y nada de eso se hizo cada vez que el peronismo fue gobierno desde la vuelta de la democracia.
Algo similar podríamos decir alrededor de otro tema que plantea la carta acerca de la relación entre generación de inflación y déficit fiscal. Cristina dice “no sólo se trata de una cuestión de egresos sino también de ingresos, ante un sistema tributario que presenta múltiples problemas”. Y más adelante agrega “nos parece fundamental discutir un sistema tributario simplificado con pocos impuestos en cantidad”. No especifica en la carta a qué se refiere con pocos impuestos. Pero si miramos hacia atrás, hacia sus mandatos, los impuestos no fueron pocos y fueron injustos, al menos para las mayorías obreras y populares. Ya que los grandes capitalistas han tenido varias exenciones privilegiadas. Mientras, en los tan nombrados doce años de gobierno propio, no quitaron el IVA al consumo masivo y popular, el principal robo tributario que golpea mes a mes a la población. Y en diferentes momentos también le hicieron pagar impuesto al salario. No tocaron las empresas privadas a cargo de los servicios públicos esenciales, quienes dan un muy mal y caro servicio. Mantuvieron el robo diario de los peajes, que le mete la mano en el bolsillo a cualquier trabajador que se sube a una autopista. Nada de eso se animaron a cambiar.
¿Por qué es importante recordar todo esto? Porque sino no se entiende que Macri ganara las elecciones de 2015. Eso solo pudo ser posible porque no estábamos viviendo en un país maravilloso, sino en la parte final de un modelo peronista que hacía agua, que los números no le daban y que en esa situación no se animó a tocar ninguno de los intereses de los grandes capitalistas de este país. Ni menos todavía se animó a convocar a la gente a la calle para defender cambios estructurales, por la sencilla razón de que no se planteaba realizar ninguno. CFK siguió gobernando con las mismas reglas de juego del régimen burgués que ella defiende para cuidarlo. Y así, con el descontento creciente, le abrió la puerta a la posibilidad de Macri presidente, algo que finalmente sucedió y de lo cual todo el país pagó las consecuencias. Verdad histórica se llama esto también, aunque esté ausente en la carta de CFK.
Podemos agregar también que en el debate sobre inflación y déficit desde ya no compartimos nada de lo que vienen realizando Milei y Caputo, que es un brutal ajuste diario y una devaluación sobre el salario al servicio de achicar el déficit y llevarlo a cero, cumpliendo así por demás con las exigencias del Fondo. Ese plan lo estamos enfrentando hoy en las calles. Pero si miramos hacia atrás, hacia gobiernos anteriores, todos fueron responsables del salto inflacionario, ninguno de los gobiernos nombrados la pudo frenar, por la sencilla razón que no tomaron ninguna medida para hacerlo. Porque sí las hay, si uno tiene la voluntad política de frenar ese robo diario al bolsillo popular. Se puede atacar el poder de los grandes formadores de precios, se puede intervenir directamente desde el Estado sobre los productores eliminando las intermediaciones de empresas. Se pueden poner precios máximos de obligatorio cumplimiento, se pueden poner fuertes sanciones económicas a las empresas que no cumplan, se puede aplicar la Ley de Abastecimiento e incluso incautar toda la producción y mercadería de las empresas que acaparan y especulan. Nada, pero nada de eso se animó hacer ninguno de los gobiernos peronistas.
