martes, 3 diciembre 2024 - 14:50

Segundo tiempo de Milei. Después de la Ley Bases: nuevo momento y nuevas tareas

Compartimos a continuación uno de los trabajos realizados para la edición impresa mensual de Alternativa Socialista, que fue editada el día 10 de Julio. En este caso damos a conocer el Panorama Político de nuestro país, escrito por Guillermo Pacagnini

Con la votación de la Ley Bases, el país entra en un momento distinto. El gobierno obtiene un logro político que tratará de capitalizar en función de capear el temporal que signó la primera mitad del año, tratando de trasladar ese triunfo en las alturas, al terreno de la lucha de clases. Quiere aprovecharlo para dar señales al establishment y al imperialismo de que es capaz de avanzar en la estrategia de normalizar el país en clave capitalista y transformar la estructura económico social, a la medida de las necesidades actuales de los sectores más concentrados y monopólicos. Algo puesto en duda por los avatares del primer semestre.

Varios analistas dicen que Milei entra en su segundo tiempo, con las “herramientas” para tratar de darle bases de sustentación al ajuste feroz y sostenido que aplica. Claro que llegó con lo justo: en votos, en calle, en relación de fuerzas. Con la inestimable ayuda de la burocracia sindical, principalmente de la CGT, que se negó a estructurar un plan de lucha en serio y del peronismo que, lejos de movilizar y usar su peso político para bloquear al gobierno, se dedicaron a negociar prebendas, a transar con el oficialismo y a confundir por abajo al movimiento de masas, apostando a la gobernabilidad y a prepararse para el próximo turno electoral. Ambos abortaron las posibilidades de derrotar la Ley Bases y darle un golpe decisivo a Milei, cuando había condiciones y disposición en las masas para la pelea.

Esta es la fotografía, la captura del nuevo momento. Posiblemente se aleje la dinámica de conflictos confluentes y nacionales, el reclamo de paro general pase a un terreno más propagandístico y primen duras luchas por sector y a la vez, los diferentes actores, gobierno, oposición, peronismo, traten de reacomodarse en la nueva realidad.

Lo cual no significa, de ninguna manera, que transitemos un lecho de rosas o una larga meseta de calma. La pelea sigue abierta. La polarización se va a seguir tensando. Están lejos de solucionar los graves problemas estructurales y menos de cambiar la relación de fuerzas, van a seguir aumentando las penurias de las masas y pueden sobrevenir giros bruscos y nuevos saltos en la crisis y el ascenso para los cuales los trabajadores y la izquierda tenemos que estar preparados. Pero en lo inmediato, se va a un momento de reflexión, de conclusiones, de necesidad de respuestas por parte de una franja de masas y sobre todo de la vanguardia que peleó junto a la izquierda política y social.

Es el momento de balancear por qué, habiendo peleado duramente, con paros, movilizaciones y organización independiente, no se pudo derrotar la ley. De buscar la explicación correcta de este fenómeno y sacar las conclusiones, porque de ellas se desprenderán las tareas para enfrentar al gobierno en esta nueva coyuntura: cómo unificar las luchas que vendrán y desarrollar una dirección superadora de la burocracia. Pero también la necesidad de una alternativa política. Posiblemente allí estén las respuestas que espera el activismo y nuestra intención es reflexionar en conjunto con quienes compartimos estos meses de pelea. Para enfrentar con más fuerza este segundo tiempo.

Un triunfo que Milei intentará capitalizar

¿Qué se votó, finalmente? Con relación al proyecto original de 600 artículos e incluso de la primera Ley bases que ingresó a diputados, el producto resultante quedó bastante raleado, aunque por supuesto, no podemos minimizar que configura un fuerte ataque al movimiento de masas. Las privatizaciones bajaron de 41 a 2, quedando excluidas empresas claves como Aerolíneas e YPF, aunque por supuesto, se habilitan concesiones en algunos casos e incorporación de capital privado en otros. Se autorizan obras públicas que ya están avanzadas, y se reducen las facultades delegadas de 11 a 4, pero estas son de áreas clave. Cayó el capítulo previsional, se limitaron las facultades para disolver organismos descentralizados y, aunque más acotado, se mantuvo el capítulo de reforma laboral. El RIGI, con retoques, mantuvo su espíritu de pasaporte a la entrega con beneficios a las empresas multinacionales por 30 años. Y volvieron a introducir el impuesto al salario y la baja de las alícuotas para bienes personales, para acolchonar el recorte a las provincias y facilitar el blanqueo de capitales que promueven.

