En horas de la tarde de ayer, la mesa chica de la CGT se reunió en la sede central de UPCN para definir los pasos a seguir en la lucha frente al gobierno de Milei. Sin ningún tipo de volantazos a como se viene manejando la principal central de trabajadores, la medida más resonante de esta reunión, en el marco del enfrentamiento contra este gobierno, es la de una tímida reunión de la CGT con el secretario de Trabajo. Los paros y las movilizaciones masivas no aparecen en el horizonte de los gremios más importantes del país.
En una reunión de la mesa chica (extendida) de la CGT, los principales dirigentes sindicales decidieron, como primer paso en la pelea contra este gobierno, luego de la sanción de la Ley Bases y la firma del Pacto de Mayo, pedir una audiencia al secretario de Trabajo, Julio Cordero, para presentar sus reclamos y preocupaciones. Si bien estos dirigentes cierran filas para mostrar unidad, Pablo Moyano, dejó en claro que no concurrirá al encuentro entre la central sindical y el representante del gobierno en la cartera de trabajo.
Otros de los puntos en la estrategia que diagrama esta central obrera es la decisión de no judicializar la cuestión contra la reversión de la cuarta categoría de Ganancias y el capítulo de la Ley Bases que contiene parte de la reforma laboral. La central obrera solo se limitará a apoyar las presentaciones judiciales que cada sindicato, de forma individual, realice ante la justicia. Una movida para continuar abonando la sectorización de las luchas, todo lo contrario a la masividad necesaria para pararle la mano a este gobierno.
La justificación judicial de las posibles presentaciones partirían sobre la forma en que fueron sancionadas estas leyes, las cuales no tienen la aprobación de las dos Cámaras. Por su parte, el segundo de Camioneros realizaría una movilización a Tribunales cuando realice la presentación con su gremio.
Como último punto de la reunión se resolvió que el próximo 25 de julio se reuniría el Consejo Directivo de esta central, en donde se discutiría si se realizará algún tipo de acción contra el gobierno. Una dinámica que alarga el tiempo de tregua con el plan de ajuste libertario.
El encuentro de la cúpula cegetista estuvo conformada por: Andrés Rodríguez (UPCN), Héctor Daer (Sanidad), Carlos Acuña (Estaciones de Servicio), Pablo Moyano (Camioneros), Gerardo Martínez (UOCRA), José Luis Lingeri (Obras Sanitarias), Mario Manrique (SMATA), Sergio Romero (UDA), Cristian Jerónimo (Vidrios), Alejandro Amor (municipales de CABA), Omar Plaini (Canillitas) y Julio Piumato (Judiciales).
Internas en la burocracia y falta de lucha
Si bien la foto a presentar por la CGT es la de la unidad, comienzan a hacerse más visibles algunas rispideces entre los diferentes sectores que dirigen la central obrera. Es tal el nivel de pasividad, entrega y traición de los gordos y de los independientes, que dejan a Moyano hijo como la figura combativa de esta reunión.
Por ejemplo, para el secretario general de la UOCRA, Gerardo Martínez, era fundamental darle la Ley Bases al gobierno libertario para que comience a gestionar. Una demostración de lo que la dirigencia está dispuesta a dejar pasar frente al daño que representa la puesta en marcha de este paquete de leyes. Los límites de traición parecen inexistentes para este sector de la mesa chica de la CGT, en donde también aparece Andrés Rodríguez (UPCN), quien anteriormente se había jactado de haber negociado algunos artículos de la reforma laboral con el gobierno mileista.
Por otro lado, Moyano podrá aparecer discursiva y circunstancialmente como el sector combativo dentro de la CGT, pero su reciente alianza con Luis Barrionuevo (UTHGRA) termina de afirmar los límites de las luchas que dicen querer llevar a cabo. No hay que olvidarse que el titular de los gastronómicos, en un primer momento de las pasadas elecciones presidenciales estuvo dispuesto a darle apoyo a la campaña de Milei. Queda claro que frente a los negociados de la burocracia, la camiseta de los trabajadores queda en un último plano.
La complicada situación económica y social hace mella en la dirigencia sindical y los dispositivos de autopreservación de la dirigencia se empiezan a activar para mantenerse en estos lugares de poder.
Con las declaraciones de esta dirección queda claro que la lucha no aparece en ninguno de los puntos de su programa. Toda esta dinámica favorece a darle más tiempo a Milei para seguir profundizando el ajuste que viene aplicando desde el inicio de su gestión. Es más, esta dirigencia burocrática hace todo lo posible para fragmentar todas las luchas en curso y las que puedan aparecer, debilitando todo tipo de unidad, cuando la realidad mostró que la masividad en los conflictos es lo que verdaderamente afecta de lleno a este gobierno y lo deja casi sin margen de maniobra.
Las medidas de luchas concretas, las que se desarrollan en las calles, las que realmente afectan al gobierno, como los paros generales, desaparecieron en la hoja de ruta de esta burocracia. En paralelo, mientras esta cúpula dirigencial decide qué hacer y que no, las condiciones materiales de vida de los trabajadores en esta recesión son diariamente atacadas de manera violenta.