Este 2 de septiembre, en el día de la industria, el presidente fue parte de un encuentro concertado en la sede de la Unión Industrial Argentina (UIA). Allí el empresariado presionó con sus reclamos y Javier Milei sostuvo su plan económico.
Una voz que se hace escuchar
En la sede de Av. de Mayo dijeron presente algunos de los empresarios más importantes del país, como Alejandro Bulgheroni (PAE), Martín Cabrales (Cabrales), Martín Berardi (Ternium), Javier Martínez Álvarez (Tenaris), Javier Goñi (Ledesma), Jaime Campos (AEA), Carlos Galmarini (Ford), Luis Galli (Newsan) y Gustavo Weiss (Camarco). También estuvo Daniel Funes de Rioja, el presidente de la entidad empresarial, quien posicionó algunas demandas hacia el gobierno.
“No cabe dudas de que la Argentina tiene oportunidades, en sectores como la minería, la energía, el agro y la economía del conocimiento. Y esas oportunidades tienen en la industria un aliado estratégico. Nuestro país debe apalancarse en la capacidad de sus empresas, grandes, medianas y pequeñas, que tienen la capacidad de abastecer tanto al mercado interno como al exportador, tan necesario para el abastecimiento de divisas”, remarcó Funes. Tal declaración se produce en un contexto donde la industria acumula una baja en la actividad de 14 meses consecutivos y el Índice de Producción Industrial (IPI Manufacturero) mostró una caída de 20,1% interanual en junio, sumado a un derrumbe del 16,1% acumulado en el primer semestre 2024.
Asimismo, el presidente de la UIA insistió sobre la ley de PyMes y sostuvo que “merece un tratamiento urgente”. Funes también utiliza las PyMes como excusa para flexibilizar y precarizar más el trabajo. Menciona que se necesita “un régimen laboral moderno”, que “junto a otras reformas estructurales” mejore los niveles de productividad y competitividad principalmente “en la cuestión PyMe, porque la informalidad es mucho más fuerte en dicho sector, y hay que revertirlo”.
Para él, la solución para resolver el problema de informalidad no se produce haciendo respetar los derechos ya existentes de los trabajadores: sino que viene de la mano de eliminarlos y flexibilizar aún mas las condiciones para que estos no sean una molestia al empleador. Las reformas con las que avanzó Milei no calmaron el apetito de los grandes capitalistas criollos.
Funes no se limitó a hablar solo de la industria, también intervino en términos políticos: “La Argentina tiene que recuperar las tres C: certidumbre para generar seguridad jurídica y previsibilidad que todo inversor requiere; la confianza, que lleva tiempo, pero hay que recrearla para que la certidumbre se convierta en política de Estado, y la concertación”.
Diversos elementos que no parecen música para los oídos de Milei. La concertación no es una palabra que pueda describir a un espacio político que no solo tiene problemas para reunir aliados, sino que palidece de la misma dentro de su propio bloque. Ya perdió la segunda minoría de la Cámara de Diputados luego de la crisis con Arrieta, y ahora comparte la misma cantidad de bancas que el PRO.
En paralelo, expulsan a Paoltroni de la Cámara de Senadores y las diputadas libertarias Lemoine y Pagano se dedican mensajes en redes, ninguno de amor.
El empresario no terminó su discurso sin exigir mayores beneficios fiscales: “Hay que reducir la presión fiscal, la carga burocrática y la superposición entre Nación, provincias y municipios conforman un gravoso y complejo sistema”.
El clérigo liberal
El presidente fue acompañado de Guillermo Francos, jefe de Gabinete de la Nación; Karina Milei, el vocero Manuel Adorni; Pablo Quirno, secretario de Finanzas; Daniel Scioli, secretario de Turismo, y Bartolomé Abdala, senador que reemplaza de momentos a Villarruel en la presidencia de la Cámara Alta. Milei fue al hueso, para que no queden dudas de su pleitesía a los dueños del país, afirmó: “Vinimos a achicar al Estado para agrandarles el bolsillo a ustedes”. Un sincero mensaje, al que luego le sumó: “No importa cuántas regulaciones quieran inventarse para proteger a los trabajadores. Cualquier regulación que atente contra el valor de la moneda y la capacidad del sector privado de generar riqueza, genera pobreza”.
Además el presidente se enorgulleció cuando dijo: “Nosotros vinimos a bajar impuestos, no a subirlos”, en referencia a la baja del impuesto PAIS, que su propia gestión aumentó.
En tono con su juramento implacable a los concentradores del capital, sostuvo: “Sepan que van a encontrar en mí a un aliado del sector privado. Cuando un empresario gana dinero, es un benefactor social”.
Infló pecho cuando mencionó la “hazaña fiscal” que significó el cruento ajuste que empujó a millones a la miseria, configurando un porcentaje de pobreza mayor al 50% de la población. No podían faltar sus criticas a la “quimera” del Estado y al concepto de “Justicia social”, tan bastardeado luego de décadas de gobiernos peronistas esgrimiendo el termino hipócritamente.