Milei logra una herramienta de gobierno que, aunque insuficiente, tratará de complementar con el DNU para “estabilizar” el ajuste y lograr confianza política de los de arriba de poder avanzar hacia la estrategia de reseteo capitalista del país. Necesita remontar esa desconfianza del círculo rojo que percibe la endeblez de su arquitectura política y ve que no le va a ser fácil derrotar al movimiento de masas. Pero más allá de las diferencias tácticas, todos los sectores burgueses coinciden con esa estrategia y ven que la oportunidad es ahora o nunca.

Milei, en ese camino, buscará cerrar esta crisis y costurar con los demás sectores un espacio de gobernabilidad con el pacto del 9 de julio. La incertidumbre sigue, pero dieron un paso y ahora hay que salirle al cruce. Comenzando por sacar conclusiones del proceso transcurrido en este primer semestre.

Un balance necesario para entender qué pasó y cómo seguir

¿Se podría haber derrotado la ley? ¿Cómo seguir ahora? Son las preguntas que se hacen los miles que se movilizaron contra Milei con la izquierda y la coordinación multisectorial, en los conflictos por despidos, en los barrios, también de la base más progresiva del peronismo y los movimientos sociales afines.

Es fundamental abordar este debate, porque ahora la burocracia va a justificar su rol, escudándose en el panorama difícil, en que “la base no dio” más que para negociar aspectos de la reforma laboral. También los voceros del peronismo dicen que no había relación de fuerzas para sostener la lucha, que votaron en contra, pero que no se podía poner en riesgo la gobernabilidad porque el recambio es Villarroel o el caos; o que no correspondía exponer a los trabajadores a la represión, entre otras justificaciones.

Nuestra opinión es muy distinta y queremos debatirlo: la ley se aprobó por una serie de factores combinados, de los cuales el determinante fue justamente el rol de esa dirigencia sindical y política que estuvo lejos de hacer lo necesario.

Fueron 6 meses de inestabilidad en el país. Con una conflictividad creciente, que arrancó con una primera respuesta a las medidas iniciales de Milei, el 20 de diciembre en Plaza de Mayo, desafiando al protocolo de Bullrich con la izquierda a la cabeza y siguió con cacerolazos en los barrios populares y sectores medios que se organizaron en asambleas. Se puso en pie una coordinación multisectorial independiente, que organizó las columnas combativas en las marchas generales y el aguante en Plaza Congreso cada vez que el gobierno quiso tratar la ley. Y apoyando los duros conflictos por despidos como el del INCAA. El ascenso pegó un salto con el paro general del 24 de enero, arrancado a la dirigencia de la CGT con una nutrida movilización. Sobraba energía en las calles. Sobrevinieron luchas en varios gremios nacionales (UOM, docentes, universidad, sanidad, estatales, bancarios), un nuevo paro nacional el 9 de mayo, que llegó tarde y sin movilización. La tremenda e inédita movilización educativa el 23/4 y luego el Misionerazo mostraron que, si se hubieran jugado las direcciones de las centrales, se podría haber extendido.

Hubo disposición a la lucha y, aún sin desborde ni un proceso semi-insurreccional nacional, hubo un alto nivel de conflictividad. Sobraba bronca en las masas que tensaban a una sociedad polarizada. Pese a que Milei conservó la mayor parte de su base social, había signos de desgaste y ruptura en sectores que sentían los rigores del ajuste. A las fuerzas de la calle, que superaban a “las del cielo”, se sumaban las serias dificultades para encarrilar la crisis económica y una crisis política que dejó afuera o en la cuerda floja a más de 50 funcionarios, varios de la primera línea del gabinete. Con un Milei enloquecido, obligado a recalcular y negociar para poder sacar la ley. Y tratando de descomprimir la caldera social, difiriendo los tarifazos. Aun así, llegó con lo justo. Porque faltó el embate final.

