“En el país de Nomeacuerdo
doy tres pasitos y me pierdo.
Un pasito para allí
no recuerdo si lo di.
Un pasito para allá,
ay, qué miedo que me da.
Un pasito para atrás,
y no doy ninguno más
porque yo ya me olvidé
donde puse el otro pie.”
En una de las escenas cruciales de “La Historia Oficial”, la película argentina galardonada con dos premios Oscar en 1986, una niña le canta En el país de Nomeacuerdo a su padre, que la escucha del otro lado del teléfono. El supuesto padre es en realidad un represor que se la apropió. La madre, supuesta también, descubre el hecho.
Un modus operandi de la nefasta época en que muchos genocidas se ocultaban tras la fachada de funcionarios patrióticos y empresarios exitosos. Esa canción, en apariencia infantil, denuncia la indolencia de buena parte de la población, que era negacionista del genocidio cometido por la dictadura cívico-militar iniciada con el golpe del 24 de marzo de 1976. ¿La autora de la letra? María Elena Walsh.
Creadora temprana
Ramos Mejía, clase media. Eran los inicios de la década del ’30 y esa familia ensamblada, con hermanos por parte del padre, de origen irlandés, y madre de ascendencia andaluza, ofrecía la otra cara de la severidad que dominaba las normativas escolares. La niña que debía asumir la postura, conducta y acciones correctas en las escuelas de la época, se liberaba de todo atavismo en su casa, dejando suelta su imaginación, creatividad e inquietudes.
Al llegar la adolescencia, elige la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano. La irrupción de los medios masivos de comunicación, que transmitían todo tipo de conciertos de música popular, y el cine de oro del país del norte, con preponderancia de los musicales, coronan sus deseos de expresarse. De sus decenas de cuadernos, con reflexiones, letras de canciones, poemas, algunos textos serán publicados en la revista Hogar, en el diario La Nación y hasta en Sur, la publicación literaria más importante de la época.
En 1947, a los 17 años, llegará su primer libro: Otoño imperdonable, de formato clásico y profundo lirismo. En esos años conoce a Juan Ramón Jiménez, quien la invita junto a su esposa a pasar una temporada en los Estados Unidos, en donde María Elena avanzó en su formación y estilo. Al regreso de ese viaje publica Baladas con ángel junto al poeta Ángel Bonomini, en aquel momento su novio.
La música, en particular el folclore, la acerca después a artistas como Adolfo Ábalos, Manuel Gómez Carrillo, Gustavo “Cuchi” Leguizamón, Enrique “Mono” Villegas, Leda Valladares, y fundan el grupo FIJOS, en el que mixturaban jazz, intuición y sonidos étnicos. Con Leda, quien luego fue su pareja, deciden viajar a Europa para difundir las raíces rítmicas de nuestras regiones. La inclinación hacia la composición de letras y melodías infantiles dará origen a su mayor repertorio. Forman el dúo Leda y María, y gozan de la libertad y amplitud artísticas arte en París. De esta estadía proviene su libro Tutú Marambá.
Escribir con lucidez para las infancias
Muchas generaciones nos acercamos a la música a partir del cancionero de Walsh, a menudo en los jardines de infantes, pero se metió en las casas porque las familias lo adoptaron por sabio, pícaro y educativo. Manuelita la tortuga, que desafía su destino de pueblerina para viajar a París. La reina Batata, que escapa del cocinero y es rescatada por la nena de la casa. La vaca estudiosa, El mono Liso que se amiga con una naranja, La canción de la vacuna que un médico usa para desencantar a un pueblo, El reino del revés…
Lo lúdico del lenguaje en su poesía infantil se mete en la educación inicial, irrumpe con otra forma didáctica, anunciando el tono más acorde a las corrientes pedagógicas modernas. Trabajó junto a figuras pioneras en la nueva concepción de los aprendizajes de les niñes, como Eva Giberti y Florencio Escardó.
Por el derecho a un cuarto propio
“El cuarto propio es una metáfora de un ámbito mental, una manera de ordenarnos interiormente y escapar a la locura impuesta a las mujeres (y los pobres) por el discurso autoritario y represivo”. M. E. Walsh
En el mundo, con sus avances y debates, las sufragistas fueron dando paso a otra gran revolución para las mujeres y las disidencias: el derecho al goce sexual, a las experiencias abiertas, la apertura para las minorías. En la Argentina de los ’70 nacen el Movimiento de Liberación Feminista (MLF) y la Unión Feminista Argentina (UFA). Sus integrantes, intelectuales de clase media, traían textos radicales, sobre todo de Norteamérica, para traducir y difundir.
