Este articulo fue extraído del sitio web de la Liga Internacional Socialista
Ayer, 28 de octubre, el Día de la Servidora y del Servidor Público en Brasil, quedó vergonzosamente marcado por una masacre, la mayor registrada hasta ahora en la historia de Río de Janeiro. La ejecución sistemáticamente operada por el brazo armado del Estado burgués, bajo el mando del gobernador Cláudio Castro (PL), contó con la fuerza de la policía militar y civil en un baño de sangre en el morro, quitando la vida de al menos 130 personas (número estimado porque todavía aparecen más personas asesinadas y que la propia comunidad está recogiendo).
La brutalidad letal, que masacra diariamente en las favelas y periferias de todo el país, muestra nuevamente su peor cara en los complejos del Alemão y de la Penha, en la Zona Norte de la capital fluminense, con la justificación repetida hasta el cansancio del “combate al narcotráfico”.
Las “Mega Operaciones” y la “Guerra contra las Drogas” son comprobablemente los instrumentos más eficientes para avanzar el proyecto genocida del racismo estructural, que mata a la población negra, empobrecida y favelada sin ningún espacio para la justicia, ¡pues en el capitalismo, en los callejones y pasillos, no hay justicia para la clase trabajadora!
Este tipo de masacre en las comunidades ya se mostró absolutamente inútil en el enfrentamiento a las llamadas facciones criminales, no pasando de una demostración de poder de la policía que más mata en el mundo, porque se sabe que las milicias que financian y compran sus drogas para consumir en los condominios de lujo y despachos, tienen miembros integrando las policías, la justicia, los parlamentos y los grandes centros del mercado financiero. ¡Por la desmilitarización de las policías y ejércitos!
Además de las muertes de las más de 120 víctimas, posiblemente subnotificadas y aún no identificadas en los supuestos enfrentamientos, el ataque continúa con más de 80 presos. Sin ninguna comprobación de que sean de hecho criminales, como está siendo ampliamente difundido y reforzado por los medios hegemónicos, este discurso moralista tiene en la fe pública de los policías, en el sistema militar blindado de la sociedad y en la ausencia del uso de tecnologías como las cámaras corporales, el argumento perfecto para actuar impunemente, tal como el ejército del Estado genocida de Israel en sus mazmorras y colonias en el territorio palestino. Aun si fueran “culpables”, no está legalizada en el país la pena capital o pena de muerte. ¡Basta de masacres y encarcelamientos en masa!
Con la mirada puesta en la carrera electoral, Cláudio Castro apuesta por la violencia armada y el pánico moral, retroalimentado por los noticieros policiales, con un legado tenebroso de cuatro de las seis mayores masacres de la historia de Río de Janeiro. Hoy el estado es el tercero en el que la policía más mata en números absolutos en el país, detrás solamente de Bahía, gobernada por Jerônimo Rodrigues (PT), y de São Paulo, gobernado por Tarcísio de Freitas (Republicanos).
- Debemos denunciar las masacres y exigir la desmilitarización de las Policías, Cuerpos de Bomberos y Fuerzas Armadas: por la construcción de una fuerza nacional al servicio de la clase trabajadora y del pueblo empobrecido, con mandos elegidos democráticamente y revocables.
- El pleno poder estatal bajo control de la clase trabajadora solo puede ser conseguido mediante la desintegración del poder armado del Estado capitalista, su aparato militar y su sustitución por un gobierno de los consejos obreros y la milicia obrera.
Por Rafael Pereira, de la dirección de Revolución Socialista.