CGT y peronismo: responsabilidad compartida

Con todo este escenario propicio para voltear la ley, las direcciones sindicales de la CGT sobre todo, también de las CTA y grandes sindicatos, trabajaron para amortiguar y salvarle la ropa a Milei. Aislaron las luchas por despidos y regularon las movilizaciones mayores que no pudieron impedir. Un dato duro: no movilizaron en los momentos clave, donde se jugaba la suerte de la ley. Estuvieron ausentes cuando se trató en Diputados y movieron solo un sector y sin paro el día del Senado. No hubo paro general de 36 horas ni plan de lucha con acciones en todo el país, dándole oxígeno a un gobierno encerrado en una crisis importante.

El PJ estuvo más preocupado por rearmar el rompecabezas de su interna, que en poner el esfuerzo en tumbar la ley. Se movió detrás de las distintas alas de la burocracia y se dedicó a la transa de trastienda. Solo marchó limitadamente el sector K y el que responde a Kicillof, cuando los dados estaban echados. Y parlamentarios del PJ terminaron apoyando la sanción en general y en puntos clave, garantizando que saliera la ley y capítulos nefastos como el RIGI. Lejos de trabajar en los frentes barriales y sociales por tumbar la ley, metían confusión, apostando a la gobernabilidad al decir que no era tiempo de agregar leña al fuego y tirar todo el plan y al gobierno, que hay que prepararse para las próximas elecciones, con ellos volviendo al gobierno.

Este balance es clave para que no se imponga la desazón entre los luchadores y se comprenda que lo fundamental no fueron solo los factores objetivos, sino que tuvo un peso decisivo el problema de la dirección. También a la hora de preparar las nuevas batallas para que la ley no se aplique y Milei no pueda avanzar con su plan de guerra.

Dos conclusiones: hay que impulsar la lucha hasta el final, no de manera timorata y parcial; y no depositar la menor confianza en la dirección de las centrales. Hay que reclamarles medidas, pero es fundamental fortalecer la coordinación independiente y las nuevas direcciones combativas para desarrollar la pelea.

Y una tercera conclusión: no alcanza con la lucha social, sino que también hay que poner energías en construir una fuerte alternativa política, desde la izquierda. La izquierda jugó un papel, con el FIT Unidad a la cabeza, en empujar y articular parte de esta lucha de este semestre y demostró, más allá de los debates, diferencias e insuficiencias, que fue consecuente. Por eso Milei y su culata Bullrich, han puesto un foco preferencial en la izquierda y los sectores combativos para su plan represivo.

Tiempo de acumular y preparar las próximas batallas

En lo inmediato se abre un nuevo momento donde van a primar conflictos sectoriales complejos y duros por la recesión, el ajuste feroz y el clima represivo, donde habrá que organizar la solidaridad y reclamar a las centrales su apoyo. Aunque no domine en las próximas semanas la tendencia a la huelga general o las grandes luchas nacionales, hay que sentar las bases de su preparación. Porque no vamos a transitar una coyuntura de calma, sino de acumulación de tensiones y preparatoria de las próximas confrontaciones, de mayor polarización y donde no podemos descartar cambios bruscos hacia nuevos procesos de inestabilidad social. Por eso, apoyar los reclamos obreros, juveniles y populares, consolidar los espacios de coordinación y las propuestas de la izquierda, es una necesidad para llegar mejor al próximo pico de conflictividad y crisis política. Porque, aunque el gobierno trate de aprovechar este logro superestructural, no se solucionan los problemas estructurales y la dinámica sigue abierta.

De la “V” a la “L”

En la economía no hay una perspectiva promisoria. Ya nadie habla del rebote “en V”, son pocos los economistas, aún liberales que vean una recuperación con una curva más exponencial “en pipa”, y la mayoría hablan de un curso “en L”, es decir, sin luz al final del túnel.

