El 9 de febrero de 2024, Federico Orihuela, camionero oriundo de Chepes, La Rioja, llegó al departamento sanjuanino de Valle Fértil transportando melones. La corrupta policía insistía en cobrarle una coima para poder permanecer en el lugar trabajando. Cansado de esto, Fede se niega a pagar. Esto provoca el ensañamiento de los policías, que después de amenazar con quitarle el camión familiar con el que trabajaba, comenzaron a hostigarlo con una cacería en la que participaron motos y patrulleros de la policía provincial y federal.
En medio de este hostigamiento, uno de los patrulleros conducido por el cabo Elizondo se adelantó para que Ricardo Rodríguez descargue 16 disparos contra la cabina del camión. De los cuales ocho de ellos impactaron en Federico, provocándole la muerte.
La lucha por justicia
Con enorme valentía, la familia de Federico comenzó un largo camino en busca de justicia. Desde el primer momento nos pusimos a disposición y junto a Brenda, su hermana, organizamos movilizaciones para que la sociedad sanjuanina conociera la verdad: fue un fusilamiento, no un enfrentamiento como intentó instalar la policía desde un primer momento. Nos movilizamos frente a los tribunales provinciales, estuvimos presentes en la masiva marcha del 24 de marzo de 2024 y también en Chepes, donde la comunidad se expresó exigiendo justicia.
A medida que avanzaban las investigaciones y quedaba demostrado que no hubo enfrentamiento alguno, la policía intentó cerrar el caso limitando las responsabilidades al oficial Rodríguez, dejando a fuera a sus superiores y a los otros dos policías que iban en el patrullero y fueron cómplices necesarios del crimen.
Esto abre preguntas que siguen sin respuesta: ¿los policías actuaron solos? ¿Recibieron alguna orden desde más arriba?


El juicio
El juicio se extendió durante dos semanas y contó con 42 testigos. La defensa intentó primero ensuciar la imagen de Federico, sosteniendo que estaba armado, que había disparado y que estaba bajo los efectos de las drogas. Sin embargo, esas mentiras se derrumbaron rápidamente: jamás se encontró un arma en el camión y los análisis toxicológicos demostraron que no había consumido ninguna sustancia. También se probó que vació el cargador de su arma y luego Elizondo le paso su arma para seguir disparando, con clara intención de matar, no de detener. Con el avance de las declaraciones de testigos y las pruebas terminaron por dejar en claro la responsabilidad de Rodríguez, quien fue condenado a prisión perpetua.
La lucha de la familia, las movilizaciones, la bronca popular que genera cada caso de gatillo fácil en la provincia y las contundentes pruebas en contra de Rodríguez, provocaron el histórico fallo de cadena perpetua para un policía en San Juan, generando un importantísimo antecedente. Lamentablemente, el juicio dejó fuera a los policías cómplices cómo Elizondo que le paso su arma reglamentaria, y Gisela Aciar que se quedó mirando sin intentar detener a sus compañeros. Por lo que, seguiremos acompañando a la familia en cada paso de la lucha por conseguir justicia.


Basta de esta maldita policía
Desde la asunción de Orrego, gobernador de San Juan, intenta mostrarse diferente a Milei y Bullrich en materia de represión, con una policía supuestamente más “humana” y “dialoguista”. La experiencia de los docentes autoconvocados forzó esta política, ya que las masivas movilizaciones que tuvieron un gran apoyo social en la provincia, tuvieron inicio cuando la policía de Uñac reprimiera a un grupo reducido de docentes el 25 de mayo de 2022, lo que rebalso la paciencia docente.
Esta policía todavía mantiene prácticas heredadas de la dictadura, como las detenciones arbitrarias a los jóvenes por “portación de rostro” bajo la excusa de averiguación de antecedentes. Es una fuerza que extorsiona con coimas, libera zonas para el delito y está involucrada en redes criminales que requieren logística y protección, como la trata o los secuestros.
Por eso, es necesario desmantelar el aparato represivo, junto con la derogación o anulación de los protocolos y toda legislación represiva. Auto organización barrial para la seguridad, elección popular de los comisarios y el reemplazo de esta policía por una nueva organización comunal de prevención y con control vecinal.
Debemos construir una policía realmente preventiva, al servicio de los trabajadores y el pueblo. El régimen capitalista está montado sobre la represión a los trabajadores, ese es el rol de la policía y el resto de las llamadas fuerzas de seguridad. Solo una sociedad socialista podrá tener una seguridad al servicio de los trabajadores. Y un gobierno de los trabajadores y la izquierda hará posible los cambios de fondo que se necesitan.