El dólar se ha transformado en un emergente de la crisis. Abordamos en esta nota los por qué de la escalada y qué salida proponemos desde la izquierda.
Luego de cierta estabilidad, hace más de una semana que el dólar blue viene escalando hasta ubicarse cerca de los $ 400. Las razones de este aumento son prácticamente las mismas que las que producen otros desequilibrios micro y macroeconómicos y se retroalimentan entre sí. Inflación, falta de reservas líquidas, expectativas y especulación de capitalistas, y sobre todo la gran inestabilidad política, son algunas de las principales. Hay factores externos que también contribuyen como veremos ahora.
Si hasta mediados de marzo el dólar blue sólo había aumentado un 14%, es decir menos que la inflación general, todo empezó a cambiar a partir del 22 de marzo. Ese día el blue pegó un salto de 8 pesos para ubicarse en $ 394, todo un récord. A partir de allí se mueve en torno a los $ 400, con expectativas de superar los $450 en no mucho tiempo. Lo llamativo es que este aumento de las últimas semanas no se condice con una alta demanda de dólares blue, pero sí con un similar aumento en los dólares financieros (MEP y CCL), ubicados en el mismo nivel. En lo que va del gobierno de Alberto, el blue aumentó un 497%, muy superior a la inflación acumulada del 368%, mientras que el dólar oficial pasó de los $ 66 iniciales a los $ 215 actuales, claramente menos que la inflación, lo que constituye otra de las razones especulativas del aumento del paralelo.
Principales causas del aumento
La inflación espiralada, con su salto al 7,7% de marzo, sin duda es un factor de mucha importancia, ya que según los capitalistas, frente a la inflación el dólar oficial está atrasado. Por ello presionan, a través de los dólares paralelo y financiero, por una devaluación completa. La abundancia de pesos producto de la emisión monetaria, últimamente acelerada por tener que cumplir con los dólares agro, es otra presión hacia el alza del dólar. La inflación y las expectativas incentivan la especulación, manejando valores de dólar futuro de $ 450 o más que luego trasladan a los precios. Los exportadores por tanto requieren de un dólar más alto. Hasta ahora el gobierno se niega a una devaluación de forma abrupta, precisamente para no acelerar aún más la inflación. Las altas tasas de interés, con las que el gobierno quiere sacar pesos del mercado y evitar que se vayan al blue logran confirmar una expectativa de alta inflación y reforzar por tanto la especulación y la presión devaluatoria.
El otro factor de primordial importancia es la falta de reservas líquidas en el BCRA, que algunos sitúan incluso como negativas. Lo cual conlleva una gran vulnerabilidad, imposibilitando su capacidad de contrarrestar corridas cambiarias, actuar sobre los financieros y sobre todo llevar cierta confianza de poder estabilizar o unificar los tipos de cambio. El déficit de reservas provocado por el aumento de la energía que importamos es lo que argumenta Massa, culpando a la guerra Rusia-Ucrania. Por si fuera poco, la sequía hace prever una sensible reducción del ingreso de divisas por parte de los agroexportadores. Pero además la falta de reservas se debe a la fuga de capitales, sea por el giro de divisas de la multinacionales a sus casas matrices en el exterior, a maniobras de sub y sobrefacturación en el comercio exterior, o directamente a la fuga lisa y llana por transacciones financieras o bancarias en los meses de crisis, como la ocurrida bajo el gobierno de Macri con los miles de millones prestados por el FMI, de los cuales se estima se fugaron alrededor del 86% , estafa que el gobierno de Alberto denunció esta en campaña, pero avaló por completo en el nuevo acuerdo con el Fondo, que no por casualidad ahora requiere más ajustes a las masas, reducción del gasto público y déficit fiscal, precisamente para acumular reservas. Claro que el FMI exige que estas reservas sean para pagar los próximos vencimientos de deuda y no para la estabilización de la economía Argentina.