  • La recesión es pronunciada y con elementos de depresión similares a los del año 2001. Con el aparato productivo al 25 a 40% de su capacidad y una creciente caída del consumo.
  • Hay despidos, suspensiones y reprogramaciones productivas en la industria y disputas abiertas con sectores ligados al mercado interno que hablan de industricidio. Y una inflación que bajó por la depresión y el ajuste, pero en dinámica de volver a aumentar por los tarifazos. Es la estanflación, de eso se trata.
  • El ajuste perpetuo, además de combustible para la caldera social, se va a agotar por la ausencia de un “plan de estabilización”.
  • Una deuda gigante con vencimientos importantes, sin nuevo acuerdo con el FMI, con baja recaudación, reservas mínimas y los productores agrarios que no liquidan los dólares.

En este marco, el FMI presiona por devaluar y salir del cepo. Cosas que el gobierno resiste para que no se termine de desestabilizar la economía. Un signo de ello es que, pese a la aprobación de la ley, no se tranquilizaron los mercados y el dólar subió, con una brecha cercana al 50%.

Los recientes anuncios de Caputo, apuntan a mantener la minidevaluación mensual del 2% del dólar oficial, realizada con el crawling peg, se reduciría el impuesto país y se pasaría del “déficit 0” a la “emisión monetaria 0”. Léase: más y duro ajuste.

Retomando la iniciativa

En el terreno político, Milei tampoco la tiene sencilla. Va a contrarreloj en la necesidad de fortalecer la arquitectura de gobierno y recomponer el gabinete. Sigue crujiendo la interna oficialista y la intención de avanzar absorbiendo parte del PRO, incentiva los cruces. Pese a los consejos de la burguesía por costurar acuerdos de gobernabilidad y disminuir tensiones, Milei cultiva un estilo confrontativo y polarizante y concentra poder. Resta todavía ver los alcances y resultados del pacto del 9 de julio. A la burguesía y el imperialismo, los une el espanto a un mayor descontento social y a desaprovechar la oportunidad. También a que se profundice el incipiente desgaste que marcan las encuestas, todavía menor respecto de la figura de Milei, pero creciente cuando se habla de expectativas. El peronismo, que pretende aprovechar los signos de desgaste por abajo del gobierno, está tratando de acomodar su crisis de liderazgo con una interna al rojo vivo.

Más allá de la misma, empujan a una franja a la frustración, reiterando sus propuestas utópicas de humanizar el capitalismo. La especulación de su dirigencia, desde Kicillof hasta Grabois, con Cristina como apuntadora, su estrategia son las próximas elecciones legislativas. Dicen que solo es posible esmerilar un poco al presidente, esperando

pasivamente que aumente el malhumor social y que éste se canalice en el próximo comicio y no ahora en la movilización.

Por acción u omisión, son funcionales a darle tiempo al gobierno a que ponga en pie una estructura para gobernar y poder avanzar. Una inversión política que se paga en más mayores penurias para el pueblo trabajador.

Régimen autoritario y avanzada represiva

Otro signo distintivo de estos tiempos de ultraderecha en el poder, es la decisión de avanzar en cambios hacia un régimen autoritario, endureciendo el clima represivo de la protesta social. Milei necesita un andamiaje bonapartista para intentar cambiar la relación de fuerzas a su favor, única forma de avanzar en la reestructuración capitalista y del sistema de superexplotación como el que pretende. Y en esta estrategia coinciden, en mayor o menor medida, todas las referencias de la “casta” y los partidos tradicionales, que lo ven como una asignatura pendiente.

Sucede que desde el Argentinazo de 2001 -proceso revolucionario que fue bisagra en el país y desató nuevos fenómenos políticos y sociales-, el viejo régimen bipartidista y de división de poderes se descalabró, los reclamos ganaron las calles y hay autoorganización democrática en barrios y lugares de trabajo. Los sucesivos gobiernos, pese a diversos intentos, han venido fracasando en la estrategia de “normalizar” el país. Sin la posibilidad de resucitar la vieja democracia burguesa ni de golpes reaccionarios, este gobierno pretende avanzar apelando a medidas para amordazar y desarticular a los que luchan y a la izquierda. De allí el plan reaccionario de Milei y Bullrich, que comparten los demás sectores.

