El dato de inflación de abril superó todas las previsiones y puso al rojo vivo una frágil situación económica, en la que el futuro inflacionario inmediato es aún peor y la posibilidad de una nueva corrida frente a la falta de reservas sigue siendo una posibilidad que puede patear el tablero del “plan llegar” de Massa y sus pretensiones electorales. El FMI en tanto demora la respuesta sobre el pedido de adelantos de los desembolsos de este año por U$S 10.000 millones ñ, sin el cual el equilibrio del súper ministro se rompería prematuramente.
Los trascendidos periodísticos hablan de las presiones para una devaluación de entre un 30% y un 40% que sería a pocas semanas de las PASO, algo insoportable para Massa y las aspiraciones del gobernante Frente de Todos. Mientras, los costos de la crisis se descargan día a día sobre las mayorías trabajadoras que ven achicar sus salarios e ingresos en forma brutal.
El 8,4% de inflación y la proyección anual del 108% plantea varios interrogantes. ¿Van a volver a aumentar las tasas de interés que ya acumulan tasas efectivas anuales del 140%? Con el resultado recesivo que esto implica, sepulta la idea de que mientras se mantenga el “nivel de actividad” puede soportarse la escalada brutal de la inflación.
Varios datos indican que la situación va a ir empeorando. Pese a que baja el consumo, las consecuencias de la corrida de fines de abril, a la que se suman los otros aumentos registrados en la economía, entre ellos los tarifazos en la energía o el aumento del ritmo de emisión monetaria para financiar al Estado ante la falta de dólares, están empujando el índice hacia arriba.
Varios economistas, incluso antes de conocerse el índice de abril anunciaban aumentos inflacionarios de esta primera semana de mayo récord: “Luciano Cohan relevó en la primera semana de mayo un incremento de precios de 3,5%, ‘la segunda inflación semanal más alta desde la crisis de 2002’ –la primera fue en 2019 tras la victoria del kirchnerismo–”. En la misma línea, Fausto Spotorno anotó en la misma semana un aumento de la inflación del 3,3 por ciento: “Los datos de inflación de alta frecuencia muestran una clara aceleración en el margen, sugiriendo que la inflación de mayo probablemente superará a la de abril”.
Dentro de este rebrote, la situación de los trabajadores y sectores sociales más pobres, que consumen la mayoría de sus ingresos en alimentos, es más aún grave. Los matutinos de la fecha comentaban un estudio de la UBA que anuncia que la inflación de los alimentos en un año puede superar el 200%. De hecho, el índice de aumento de los alimentos viene ubicándose por encima del índice general, rondando el 10%. En abril fue efectivamente del 10,1%.
Las negociaciones con el FMI
Después de casi un mes de negociación, se conoce poco oficialmente de las exigencias del FMI para otorgar el adelanto de sus desembolsos anuales por U$S 10.000 millones. Apenas emite declaraciones generales como que el panorama argentino es “desafiante y cambiante” por las consecuencias de la sequía.
Según distintos analistas, el FMI estaría evaluando si el gobierno no se gastará sus posibles adelantos – destinados a repagarle el Stand By contraído por Macri- en frenar la escalada de la divisa norteamericana para intentar pasar los meses electorales sin que se dispare el dólar. Para el FMI, como para varios economistas de la oposición, haría falta una devaluación de entre el 30% y el 40%. Ese es un tema de debate diario.
Luego vienen los matices, cómo hacer para que la devaluación que se trasladará a los precios no termine en una dinámica hacia la híper, si se pueden acumular reservas elevando el dólar agro a $ 350, si el nuevo valor del dólar oficial debe orillar esa cifra, etc. Lo cierto es que una medida de este tipo, con su enorme costo sobro los ingresos populares, haría perder indefectiblemente las elecciones al Frente de Todos y hasta pondría en riesgo su dominio en la estratégica provincia de Buenos Aires.
Por eso, varios medios periodísticos señalan que la condición para que Massa termine por oficializar su candidatura presidencial, aunque ya está dando pasos políticos que anuncian ese objetivo, es que venga una ayuda en dólares del FMI. Una soga como la del ahorcado te puede sostener momentáneamente, pero termina por ahorcarnos a todos con mayor endeudamiento y condiciones de ajuste.