A diferencia del movimiento centrado sólo las cuestiones de género, podemos decir que María Elena, aun sin ser militante partidaria sino incluso con simpatía hacia el Partido Radical, transitaba por un feminismo más político junto a la escritora Angélica Gorodischer y la cineasta María Luisa Bemberg.
En 1973 escribió el artículo Carta para una compatriota, que publicó la revista Extra, en donde apunta algunas valientes ideas aún bajo la dictadura de Lanusse:
–“Las feministas no tenemos odio, tenemos bronca. El odio -con los fierros, sean armas o moneda- es cosa de hombres. Estamos hartas de odio, aunque venga empaquetado en sublimaciones y piropos. No hemos declarado la guerra, sino que señalamos que existe y tiene los años de nuestra civilización. Nos defendimos como pudimos, a veces con malas artes, por lo tanto es mejor que ahora parezca una guerra abierta, limpia, esta que declaramos contra todas las formas de la arrogancia machista. La guerrilla de la artimaña, el repliegue y la comodidad no hace sino reproducir series de esposas ‘achanchadas’ y madres castradoras”.
-“El Movimiento de Liberación Femenina es una ideología revolucionaria, no exprimida de libracos apolillados sino del cotidiano martirio de la mitad de la humanidad. Nace en las ferias y junto a las bateas, a la vera de las camillas de ginecólogos carniceros y a contrapelo de los viejitos célibes del Vaticano que vienen diagramando la conducta sexual según conviene a los intereses de los capitales y a las fluctuaciones del mercado bélico”.
–“No es un entretenimiento destinado a distraer de la liberación de los pueblos, sino que esa liberación es mentira mientras la determinen exclusivamente los varones. Así como ya no es posible pensar en términos previos a Marx o Freud (por no decir a Galileo y a Colón), tampoco es posible seguir pensando sin erradicar de cuajo los prejuicios sexistas, base y modelo de toda opresión”.
En 1979, publicó en el diario Clarín un polémico ensayo titulado ¿Corrupción de menores?, en donde considera que la educación sexista entre niñas y niños es una forma de corromperlos: “¿educamos a nuestras niñas para que el día de mañana (si lo hay) sean ociosas princesas del jet-set? ¿Las educamos para que sean Heidis de almibarados bosques? ¿Las educamos para futuras cortesanas, las educamos para enanas mentales y superfluas “señoras gordas”? …Por suerte esa criatura vestida de rosa (no faltará quien diga confundiendo otra vez causas con efectos, que las nenas nacieron rosas y los nenes celestes cuando este negocio de los colores distintivos fue invento de una partera italiana, allá por 1919), esa criatura digo es fuerte y rebelde, dotada de una capacidad de supervivencia extraordinaria…”
En los ’80, descarga en revistas y diarios su visión sobre las desigualdades por sexo. En la revista Humor, por ejemplo, expone una especie de filoso catálogo, Sepa por qué usted es machista, que vale la pena recordar:
-Porque le falta el principal de los sentidos: el del humor.
-Porque se siente Dios, aunque no sea Ministro.
-Porque cree todo lo que le dicen los medios (o miedos) de difusión de la Argentina actual, y ya tiene el cerebro más lavado que mate cebado por un polaco.
-Porque su mamá es una santa, por lo tanto las demás mujeres son unas brujas.
-Porque su mamá es una bruja, por lo tanto las demás mujeres también.
-Porque no tiene mamá y no consigue quien lo mime.
-Porque en realidad le gustan más los hombres, aunque no ejerza.
-Porque quiere hacer mérito ante los centros de poder, exclusivamente masculinos: empresariado, Fuerzas Armadas, animadores -de TV, deporte, sindicatos, clero, pompas fúnebres, etcétera.
-Porque todo ese asunto de la gestación y el parto le da miedo y asquete, como la educación sexual al Ministro de Educación.
-Porque usted tiene los mismos atributos de Woody Allen pero no le dan el mismo resultado.
-Porque no soporta la idea de un rechazo sexual hacia usted o hacia otro, y cree que la bella siempre debe estar a disposición de la bestia.
-Porque usted no vive en el presente (y para eso lo ayudan mucho) sino en la prehistoria mental, y se da manija con tangos del 4-0.
-Porque usted es burro y en lugar de corregirlo con tiempo y esfuerzo lo disimula con agresividad.
