El próximo viernes, el ministro del Interior, Diego Santilli, llevará su gira de acuerdos políticos a Santiago del Estero, donde se reunirá con el gobernador Gerardo Zamora. Este encuentro, que forma parte de una serie de visitas que el funcionario viene realizando a los jefes provinciales desde su asunción, tiene un objetivo central y explícito, conseguir los votos necesarios para la aprobación del presupuesto 2026 y del paquete de reformas estructurales que el gobierno de Javier Milei planea enviar al Congreso para las sesiones extraordinarias de diciembre.
Zamora no es un gobernador más. El santiagueño, con cuatro mandatos encima de su espalda y una hegemonía política importante en su provincia, es considerado, también, un aliado de Cristina Fernández de Kirchner. Durante los dos años de gestión libertaria, sus legisladores en ambas cámaras han actuado con disciplina dentro del bloque de UxP, votando en contra de las iniciativas centrales del oficialismo, como la Ley Bases o el RIGI. Pero esa férrea oposición desplegada y lealtad a la bancada peronista pude ponerse en cuestión y ser reevaluada, sobre todo luego del nuevo escenario que abrió el resultado de las elecciones legislativas de octubre.
El gobierno nacional entiende que, para concretar sus planes, de cara a la segunda parte de su mandato, Zamora es un actor importantísimo. ¿Por qué? Por el poder de fuego legislativo que el gobernador comanda a partir del 10 de diciembre. Tras lograr una victoria aplastante en su provincia, Zamora no solo asumirá como senador nacional, sino que liderará una bancada compuesta por tres senadores y siete diputados. Esta masa de votos es lo que el ministro de Santilli busca captar para el oficialismo. La posibilidad de que los legisladores del Frente Cívico por Santiago decidan formar un bloque independiente, separándose de Unión por la Patria, es el escenario que la Casa Rosada, fomenta y desea.
El trasfondo de esta jugada es la reconfiguración de las mayorías en el Congreso. Según las proyecciones a partir de diciembre, La Libertad Avanza contará con 88 diputados. Sumando a sus aliados naturales del PRO, la UCR y la Liga del interior, la coalición oficialista alcanzaría los 115 legisladores, acercándose peligrosamente al quorum propio de 129. Si a esta base le sumara los siete diputados de Zamora, el bloque libertario no solo aseguraría los números para aprobar leyes clave, sino que se convertiría en la primera minoría de la Cámara Baja. Estos cambios le otorgarían la vicepresidencia primera de la Cámara y los más importante, la presidencia de la mayoría de las comisiones. Esta posibilidad haría que se potencie la actitud liberaría que vimos durante estos dos años, donde estos órganos se cerraban si los proyectos a discutir no tenían el sello violeta.
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La gira de Santilli, ya lleva a su favor una docena de reuniones con gobernadores, entre los que se destacan los peronistas, Osvaldo Jaldo de Tucumán, y Raúl Jalil de Catamarca. Ambos mandatarios ya han dado pasos hacia el oficialismo, promoviendo bloques provinciales independientes a Unión por la Patria. Jalil, por ejemplo, impulsa la salida de sus cuatro diputados del bloque peronista, mientras que Jaldo ya formó la bancada “Independencia” con tres legisladores. Estos cruces terminan desangrando a una bancada peronista, que en las elecciones armó sus listas con estos personajes. Por lo tanto, la unidad alentada por los máximos dirigentes del PJ, ahora terminan pasando factura, además de facilitarle la gobernabilidad al Ejecutivo nacional con todos estos movimientos.
En este contexto, la visita de Zamora representa una oportunidad muy grande para los planes libertarios. O sea, conseguir el apoyo de sus diez legisladores sería un golpe que terminaría de reconfigurar, casi que por completo, el panorama legislativo. Estos cambios, no estarían orientados únicamente a sumar votos para una ley específica, sino que también serían parte de la consolidación de una nueva mayoría estable que le permita a Milei afrontar la segunda mitad del mandato con el Congreso allanado para su agenda de reformas. Para un oficialismo que hasta ahora ha gobernado con una minoría legislativa y ha dependido de negociaciones muy particulares, la posibilidad de casi controlar ambas cámaras representa un cambio en la imagen rotundo. El que los libertarios consigan este recambio, respondería, en parte, a las exigencias que el FMI y los EEUU le venían exigiendo en materia de gobernabilidad.
Como toda negociación entre partidos tradicionales del régimen, todo esto, seguro que no será gratuito, sobre todo por la experiencia política de Zamora, que alguna contrapartida pondrá en su lista de exigencias. Como viene sucediendo en todas las reuniones entre Santilli y los mandatarios provinciales, las demandas concretas giran en torno a la obra pública, el estado de las rutas nacionales, los fondos discrecionales de los Aportes del Tesoro Nacional (ATN) y una nueva distribución del impuesto a los combustibles. El gobierno, a través de varios de sus funcionarios, han deslizado la idea de que están dispuestos a escuchar y atender estas demandas. Tal vez, las exigencias que vienen desde el empresariado, el FMI y los EEUU hacen que el gobierno, en pos de concretar su agenda legislativa, agachen la cabeza y respondan a estas demandas provinciales.
El gobierno libertario, a través de Santilli, busca explotar todas las fisuras que el peronismo, en medio de una crisis sin igual, viene dejando. La posible adquisición de Zamora al bloque de los gobernadores dialoguistas podría ser otro capítulo de esta crisis, y quizás el más significativo de esta descomposición. Si bien, es algo que ya está comprobado, en caso de que se concrete este traspaso, la tesis de que el PJ ya no sirve para gobernar ni para ser oposición, se terminaría de afirmar. Nada más criminal que haberse aliado con los que hoy se alinean con un gobierno que busca rifar al país y destruir conquistas históricas de los trabajadores.
La reunión del viernes en Santiago del Estero, representa el intento del gobierno de Milei de capitalizar su victoria electoral de octubre para construir una mayoría legislativa duradera. Y para el peronismo, es una prueba que determinará el nivel de su crisis. El resultado de este cara a cara entre Santilli y Zamora podría definir no solo la suerte del Presupuesto del año próximo, sino el mapa de poder en el Congreso para lo que resta de la presidencia de Javier Milei.
Sin embargo, es crucial comprender que esta reconfiguración de fuerzas dentro del Congreso, por más favorable que parezca para el proyecto libertario, no es definitiva ni decide el destino final de las luchas. El resultado último de estos enfrentamientos políticos no se resuelve en los recintos parlamentarios, sino en la calle, en la movilización organizada de los trabajadores, la juventud y los sectores populares.
Frente a la contraofensiva que el gobierno de Milei prepara para profundizar el ajuste en beneficio del FMI y los grandes capitales, se impone la necesidad de construir el más amplio frente único, la mayor unidad de acción, para enfrentar en las calles todas las reformas y el ajuste del gobierno. Paralelamente, el Frente de Izquierda tiene la tarea de convocar a construir una alternativa política independiente para los trabajadores, una herramienta de organización y combate que, desde los lugares de trabajo, los barrios y las universidades, enfrente a este gobierno de corruptos, ajustadores y entreguistas que solo ofrece más miseria y entrega de nuestro país.

