El 17 de agosto de 1850 moría José de San Martín, lejos de la tierra que liberó, lejos de la cordillera. Un personaje histórico recordado por algunas de sus acciones y hazañas. Aquí algunas reflexiones para pensar a este prócer y entender qué ideales lo movían.
Era parte de una generación con ansias de libertad
Cuando las milicias repelieron a los ingleses en 1806 y 1807 en las famosas invasiones inglesas, o bien, cuando Belgrano escribía en 1809 sobre las necesarias reformas que tenían que hacerse en el imperio español para avanzar hacia un progreso económico, todos lo hacían en nombre de su patria, el reino de España. Del mismo modo, había sido condecorado don José de San Martín en 1808 por la batalla contra las invasiones napoleónicas. Sin embargo, meses después de las invasiones del ejército francés sobre España y la posterior destitución del rey Fernando VII, esos españoles decidieron avanzar hacia el peligroso abismo de la independencia de su nueva patria, su tierra natal, y animarse a dar la vida por la revolución. Una generación que se despertó y logró trazar los ideales de un sueño.
Algunos datos de don José
La biografía del gran San Martín ya la conocemos. Nació en 1778 en Yapeyú, hoy provincia de corrientes. Su padre era parte de la aristocracia española que dirigía el Estado virreinal y desde muy joven mostró una enorme inteligencia en diversos temas, sobre todo una inigualable capacidad militar. Cuando estalla la revolución, rápidamente se pone al servicio del bando revolucionario e independentista y fue, sin dudas, el gran estratega y artífice del triunfo. Fundador de la logia masónica revolucionaria, la “Logia Lautaro”, avanza en la reorganización del gobierno revolucionario que no conseguía estabilizarse políticamente, ni lograba derrotar militarmente al enemigo realista. El arribo de San Martín fue fundamental para torcer el fiel de la balanza en favor del bando revolucionario.
Justipreciar la importancia de San Martín implica decir, por un lado, que sin su intervención en el diseño de la estrategia militar continental la revolución habría sido derrotada. Por otro lado, si bien no era un pensador político, un intelectual en los términos de Mariano Moreno o el propio Manuel Belgrano, tenía una mirada social y económica claramente igualitaria y democrática, en un contexto de inestabilidad política y social constante. Eso redundaba en un clima de violencia política y persecución de cualquier atisbo de oposición durante toda la década revolucionaria. Es decir, que además de un destacadísimo estratega militar, era un político con profundas convicciones de transformación social y política de la sociedad. En este aspecto, al igual que en su estrategia militar, San Martín tenía una mirada a escala continental. Él era consciente que la unidad por sobre la fragmentación era indispensable, pero a diferencia de Bolívar y su programa continental, para San Martín la autodeterminación de los pueblos era tan importante como la escala continental del Estado a construir, y por eso no estaba dispuesto a imponerlo por la fuerza. Tan consecuente fue esta postura ética de San Martín, que ante la solicitud del gobierno porteño él se negó a reprimir a la oposición artiguista en 1817 por no derramar la sangre de hermanos.
Las guerras civiles debilitaban la lucha independentista. En medio de la guerra de independencia, Buenos Aires optó por destruir a Artigas favoreciendo al invasor. San Martín, que se negó a reprimir con su ejército a Artigas, buscó interceder en la guerra civil, y en este marco le decía al propio José Gervasio que “cada gota de sangre americana que se vierte por nuestros disgustos me llega al corazón”, y solicitaba la unidad “para batir a los maturrangos (españoles realistas) que nos amenazan, y después nos queda tiempo para concluir de cualquier modo nuestros disgustos, en los términos que hallemos por convenientes, sin que haya un tercero en discordia que nos esclavice”.
En esa misma línea de pensamiento le escribía en 1819 al gobernador de Santa Fe, Estanislao López: “Mi sable jamás saldrá de la vaina por opiniones políticas”, refiriéndose a los conflictos entre el litoral y Buenos Aires, y luego le pedía, igual que a Artigas, que se unan porque “divididos seremos esclavos; unidos estoy seguro que los batiremos”.
Su proyecto, sus ideas
En ese contexto, el proyecto continental de San Martín no tenía el apoyo porteño que necesitaba, por lo que el general se vio obligado a renunciar en 1818 al mando del ejército ante la negativa de la ayuda prometida, situación que fue revertida al interceder la Logia Lautaro, organización a la que pertenecía el jefe del Ejército de los Andes, entre otros hombres que combatieron contra la dominación española. La tan ansiada independencia americana atravesaba así un camino difícil.
Pero el paso trasandino logró liberar al país vecino y la llegada al Perú, una región dividida y compleja donde San Martín fue nombrado Protector, posicionó a las fuerzas independentistas, hasta entonces precarias y desgastadas. Así, para 1825, en todo el antiguo territorio virreinal habían derrotado al Imperio español. Las huellas del libertador quedarían marcadas a fuego en todo ese territorio que lo vio empuñar su sable por la libertad.
Los legados de San Martín son enormes. Esa valentía, sumada a una estrategia de transformación social hizo posible el triunfo de la independencia. La derrota de los realistas luego de la epopeya del cruce de Los Andes liberando a Chile y luego a Perú fue la base del triunfo final de los independentistas. Otro de sus enormes legados es la mirada continental como escala de lo posible. Los Estados fallidos del siglo XIX en América lo fueron principalmente por la ineficacia y el atraso que generó la enorme balcanización de los territorios que eran una enorme unidad económica y política durante el virreinato. Y San Martín era consciente de las limitaciones que eso generaba.
Como todo héroe que no lleva adelante los designios de las clases dominantes, San Martín se retiró joven y murió en la pobreza que sostuvo con dignidad como un modo de vida frugal. Fue tan importante su desempeño en el proceso histórico de la independencia americana que nada se dice del San Martin humano, de mal humor, su machismo y lo rápido que se enojaba. Estos elementos no son cruciales para describir a quien liberó medio continente; pero esa humanidad lo hace un hombre de carne y hueso que a pesar de sus limitaciones pudo ser mas que eso.
De ese modo, el gran legado de San Martín demuestra que aun en condiciones desfavorables se pudo. Cada generación debe observar que se pudo y se puede avanzar en una nueva independencia ante la entrega total y absoluta de nuestro gobierno a los intereses imperialistas. Porque ellos pudieron, porque es imprescindible avanzar en una nueva y final independencia para construir una Argentina y una América socialistas, libre de las garras del imperio y que le devuelva, finalmente, la dignidad a su pueblo.
Nazareno Mujica