Como tampoco se animó a achicar el déficit fiscal de una forma contraria a hacer ajuste sobre la población: que es por la vía de recaudar mucho más poniéndole fuertes impuestos permanentes a todas las grandes empresas, bancos, corporaciones y ricos que actúan dentro de nuestro país. Restituyendo también los aportes patronales y el control a la banca, terminando con la fiesta del sistema financiero, para que paguen y rindan cuenta sobre todos sus movimientos aquí y en el extranjero. Hoy, el reaccionario de Milei usa su slogan “no hay plata”. Es mentira, hay mucha plata y recursos en nuestro país y sabemos quién es la minoría privilegiada que la tiene. Solo un gobierno que ataque de frente a quienes suben los precios y les ponga fuertes impuestos a los grandes capitalistas terminaría con el debate inflación-déficit de manera positiva. Lo demás es relato. Pero si llegamos hasta acá, a tener ahora que enfrentar este modelo perverso de los libertarios aliados con el macrismo, es por responsabilidad del peronismo de conjunto que en el poder nunca quiso tocar los grandes intereses capitalistas; sino gestionar el modelo capitalista vigente, y de tanto en tanto, con alguna dosis muy parcial de asistencia social. Solo que las medidas mínimas, que en ocasiones llevan adelante gobiernos llamados progresistas, son como una aspirina que sirve para muy poco cuando la crisis económica se agrava y cuando las mayorías comienzan a sufrir más fuerte los golpes de la realidad. Allí rompen con los gobiernos que han votado y buscan como pueden algo distinto. Lamentablemente esta vez encontraron a Milei. El peronismo en su fracaso nos trajo al libertario. Y quien lo trajo no puede ser la solución, como nunca lo ha sido.
Silencios que aturden
La carta de CFK en todo su recorrido olvida mencionar dos temas esenciales. En primer lugar, toda su denuncia al plan de Milei no hace mención alguna a su plan represivo. Habla de que quiere cambiar la Constitución, pasar por arriba del Congreso, pero no hace ninguna referencia ni al protocolo ni al capítulo altamente represivo que contenía la fallida Ley Ómnibus. Sorprendente. Está más que claro que el plan económico de Milei no pasa sin represión, por eso necesita leyes distintas, protocolos represivos y en los hechos un régimen político mucho más autoritario. CFK podría haber aprovechado su escrito para convocar a la población a rechazar todo este siniestro plan, pero no lo hizo. Hace silencio sobre esto, a tono con la CGT que después del 24 de enero metió violín en bolsa. Contrastando con esto, solo la izquierda junto al activismo, las asambleas y la cultura estuvimos en la calle enfrentando el protocolo. Y más allá del debate de esta carta, invitamos a las bases kirchneristas y a las y los trabajadores peronistas a que se sumen en unidad en la calle, a enfrentar todo el plan represivo y antiobrero de Milei. Mientras hacemos estos debates políticos y económicos estamos por la más amplia unidad de acción para luchar contra el conjunto del plan de Milei.
Aunque muy relacionado a lo anterior, el otro gran olvido del texto de CFK es no haber hecho ni una sola referencia a la enorme movilización obrera, popular y de la juventud que viene enfrentando al gobierno. No la considera como un actor en su análisis de estos meses ni menos aún la tienen cuenta en sus conclusiones finales. Se dice que en política los olvidos no son casuales, nadie se olvida de poner en un texto lo que considera es esencial. Es decir, para CFK la movilización de millones no son lo importante frente al nuevo gobierno. Cuando en realidad esa movilización es lo único que lo puede detener.
Lo que sí hace CFK es pretender ubicarse por arriba, en el marco del régimen capitalista que defiende, apostando a construir consensos y dándole consejos incluso al presidente. Así las cosas, hacia el final de su carta dice: “En este sentido el presidente Javier Milei debería analizar seriamente que quienes fueron los amplios derrotados en los últimos comicios presidenciales intentarán condicionarlo desembarcando en las principales áreas de gobierno e incluso tomar el control político y desplazarlo del manejo del Poder Ejecutivo si lo consideran necesario”.
¿Este es el rol que se autodesigna la principal figura del peronismo? Aconsejar a quién está destruyendo nuestro país. Y además, en la misma línea prosigue ubicándose como garante de una gobernabilidad hoy en crisis, dispuesta a construir consensos para solidificar un régimen tensionado y de incierto final. Así nos dice que: “La situación del país y la responsabilidad de quienes han sido elegidos para gobernar y legislar van a requerir la construcción de un sistema de acuerdo parlamentario”. Como puede leerse, de enfrentar de conjunto el plan de Milei, de organizarse, de salir a la calle, de mover toda su importante base social, no existe una palabra en las treinta y tres páginas que recorren el documento. Cuando si algo hace falta hoy es generar la más amplia unidad en la calle de trabajadores, jóvenes y sectores medios. Pero no es parte de sus propuestas.
