Hace unas horas se conoció finalmente la noticia del fallecimiento del ex corredor de Fórmula 1, dos veces gobernador de Santa Fe y actual Senador Nacional. Tenía 79 años y hacía dos meses que estaba hospitalizado. El pueblo Santafecino lo recuerda sin embargo como el represor del 2001 y el responsable último de la inundación del 2003 que provocó más de 100 muertos en la Capital provincial.
Carlos Alberto Reutemann había sido internado en el Sanatorio Santa Fe por un cuadro de anemia y deshidratación el 5 de mayo pasado. A partir de allí se fue deteriorando por otros factores. A los pocos días fue derivado a un centro asistencial de la ciudad de Rosario, y desde el 21 de junio permaneció de forma ininterrumpida en la sala de cuidados intensivos hasta que finalmente murió.
Reutemann fue un hijo político de los 90’ de la mano del privatizador y entreguista Carlos Menem. Un “outsider” como se dice ahora, que provenía del automovilismo nacional y la Fórmula 1. Deporte por el cual obtuvo numerosos premios durante las décadas del 70’ y 80’.
En 1990 se lanzó a su carrera política, presentándose como candidato a gobernador por el peronismo santafecino. Gobernó la provincia en dos periodos que van de 1991 a 1995 y de 1999 a 2003.
Entre periodos fue electo Senador Nacional, del 1995 hasta 1999. Y luego otra vez -al terminar su segunda gobernación- del 2003 al 2009 y tras renovar cargo a partir del 2015 como candidato macrista. Año que asume -no ya por el Partido Justicialista- sino como parte de la Alianza “Cambiemos”, perteneciendo al bloque legislativo “Santa Fe Federal”. Su cargo vencía este año.
Por sus amigos personales, políticos y la prensa hegemónica, será recordado como el “Lole”. Un corredor exitoso, expresión de la fusión entre farándula y política que caracterizó a una parte de la dirigencia política en el menemismo. El de las pocas palabras, quien renunció a la oferta de postularse al cargo de presidente con la frase ““Vi algo que no me gustó”. El “tiempista” de la política por su habilidad para arribar o correrse según corresponda de los armados políticos electorales.
Sin embargo, el pueblo santafesino, su mayoría trabajadora y los sectores populares lo recordaremos como lo que verdaderamente fue e importa. Una parte del régimen político santafecino decadente. Que nació en los 90 ́con el menemismo y se perpetuó bajo otras formas hasta nuestros días. El inundador, tristemente recordado por haber declarado “Yo no sabía, a mí nadie me avisó”, cuando fuera el máximo responsable político del crimen hídrico que terminó con la vida de 158 personas y arruinó la de otras 130 mil. El privatizador, que acompañó la política de flexibilización laboral y despidos, con cierres de fábricas y el recorte del 13% a los salarios y jubilaciones. El represor, quien mandó a matar a la policía en las jornadas de diciembre del 2001, que terminaron en Santa Fe y Rosario con decenas de muertos, entre ellos “Pocho” Lepratti.
Se fue, más que el “tiempista” un oportunista nato, que supo coquetear con todo el arco político para mantener sus privilegios de casta. Un menemista hecho y derecho, que puso sus gobiernos -al igual que los de Obeid- al servicio de los ricos de Santa Fe.
En verdad, debió morir preso pero sus poderes y partidos tradicionales amigos, como la UCR, el PS, el PJ y el PRO, siempre se encargaron de garantizar su impunidad.