-Porque usted es culto pero culturiza fuera de la maceta, y leyó a Julián Marías y no a Simone de Beauvoir.
-Porque en el fondo es antisemita, antinegro, antiobrero, antijoven, pero como eso ya no corre se desquita con la misoginia, que aquí y ahora viene con premio (pero no se descuide: por poco tiempo más).
-Porque usted ama el orden por sobre todo, y cada cosa en su lugar las mujeres en la cocina (o en cueros en tapas de revistas), y Pinochet, Castro y García Meza en el poder.
-Porque cree que la inepcia es cuestión de sexo, que es como creer en la cigüeña o en elecciones inminentes.
-Porque teme que las mujeres hagamos rancho aparte, y no piensa que son los hombres quienes lo inventaron y perpetúan. (Ver punto 8.)
-Porque supone que la mujer quiere imitar al varón, y no sabe que antes muerta que imitar a semejante fabricante de desastres, desde la guerra atómica hasta el IVA.
-Porque le gusta que al mundo lo manejen los colectiveros.
-Porque tiene mucha paciencia para dejarse pisar la cabeza por cualquier matón y muy poca para comprender errores de mujeres, que al fin y al cabo son, históricamente, debutantes en la mayoría de las profesiones.
-Porque teme que las mujeres ‘pierdan la femineidad’, cosa imposible de perder, salvo que usted llame así a cosméticos y pilchas.
-Porque usted teme que le roben algo y no sabe bien qué, a pesar de que a diario lo saqueen y basureen, y no precisamente las mujeres.
-Porque es sincero, y vale más machista recuperable que ‘feminista’ patrocinante como un papito que a las pretensiones femeninas dice que sí PERO… Ahora ya sabe.
Con estos 24 puntos usted ahorra años y fortunas en psicoanálisis. Usted puede ser hombre o mujer, el machismo tampoco es cuestión de genes: poca gente más machista que algunas mujeres, sólo que ellas lo son por instinto de conservación, por despiste, por imitar a los hombres, por comodidad o porque así las dejan hablar por TV. Usted también lo es por todas estas razones pero además porque se cree superiorcito: hace unos 10.000 años que le pasan el aviso y claro, usted sigue comprando un producto inexistente. Ahora puede seguir siendo machista, pero con apoyo logístico. No se trata tampoco de ejercer la represión desde estas páginas. Es posible que la perseverancia le acarree aplausos y sensación de deber cumplido, amén de las palmadas de la patota. Pero ojo que no hay premio mayor que saberse persona inteligente y civilizada. Si no opta por eso, estará contribuyendo a la contaminación mental, que es la que nos mata. Y no la humedad. Estará inflando la maquinaria del prejuicio y la prepotencia y al fin se va a quedar solo como un ciempiés, de luto, convertido en drácula de utilería y en hazmerreír de las criaturas primaverales”.
María Elena de todes
Su recordada canción Como la cigarra fue un himno popular de la lucha antidictatorial. Durante toda su carrera escribió más de 50 libros y publicó más de 20 discos.
Autora de otras canciones emblemáticas como El 45, Canción del caminante, Serenata para la tierra de uno y Réquiem de madre, obtuvo muchos premios: Gran Premio de Honor SADAIC de Música Internacional (1973), ciudadana ilustre de la Ciudad de Buenos Aires (1985), Gran Premio de Letras del Fondo Nacional de las Artes (1987), doctora honoris causa de la Universidad Nacional de Córdoba (1990), Premio Christian Andersen de Dinamarca (1991) y Premio Mundial de Literatura Infantil José Martí en Costa Rica (1995), entre otros.
En sus últimos años escribió sus novelas Novios de antaño (1990) y Fantasmas en el parque (2008), de corte autobiográfico.
Fue también pareja de la directora de cine María Herminia Avellaneda y de la fotógrafa Sara Facio, con quien convivió desde inicios de los ’80 hasta su muerte
Música, escritora, folclorista, periodista, dramaturga, interesada por las infancias, lesbiana, feminista, María Elena Walsh ha sido y sigue siendo un pilar indiscutido de nuestra cultura popular. Su cancionero “infantil” perdura y se sigue escuchando en las casas, pasando de generación en generación.
Nacida un 1º de febrero de 1930 y fallecida un 10 de enero de 2011, vaya este breve homenaje a María Elena para esas niñas, niños y niñes que aún corretean dentro nuestro.
Diana Thom