Por izquierda hay otro camino
Llegando al final de este análisis crítico del documento de CFK, no podemos menos que llamar la atención de una peligrosa definición puesta en sus conclusiones. Cuando se refiere a la necesidad de actualización laboral nos dice lo siguiente: “Estas actualizaciones deben respetar los derechos conquistados por los trabajadores, pero también deben realizarse bajo el concepto de que una vez consagrados, los derechos acarrean obligaciones que deben cumplirse. De lo contrario, el ejercicio de un derecho sin el cumplimiento de sus obligaciones correlativas, no es más ni menos que un privilegio”. No hay que ser muy inteligente para darse cuenta que, en medio de una fuerte presión burguesa e imperialista por cambiar de fondo toda la estructura laboral argentina que es producto de décadas de lucha, incluir el concepto de “privilegios” en referencia a los trabajadores, es un favor no gratuito que le hace CFK a las patronales. No explicita más a qué quiere referirse. Alcanza con lo escrito para saber que seguramente igual que la burocracia sindical peronista, está abierta al diálogo en este tema y a negociar ciertas cosas. Es decir, ciertos derechos conquistados. Inadmisible. Los defenderemos en la calle contra quien sea.
Este último ejemplo, como los anteriores en referencia a la falta de política en años de gobierno contra los privilegios de grandes capitalistas, el haber visto al peronismo también arrodillado ante el FMI, haber visto crecer la pobreza y la indigencia bajo su último gobierno, haber visto el extractivismo a pleno llenando sus arcas y destruyendo bienes comunes, y tantas otras cosas más, nos dejan como conclusión central que la tesis que recorre el documento de CFK de que tras Milei hay que construir una nueva propuesta alrededor del peronismo, con un programa claro e industrialista es una tesis caduca.
Si hay algo que surge del balance de estos últimos 40 años de una democracia limitada y en crisis, es que llegó la ahora de cambiar, de dar vuelta todo. La estructura de los partidos tradicionales como el peronismo o el radicalismo están en su crisis más profunda y con sus lazos rotos con gran parte de la sociedad. Es ese proceso el que origina búsquedas de algo nuevo, lamentablemente en este caso búsqueda por la ultraderecha con Milei.
Si sacamos conclusiones profundas, reales, tomando la historia completa de lo sucedido, vamos a llegar a dos conclusiones centrales:
- Que a todo el plan de Milei hay que enfrentarlo ahora, en la calle, con la más amplia unidad y un verdadero plan de lucha con paros y movilizaciones hasta derrotarlo de conjunto. Todo lo que no sea esto es darle tiempo para que ataque más fuerte nuestros derechos.
- Y la segunda conclusión es política: basta ya de buscar la solución hacia atrás, hacia experiencias fallidas, hacia coaliciones armadas alrededor del peronismo que ha sido y es corresponsable de todos los males que sufrimos. No hay ninguna posibilidad de abrir un futuro distinto bajo su dirección y hay muchas y mejores condiciones para abrir un camino nuevo y junto a la izquierda.
Si somos miles y miles los que participamos en movilizaciones y paros, en cacerolazos, en asambleas barriales, en asambleas de la cultura, en acciones contra los cortes de luz, contra el aumento del transporte, contra despidos, por alimentos y por salarios dignos. Toda esa fuerza social puede transformarse en fuerza política que renueve, oxigene y remotive hacia todo lo que viene.
Desde el MST en el Frente de Izquierda Unidad convocamos a miles de compañeras y compañeros a impulsar la tarea de fortalecer una nueva alternativa anticapitalista y socialista. Le planteamos al conjunto de nuestro frente, el FIT-U, que se ponga a la altura de la situación y el desafío de que convoquemos eventos de debate e intercambio, que abramos canales nuevos de organización y de participación para todas y todos aquellos que están hoy luchando. Es el momento de avanzar desde la izquierda y podemos hacerlo. Vamos a intentarlo con toda nuestra fuerza e invitando a todas y todos aquellos con quienes peleamos juntos en la calle, lugares de trabajo, de estudio y en los barrios populares, a que se sumen y sean protagonistas de gran construcción política que hace falta.