Además del FMI, otro factor internacional que influye es la tendencia inflacionaria mundial, que aunque bajó sigue favoreciendo las ganancias extraordinarias de sectores clave como las petroleras y agroexportadores. Por último, el panorama mundial se completa con que el dólar se está apreciando frente a todas las demás monedas, incluso el euro y la libra esterlina, ni que hablar sobre nuestro peso.
Pero el factor más importante es la crisis política del gobierno. Este gobierno débil, con fuertes disputas internas a la coalición, tiene enormes dificultades para dar las señales de solidez y estabilidad que requieren los capitalistas. Ellos necesitan de un gobierno fuerte, capaz de aplicar el ajuste a fondo sobre los trabajadores y el pueblo, para poder normalizar y estabilizar sus negocios y ganancias en el largo plazo. Esta desconfianza se expresa en los sobreprecios con los que se manejan a discreción, incluyendo el valor del dólar. Perciben un gobierno débil, sí; pero también la crisis más general del régimen político, de las dos coaliciones.
Perciben un futuro muy complicado de crisis política aún con el supuesto de Juntos en el gobierno, a quien ven también con dificultades para aplicar a fondo el ajuste que se necesita y las reformas reaccionarias que requieren el FMI y la crisis capitalista. Tampoco tienen confianza en que el liberfacho Milei garantice poder avanzar con sus planteos de dolarización completa, baja de impuestos y eliminación de todas las restricciones para sus negociados.
¿Cómo nos afecta?
Por más que el gobierno siempre niegue o minimice la importancia de la subida del blue, argumentando que el 90% de la economía se rige por el oficial, todos sabemos que esto es una verdad a medias y por tanto una mentira completa. Ya que los que fijan los precios de las mercancías que consumimos a diario son precisamente los grandes capitalistas, que presionan por una devaluación, que remarcan con el valor del blue o peor aún, por la desconfianza que ya vimos, a valores superiores al actual. En el caso de los aceites, granos y muchos alimentos, si aumentan a nivel internacional directamente los importan y la resultante es que aquí escasean y aumentan de precio. Por ello siempre terminamos pagando los productos a nivel dólar billete, mientras nuestros salarios son devaluados en pesos, carcomidos por la inflación. Ni qué hablar si se llevara adelante una dolarización completa o semicompleta de la economía como propone la ultraderecha de Milei, ahí nuestros salarios descenderían a la mitad o a un tercio del actual, con lo que el poder de compra se pulverizaría y los niveles de pobreza aumentarían a límites extremos.
¿Qué haríamos nosotros?
Con una economía mundo dominada por el dólar y la estrategia burguesa de que paguemos los platos rotos de la crisis, sin medidas anticapitalistas es imposible que se fortalezca la estructura económica productiva del país al servicio del pueblo trabajador. La discusión es de dónde salen estas reservas, quién paga el ajuste y cómo se distribuye esta riqueza acumulada y generada. Sostenemos que lo primero que hay que hacer es desconocer la fraudulenta deuda externa y dejar de pagarla, con lo cual nos ahorraríamos en los próximos 5 años (2023-2027) la suma de U$S 112 mil millones, es decir 24.000 millones de dólares al año, que quedarían como reservas al servicio de los presupuestos sociales. Nacionalizaríamos la banca y el comercio exterior evitando la fuga de capitales que se sitúa en más de 20.000 millones de dólares anuales. Impulsaríamos una reforma tributaria para que paguen más los que más tienen, con impuestos a las grandes fortunas y riqueza, que incluya la repatriación de los depósitos que la burguesía tiene en el exterior y que se calcula en más de 300.000 millones de dólares, de lo contrario se expropiarían todos sus bienes. Con estas fuertes medidas lograríamos tener reservas líquidas como nunca hubo y a partir de allí poder iniciar un plan de obras públicas, viviendas e infraestructura, incluyendo la reestatización de las empresas privatizadas para poder contar con los recursos hídricos y energéticos para desarrollarnos y a bajo costo. Los salarios y las jubilaciones se actualizarían mensualmente al ritmo de la inflación que ahora sí, sin la especulación capitalista como causa importante, se podría combatir realmente.