En la semana en que la Marcha Federal de la Unidad Piquetera llenó las calles en todo el país, el dirigente social y político del Frente de Todos, Juan Grabois (Patria Grande) presentó un proyecto para crear un salario básico universal de $ 12.900, que requerirá de una contraprestación para recibirlo. Llama la atención que este dirigente, que también tiene funcionarios de su agrupación ocupando altos puestos en el Ministerio de Desarrollo Social, solicite un valor incluso mucho menor que el del Potenciar Trabajo, por el que cientos de miles se han volcado a las calles en estos días exigiendo su apertura, actualización y universalización.
Con la presencia de Grabois, el proyecto presentado en la Cámara de Diputados por los legisladores Itaí Hagman, Natalia Zaracho, Leonardo Grosso y Federico Fagioli cuenta con el apoyo de varios diputados camporistas y del secretario general de la CTA-T, el diputado Hugo Yasky. A su presentación acudió también el jefe del bloque del FdT, Germán Martínez y el ex ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo.
La novedad de este proyecto de plan asistencial es que sería de carácter permanente para aquellos desocupados, trabajadores informales y monotributistas de la categoría A (no pueden facturar más de $ 38.850 mensuales). Sería incompatible con los que tienen un programa Potenciar Trabajo, programas de desempleo o sean adjudicatarios de la tarjeta alimentaria, con lo que la cifra potencial de 9 millones de beneficiarios se achicaría sensiblemente.
Llama la atención que este dirigente social oficialista requiera una cifra tan chica, $ 12.900, que según los propios presentadores cubriría apenas la canasta básica alimentaria (o sea de indigencia) correspondiente a un adulto mayor, en una semana en que miles y miles salieron a exigirle al Ministerio que levante el congelamiento de las altas en el programa Potenciar Trabajo y actualice su monto. Frente a una inflación del 23,1% de estos últimos cuatro meses y de 58% interanual (según cifras oficiales), que ha deteriorado enormemente este ingreso. En un país donde millones no encuentran trabajo, gran parte de los trabajadores están ganando por debajo la canasta de pobreza, y el actual ajuste del Potenciar, en consonancia con el adelanto del salario mínimo está en la mitad de la canasta de indigencia para una familia tipo, Grabois reclama una renta con un monto incluso muy inferior.
El carácter universal que tendría su proyecto contempla un reclamo central de las luchas de las organizaciones sociales, que es que los programas y la asistencia tengan este carácter hasta tanto se consiga trabajo digno para los millones de trabajadores desocupados y sub ocupado. Tal reclamo se diluye con el escasísimo monto requerido. El plan destinado “a asegurar un plato de comida” según dice la diputada Zaracho, no sólo es mucho menor del actual e insuficiente Potenciar Trabajo; sino mucho más bajo en términos actuales del que en su momento otorgó el plan Jefes y Jefas de Hogar, después de la caída del gobierno de De la Rúa.
Este proyecto ni siquiera cuenta con el aval del Poder Ejecutivo –según Grabois Guzmán estaría de acuerdo, pero no quiere que lo acusen de “planero”- y por lo tanto es de dudoso tratamiento y aprobación.
El dirigente del frente Patria Grande repite un camino frecuente: aparecer con propuestas pseudoprogresistas que propondrían atacar a la miseria creciente que vive más del 40% de la población, con medidas “posibles” para los actuales magros presupuestos que maneja el gobierno al que apoya y cuyo real objetivo, como ya lo han demostrado sus medidas, es achicar lo más posible el gasto social para reducir el déficit como el FMI le exige.
Su apuesta a lo “posible” en estos días tuvo su máximo expresión cuando apareció junto al rey de la soja, Gustavo Grobocopatel, para proponer un programa de pequeños emprendimientos agrícolas destinados a abastecer de alimentos baratos a la población. Cuando un docente de la universidad donde presentó el proyecto protestó contra tamaña contradicción, le planteó que no había posibilidades de cambiar el modelo de agronegocio de nuestro país.
