Hay coincidencia general que estamos ante una crisis de dimensiones históricas. Desde hacía dos siglos que no se veía una recesión tan generalizada, que abarcara tantos países. Los rescates multimillonarios dados a bancos y empresas no han podido evitar el impacto de la Covid-19 sobre una economía capitalista en crisis de décadas. Los gobiernos del mundo y el gran capital están decididos a descargarla sobre los trabajadores y las masas del mundo. Si no cambiamos radicalmente el sistema serán cientos de millones los que pierdan sus trabajos y caigan en niveles de pobreza nunca vistos.
Ya no quedan dudas, todos los economistas opinan que la crisis económica del 2020 disputa el primer lugar con las grandes recesiones de la historia. Surgen referencias como que desde 1870 no existían tantos países en recesión, o que supera en índices de derrumbe a la gran depresión del 30 que dio lugar a la Segunda Guerra Mundial. El problema que tuvieron el Banco Mundial, el FMI y otros organismos multinacionales para reconocerla es que ellos tenían la definición que la economía mundo se venía recuperando bien desde la última crisis global de 2008 y se sorprenden que la pandemia haya ocasionado tal desbarranque. Nosotros en cambio siempre dijimos que la economía capitalista mundial venía en crisis desde hacía décadas, con caídas periódicas y que no era tal la recuperación post crisis de las hipotecas, esto es lo que explica el tremendo impacto de la Covid-19.
Algunos números de la crisis
Tanto el Banco Mundial como el FMI coinciden en que el 2020 será de recesión completa. El Fondo opina que terminará con un 5,2%, mientras que el BM habla del 7% para las principales economías y un poco menor la caída para las de países emergentes. Sin embargo, para nosotros estos cálculos aparecen como muy optimistas, ya que los datos actuales de la evolución trimestral de las economías arrojan datos que llegan hasta el 19% en casos como España, 13,8% en Francia, 18,5% Portugal y toda la Eurozona llega al 12,1% incluyendo a la propia Alemania con un 10,1%.
De nada sirvieron los inmensos fondos destinados a rescatar a los bancos, grandes y medianas empresas. El imperialismo yanqui destinó más de 500 mil millones de dólares para fortalecer el sistema bancario y las grandes empresas y otros 350 mil millones para solventar las medianas. Mientras que Europa recurrió al más grande rescate de su historia con 750 mil millones de euros, destinados también a bancos, aerolíneas, automotrices y otras empresas. Frente a esto, los fondos destinados al sistema de salud para hacer frente a la pandemia aparecen insignificantes. Hasta el gigante China frenó bruscamente su crecimiento pasando de un 5% en 2019 a un previsto 1% para 2020. Y por primera vez en décadas se van de China más de U$S 6.000 millones en pocos días. El efecto de la globalización de la economía mundial no sólo se refleja en la masividad de países afectados por la recesión, sino que el grado de afectación es similar en los países que decidieron abrir sus economías aún a costa de un genocidio sanitario tal es el caso de EEUU o Brasil. De conjunto la economía mundial producirá a fines del 2020 más de 6 billones de dólares menos, lo que equivale a las economías de Brasil, India y Méjico juntas.
Un problema adicional a futuro de las medidas de rescate tomadas por EEUU y Europa, es que como se ha hecho a base fundamentalmente de emisión monetaria y su destino han sido el sistema financiero y bancario o grandes empresas que no ven la reinversión productiva como rentable en un período cercano, esto alimente un proceso de inflación por un lado y, por el otro, el desarrollo de nuevas burbujas que se sumarían a las ya presentes, y esto genere nuevas crisis.
Como siempre el capitalismo imperialista ha decidido descargar la crisis sobre los trabajadores y las masas en general. Según la ONU hay 500 millones de puestos de trabajo en peligro y 100 millones los perdidos con seguridad a fin de año. En Europa todas las predicciones hablan de que se duplicará el desempleo y en EEUU si bien se recuperó algo desde el inicio de la crisis en abril, lo cierto es que la creación de nuevos puestos de trabajo cayó a la tercera parte, por lo que las expectativas de recuperación son escasas. En paralelo, según la misma fuente, aumentará la pobreza extrema con más de 120 millones de nuevas personas en esa situación, como resultado de ajustes y despidos. Ya nadie habla de salidas de tipo keynesianas, de estímulos a la producción y el trabajo, como al principio de la pandemia. Y, como acostumbran, el imperialismo y sus socios refuerzan sus medidas represivas, aprovechando la excusa de la pandemia, para reprimir las manifestaciones actuales y como preventivo de las revueltas que provocará la miseria en aumento.
Debacle latinoamericana
La situación de Latinoamérica es incluso peor, los porcentajes de caída que superan el 13% global, con las mayores economías como Brasil, Méjico y Argentina que superarían el 10%. De nuevo este cálculo pareciera optimista dado que, en las variaciones trimestrales, países como el nuestro o Brasil superan claramente esos números, incluso Chile una de las economías más estables de la región prevé una caída del 7,2%. Sólo un pequeño país como Guyana, sería el único en crecer durante este 2020. También la pandemia hace estragos en América Latina, por la debilidad y precariedad previa de sus servicios de salud, en términos de contagios, mortalidad y colapso de los sistemas sanitarios. Y las perspectivas son a que la catástrofe se profundice, sin una recuperación económica probable a corto o mediano plazo.
Las consecuencias para los trabajadores en Latinoamérica son las mismas que para el resto del mundo, muchos analistas hablan que en este año sólo en Brasil, Méjico y Argentina se perderían más de 15 millones de puestos de trabajo, cálculo que resulta bajo tomando en cuenta que sólo en nuestro país y en los primeros meses de la pandemia el INDEC reconoce que se perdieron más de 3,5 millones. Los niveles de pobreza y ajuste también crecerán a niveles superiores al de los países desarrollados.
Cambiar de sistema: la única solución
Despejadas ya todas las dudas del principio con respecto a las posibilidades de un capitalismo más humanitario, que contuviera dentro de sus márgenes a los trabajadores mediante salidas de apoyo al trabajo, los salarios y la producción, somos categóricos en decir que no hay posibilidades para la inmensa mayoría de las masas sino cambiamos por completo el sistema capitalista. Para enfrentar la crisis económico-sanitaria hay que tomar medidas socialistas. Empezando por declarar la condonación de todas las deudas externas de los más de 74 países que hoy están asfixiados por las mismas. La implementación de impuestos progresivos y efectivos a todas las grandes fortunas y ganancias. La utilización de todos los fondos disponibles para rescatar a los que verdaderamente lo necesitan, garantizando el salario y la estabilidad laboral a todos los trabajadores, subsidios a los que no disponen de trabajo estable. Poner toda la tecnología e industria mundial al servicio de paliar los efectos de la pandemia y soportar a los sistemas de salud, unificándolos bajo control estatal. En el mundo y en cada país sobra el dinero para hacerlo, la obscena concentración económica de las últimas décadas llevó a que sólo los 500 más ricos del mundo tengan en su poder más dinero de que se ha invertido en tratar de combatir la pandemia, y el 10% más rico dispone de más del 50% de la riqueza mundial. Son ellos los que nos llevaron a estas y las anteriores crisis, son ellos lo que deben pagar ahora y no los trabajadores.