La crisis política se profundiza
A Alberto, seguramente anoticiado del índice que venía, no se le ocurrió mejor idea que decir que gran parte del rebrote inflacionario era por una cuestión “psicológica” de los pequeños comerciantes. Massa dijo que “no nos entra un quilombo más” de los que ya hay. Alberto le contesta que la democracia suma, defendiendo las PASO en el Frente de Todos que Massa pretende evitar. Kicillof ya abre la posibilidad de que se desdoblen las elecciones en la provincia de Buenos Aires. Alicia Kirchner ya lo concretó en la provincia de Santa Cruz. Cristina, que el viernes temprano salió contra la Corte, calla. Este sábado hablará Máximo.
Los economistas que conocen las movidas del Fondo hablan de que va a exigir una devaluación del oficial a $ 300 (un 25%) y que Cristina, por ahora, no lo permite. Larreta se reúne con los máximos empresarios del país nucleados en AEA y habla de estabilizar la economía y reformas profundas, centradas en terminar con “los déficits permanentes” de las cuentas públicas (más ajuste de las prestaciones del Estado) y terminar con “varios tipos de cambio” (devaluación abrupta).
Milei aprovecha “las burradas” de Fernández para reafirmar su plan de dolarización y de meter motosierra a las prestaciones del Estado a las jubilaciones, salarios estatales, planes sociales, salud, educación y obra pública, que pretende privatizar. Pese a que el test de las recientes elecciones provinciales no le fue muy favorable, sigue colocado frente a la crisis general como una tercera opción que altera el panorama electoral.
Está estallando el “plan llegar” y las presiones por una fuerte devaluación son cada vez más grandes. Hasta el gobierno de Lula, que no largó ni un real para auxiliar a sus amigos argentinos, mandó a su ministro Hadad a reclamarle a la Secretaria del Tesoro de Estados Unidos en la última reunión del G7, “ayuda humanitaria” para Argentina.
Enfrentar el ataque a los ingresos populares
La inflación galopante, y ni hablar de la perspectiva probable de una devaluación abrupta, están liquidando los ingresos de los trabajadores asalariados, jubilados, beneficiarios de planes sociales y sectores populares que viven con ingresos fijos.
Este sábado el gobierno, que en el día de ayer volvió a tomar medidas restrictivas para frenar la sangría de dólares que vino permitiendo, llama a una reunión urgente para tratar la emergencia. No esperamos ninguna medida de fondo para parar la crisis.
No esperamos ninguna “ayuda humanitaria” de los buitres imperialistas que se han beneficiado con una deuda fraudulenta contraída por Macri por las concesiones para que sus empresas se queden con las riquezas naturales de nuestro país. Tampoco de un gobierno que subió con el discurso de enfrentar a la derecha para terminar de aplicar su programa de ajuste.
Desde el MST en el FIT-U llamamos a apoyar todas las luchas en curso para enfrentar este saqueo. Los docentes están peleando en varias provincias, se suceden distintos conflictos salariales y por las condiciones de trabajo, las organizaciones sociales de la Unidad Piquetera, la UTEP y otros sectores se concentran frente al Ministerio de Desarrollo Social. Hace falta centralizar todas estas peleas frente al ajustazo inflacionario.
Es necesario que la CGT rompa con el gobierno y llame a un plan de lucha por aumento general de salarios básicos, jubilaciones y planes sociales, que cubran el costo de la canasta familiar con cláusula de indexación mensual. Por un verdadero y efectivo congelamiento de precios, con control a cargo de las organizaciones populares y aplicación de la ley de Abastecimiento a los empresarios que especulan o desabastezcan.
Estas medidas de emergencia deben ser parte de un plan alternativo obrero y popular que rompa con el FMI, nacionalice la banca y el comercio exterior, y descargue fuerte impuestos sobre los grandes empresarios que se han enriquecido con la crisis, para que de allí surjan los recursos para relanzar la economía al servicio de las necesidades de la mayoría trabajadora de este país.