  • Campaña de disputa ideológica y cultural sobre las masas para que internalicen que “protestar es delito”, lo que ya hizo una franja de su base social.
  • Medidas como el protocolo de Bullrich, los cambios legislativos en varias jurisdicciones, la instalación de la “reiterancia” en CABA, pretendiendo eliminar el principio de inocencia.
  • La utilización de las fuerzas de seguridad federales de manera conjunta.
  • La complementación con el poder judicial para criminalizar, armar causas y aplicar penas más duras, y por el solo hecho de movilizar.
  • El ataque a los movimientos sociales y al derecho de los desocupados a autoorganizarse democráticamente en los barrios, es parte de ello.

Con la marcha del día en que la Ley Bases se trató en el Senado, dieron un salto en la criminalización, encarcelando a 33 compañeros con causas inventadas. Pero más potente que esta decisión, es la reserva democrática y el proceso de repudio que se demostró muy importante. Se articuló un arco muy amplio de unidad de acción, una inédita campaña con un petitorio que en pocos días logró 70.000 firmas a nivel nacional e internacional y una movilización masiva que forzó la liberación de la mayoría de los presos políticos.

Un amplio espacio de coordinación está vertebrando iniciativas. Fundamentales, no solo para que liberen a los que faltan, sino también para prevenir futuros embates. La pelea contra el plan Milei, implica jerarquizar la mayor unidad de acción por la libertad de todos los detenidos, para que cesen las persecuciones, por el cierre de las causas y para seguir la pelea contra el Protocolo y todas las medidas reaccionarias, en defensa de las libertades democráticas y el derecho a la protesta en particular.

Para poner en agenda

En este período de acumulación de fuerzas y preparación de las próximas grandes peleas, mientras procesamos estas conclusiones, los luchadores y la izquierda tenemos desafíos inmediatos.

1) Denunciar y llamar a enfrentar y derrotar el plan del gobierno de ajuste, entrega

y represión. Por la derogación de la Ley Bases, el DNU y el Protocolo. Por la libertad de los presos políticos y la defensa de las libertades democráticas. Y un plan alternativo de medidas nanticapitalistas para que la crisis la paguen las patronales y no el pueblo trabajador.

2) Apoyar y rodear de solidaridad todas las luchas, para que triunfen. Contra los despidos

y los tarifazos, por el salario, los presupuestos, demás reclamos sociales y democráticos.

3) Fortalecer el frente único para movilizar, consolidando la Coordinación Multisectorial

Independiente como polo de articulación de la izquierda, el sindicalismo combativo, los

movimientos sociales, de la cultura, las asambleas barriales y otros sectores.

4) Fortalecer y reorientar al FIT Unidad para postularlo como alternativa real y no solo

electoral frente al peronismo. Desde el MST venimos proponiendo organizar un gran Congreso Abierto del FITU, convocando a todo el activismo que nos acompañó en las luchas y todos los que vienen simpatizando con la izquierda y coincidiendo con el programa socialista del frente.

Para discutir cómo mejor fortalecer al FIT Unidad para las próximas batallas, pero también para la construcción de una alternativa que dispute poder. El MST plantearía allí que el FIT-U avance a ser un movimiento político que funcione en base a mecanismos democráticos y con libertad de tendencias, invitando a los que acuerden a que sean parte activa y militante de su construcción.

Llamamos a ser parte de estos debates a todos los trabajadores, jóvenes, mujeres y disidencias, activistas barriales, de la cultura, de los derechos humanos, de la lucha socioambiental. En particular a los que están desencantados con el rol que cumplió el peronismo, no solo cuando gobernó, sino en estos seis meses de enfrentamiento a Milei. A los que están cansados que les sigan proponiendo ser furgón de cola de los sectores más conservadores del PJ y no romper nunca con las propuestas capitalistas. Los llamamos a reflexionar con nosotros, con el MST/FIT Unidad, a modo de balance, cómo seguir y como poner en pie la alternativa que hace falta.

La disputa sigue abierta. No está escrito que no se pueda derrotar a Milei. Estamos trabajando para ello.

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