Ese mismo sentido tiene su apoyo crítico al proyecto de Cristina, ahora con media sanción en el Senado, para crear un fondo con el dinero fugado y no declarado en el exterior, para el cual la vice fue a pedir apoyo a un representante de los mayores fugadores del mundo, el embajador de Estados Unidos en Argentina, Mark Stanley. Para este cultor de lo “posible”, el acuerdo con el FMI, al que sus diputados se abstuvieron de votar, ya pasó y ahora hay que buscar otras vías para pagar “la deuda interna”. Justamente cuando los planes de hambre y miseria para la mayoría de los trabajadores argentinos y de brutal enriquecimiento para los empresarios y banqueros que este dirigente critica tienen su piedra angular en este acuerdo ajustador y entreguista.
En el acampe piquetero pasado este dirigente se acercó a brindar su solidaridad. Pero no es casual que no haya intentado un gesto similar ante a la Marcha Federal. Si quisiera defender los reclamos de los compañeros que integran su agrupación social, debería romper con el gobierno que sostiene este modelo fondomonetarista, empujar con todas sus fuerzas la unidad en las luchas con los que nos oponemos a él. En vez de buscar huecos por donde colar alguna huerta en colaboración con los beneficiarios de este modelo extractivista y contaminante, entregador de nuestros recursos mientras frenan nuestro desarrollo independiente, como Grobocopatel, debería promover un modelo económico distinto, al servicio de las necesidades de las grandes mayorías populares.
Dos modelos
Al revés de lo que plantean las organizaciones sociales oficialistas, en su adaptación a las necesidades gobiernos capitalistas actuales, no puede recuperarse el trabajo perdido para millones intentando reformar un modelo que expulsa al trabajador de la economía formal. Ese es el sentido de su famosa “economía popular”, algo que hasta Fernández defiende. O sea, crear nichos de trabajo “autogestionado” en emprendimientos con alto grado de precarización con alguna pequeña ayuda, generalmente muy miserable, de algún programa asistencial.
Al contrario, de lo que se trata es de utilizar los cuantiosos fondos que paga el gobierno a los buitres internacionales para cubrir estafas hartamente denunciadas, para reactivar la madre de las industrias: la construcción. Para levantar millones de viviendas populares y obras de infraestructura que el país necesita. Para hacer una profunda reforma agraria y que las riquezas naturales de nuestro país sirvan para alimentar a nuestra población, utilizando luego los saldos exportables para el desarrollo local y no para las ganancias de un grupo selecto de capitalistas del agronegocio que nos venden los productos de nuestro suelo a precios internacionales. Un modelo que nacionalice la banca y el comercio exterior para evitar la sangría de los recursos del país, que este gobierno, como los anteriores, permite.
Renta universal al valor de la canasta familiar
Frente a propuestas que están muy lejos de responder a las demandas de millones sumidos en la pobreza que ya no ven como llegar con esta inflación galopante, los proyectos de Grabois duran media hora y solo tienen el objeto de intentar despegarse un poco de tanto ajuste y entrega. Desde el MST estamos de acuerdo con que cada desocupado o subocupado reciba una renta universal hasta que consiga un trabajo digno, que le permita sostenerse a sí mismo y a su familia; pero su monto para cumplir ese rol debe cubrir el costo de la canasta familiar y actualizarse acorde a la inflación.
El camino es el que mostró la reciente y multitudinaria Marcha Federal por trabajo y salario, contra el hambre y la pobreza. Hay que seguir desarrollándolo con una unidad cada vez más estrecha de los piqueteros con las luchas de los trabajadores ocupados y con el fortalecimiento de una alternativa política a estos modelos de hambre, miseria y entrega del Frente de Todos, Cambiemos o Milei. Un modelo de ruptura con el FMI, que desarrolle un programa anticapitalista, que es la alternativa que propone la izquierda para nuestro país.